Monday, October 10, 2005

EN TIERRAS DE LOS MAYAS.

DIARIO DE VIAJE A LA ZONA DE ASENTAMIENTO DEL EXTRAORDINARIO PUEBLO MAYA. AQUÍ ANOTAMOS UNA VISIÓN DE TIKAL, COPAN, CANCUN Y TULUM SUS PRINCIPALES CIUDADES EN HONDURAS, GUATEMALA Y MEXICO, LA RUTA MAYA QUE HOY ESTÁ SIENDO RESCATADA DE LAS FAUCES DE LA SELVA Y EL TIEMPO.



(Derecha) Waldemar Verdugo Fuentes con vecinos de la zona Maya a orillas del lago de Atitlán en Guatemala, año 1992.

Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Fragmentos Publicados en revista VOGUE y “UnoMásUno” de México.

Alrededor del siglo V antes de nuestra era se dio en todas partes un florecimiento del pensamiento en el hombre: en Grecia, Solón y Clístenes dictaban las pautas de la democracia; Zaratustra predicaba en Persia; mientras en China, Lao Tze sistematizaba su concepto filosófico del Tao, que en nuestra época hurgamos en su profundidad. Nace Confucio y los poetas hebreos terminaban de dar forma a La Biblia. En América del Sur, entre tanto, frente a las costas de Chile, en Rapa Nui la Isla de Pascua se establece una cultura desconocida con conocimientos astronómicos que tenía su propio sistema de escritura y nos legó gigantescos hombres, unos de 30 metros y 90 toneladas de piedra, mirando a las estrellas.
En esa época, en América Central también surge un extraño pueblo sobre una colina y áreas aledañas, apenas visibles en las selvas bajas de Guatemala, México y Honduras; nadie sabe de dónde vinieron ni hacia dónde se fueron. Nadie conoce los verdaderos nombres de los sitios arqueológicos que llamamos Tikal, Copan, Chichen-Itza, Uxmal, Quirigua, Cancun y Tulum... Nadie sabe qué nombre se daba a sí mismo el pueblo que nosotros llamamos "maya". Pero, iban a crear, en forma que aún no hemos llegado a comprender, una de las civilizaciones más sorprendentes que el mundo jamás haya visto. De los mayas, siguiendo su ruta hemos visitado cuatro sitios arqueológicos en que se desarrolló su enigmática cultura. Copán en Honduras, llamada Atenas de América, Tikal, en Guatemala, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1979, y Cancun y Tulum, dos de sus centros de desarrollo astronómico en México, trabajando para el Fondo Nacional de Turismo en la redacción de unos folletos que don Carlos Hank González me ha confiado. Asimismo fue posible seguir parte de esta ruta Maya conociendo en sitio los aportes para investigación arqueológica realizados por la Fundación Mary Street Jenkins, cuya labor es hoy más que reconocida en el rescate patrimonial arqueológico de Mesoamérica.
LA ZONA MAYA
Por Waldemar Verdugo Fuentes.

Cada uno escribe de los lugares lo que sintió en ellos. De las cosas y las gentes que vio, de los amigos que hizo, de las comidas y de lo que aprendió; pero estas lineas son apenas un trazo ligero porque la zona es tan rica en experiencias que cualquier espacio será insuficiente. Puedo decir que en los sitios mayas donde estuve me hice mejor. La cultura del pueblo Maya influyó en Centroamérica durante unos 1000 años y se extendió de la memoria histórica del pasado del hombre: en el rescate arqueológico las pruebas de piedra tallada más antigua, que podría identificarse con el nombre de personas o pudo ser símbolo de un calendario data aproximadamente del año 600 antes de nosotros. El pueblo Maya floreció en México, Guatemala, Belice y Honduras, construyendo grandes ciudades de piedra y dejando registro de sus empresas en las propias piedras talladas con su lenguaje escrito envolviendo sus templos. La escritura en los jeroglíficos mayas son una mezcla de elementos fonéticos, pictográficos e ideográficos tallados en la piedra o pintados en sus templos, y cuenta con verbos, sustantivos, adjetivos y preposiciones. La obra escrita trata principalmente del estudio del calendario y las estrellas del cielo, de su historia y las dinastías, sus fiestas y costumbres, que los hace diferentes a otros escritos primitivos que se conocen de su tiempo, que hablan fundamentalmente del comercio. Su pensamiento religioso los conectaba con las estrellas, alcanzando avanzados conocimientos en especial astronómicos: al observar y seguir los movimientos del sol, la luna y Venus, los astrónomos mayas utilizaban lineas de observación fijas, varas cruzadas y edificios particularmente alineados. Estudiaron planetas como Marte, Júpiter, Saturno, y la constelación de Sirio. Lograron predecir los eclipses solares con exactitud. Y tenían su calendario que incluía tres periodos; el Tzalkin o año sagrado, de 260 días; el Tun o año de 360 días; y el Haab o año vago, que constaba de 365 días dividido en 18 meses de 20 días cada uno y un mes de cinco días, consagrado a ritos y ceremonias. El día, o kin, era aparentemente la unidad de tiempo más pequeña registrada por ellos, antes del cero que aplicaban en su perfecto sistema matemático. Su estética se aprecia en hermosa joyería, cerámica y tallas en piedra, metales y jade. Sin embargo, el aspecto más fascinante del pueblo Maya es el enigma sin respuesta de su derrumbe final.
Mudos testigos permanecen sus grandes ciudades de piedra construidas sin ayuda de la rueda, sin bestias de carga y sin emplear el arco de medio punto. Lugares sagrados que fueron el hogar de los mayas, hoy apenas continúan siendo rescatados de las selvas centroamericanas. La primera impresión que experimenta el visitante frente a los edificios es de asombro y estupor, pero también de admiración y exaltación. El marco para el visitante es el asombro al enfrentarse a la paradoja entre la selva que envuelve el marco del que parecen brotar las amplias construcciones de líneas espléndidas, esos palacios de forma cercanamente modernas, esas pirámides colosales con sus detalles de escritura finísima en sus escaleras, su arquitectura amplia y poderosa, enfrentada la técnica del arte humano a la total hostilidad del medio natural, pura confusión de selva virgen y de maleza que encierran las maravillosas ciudades mayas.
La jungla de América central ha cubierto la zona Maya con su tupido manto de vegetación. El viento marino levanta constantemente bancos de inmaculadas nubes que corren a través del intenso cielo de los trópicos. En el suelo le da respuesta otro mundo: el de las ramas de los cedros y las caobas enjarciadas de guirnaldas y lianas en flor que se alzan a más de cuarenta metros. Los troncos se pudren bajo la omnipresente humedad, y a pesar del bullicio de los pájaros, una punzante soledad encierra los grandes edificios de piedra que comienzan a ser rescatados. La sólida construcción pétrea de raros monumentos que consiguen romper el manto de verdor no parecen sino más vulnerables, frente a la sorda subida de la selva y el constante asalto de los tallos y las raíces. Sitiadas, las ciudades mayas sucumben trágicamente a la paciente agresión verde, y cada metro de rescate arqueológico que se realiza despierta aún más el asombro, son ciudades perdidas en el corazón del océano vegetal, abandonadas en este mar de frondosidades que ondulan hasta perderse de vista, planteando asombros y preguntas: ¿quiénes fueron estos hombres que construyeron estas ciudades? ¿Cómo vivieron? ¿Por qué abandonaron sus templos?
Actualmente, los descendientes de los grandes constructores mayas parecen haber olvidado su glorioso pasado, sin embargo, su trato delicado y serio revela que no han podido ahogar la nobleza nativa y altiva de los mayas. Aún hablan su propia lengua y continúan viviendo según sus costumbres.
Viven en las mismas chozas de tierra apisonada y paja como sus antecesores al abandonar sus ciudades, porque en los pueblos actuales se yerguen por todas partes esas típicas chozas ovales, de paredes de encañizados
hundidos en tierra apisonada blanqueada con cal. Estas habitaciones, con su única puerta en medio de una de las fachadas, y sus techumbres de dos ángulos, cubiertas de bálago, son iguales a aquellas cuya imagen esculpida adorna los frisos de los palacios. La limpieza y orden en el entorno que reina en los pueblos mayas que he podido visitar acercándome a sus sitios arqueológicos traduce el elevado sentido social que subsiste en este pueblo. Cada propiedad está formada por un jardín muy verde, cuidado con esmero y rodeado por un pequeño muro de piedras secas por el tiempo. Los vecinos cocinan bajo un cobertizo, al aire libre, a la sombra de las palmeras. El suelo está meticulosamente barrido. De estas gentes emana una sensación de tranquila felicidad, de dulzura de vivir y sabiduría.
He salido desde la ciudad de Guatemala hasta Quetzaltenango, por tierra en una carretera cómoda asfaltada rodeada de sitios mayas. Situada a poco más de doscientos kilómetros, es cómodo el traslado hacia el occidente montañoso del país, disfrutando de paisajes con volcanes, montañas, plantaciones de hortalizas, maíz, jícama. Según el Diccionario Geográfico de Guatemala, edición de 1984, que me han regalado en el diario “Prensa Libre” donde tengo amigos y colaboro, una de las particularidades de Quezaltenango es que la cabecera sigue estando en el mismo lugar en que se fundó hacia el año 300, y hasta la fecha nunca ha cambiado de ubicación, por el contrario, ha ido creciendo entre las montañas. El origen del nombre aún no se ha determinado con exactitud, pero en El Título Real de don Francisco Ixquin Nehaib, fechado en 1558 se menciona al lugar como Xelahuh al nombre de Quetzaltenango. Los quiches lo nombraban Xelahuh Queh (Lugar de los diez venados) o el día 1 Queh del calendario Maya, al igual que se la nombra en la Crónica del Quicab y se la menciona en el libro sagrado Maya Popol Vuh. Sin embargo, en su crónica narra Pedro de Alvarado que después de haber matado al héroe Maya Tecún Umán preguntó a un indígena mexicano que lo acompañaba “¿Cuál es el nombre de la montaña de espesa selva? Le fue dicho, Quetzaltenango es como se llama señor: Luego Quetzaltenango (será nombrado) porque un gran capitán murió allí, en el lugar de la selva en que abundaban los quetzales (Pharomachrus mocinno) basándose en el título de Ixquin Nehaib de 1558. En Guatemala se hablan 21 lenguas del tronco maya; en Quezaltenango predomina el grupo de las etnias quiche y mam. Se habla español, idioma oficial, pero es mayoritario el mam y el quiche, el idioma en que fue escrito el Popol Vuh.
He llegado a casa de los Tekun, donde su patriarca don Pedro Tekun desciende del mismo Tekun Umam el gran guerrero de los maya-quiche anotado en los Anales de los kaqchikel, vencido por el conquistador español Pedro de Alvarado mientras combatía contra estos en los prados de El Pinar en el Valle de Olintepeque en Quetzaltenango el 20 de febrero de 1524. Don Pedro me hace notar que su antepasado es ejemplo de valentía y dignidad, porque luchó y protegió a su tierra y a su pueblo Maya cuando se inicia la destrucción: “No por mentira ha sido declarado oficialmente héroe nacional de Guatemala y se le conmemora cada 20 de febrero. “Umam" quiere decir Gran Abuelo y él es conocido hasta ahora como Tekun Umam, el que en aquella batalla entre quiches y conquistadores llega vestido con un tocado bellamente adornado con plumas de Quetzal, según lo describe el conquistador Pedro de Alvarado en sus crónicas de conquista.”
Don Pedro Tekun es trasmisor de su cultura Maya: él es carpintero, oficio que enseñó a tres de sus seis hijos varones, y vende especialmente sus trabajos de madera en el Mercado de Chichicastenango: son pequeñas obras de arte dispersas en toda la casa que les sirve para recibir a quienes “le llegan recomendados”. Y su mujer, María Ek Tekun lo acompaña hombro a hombro por ser esta una sociedad en que el matriarcado ocupa un importante lugar: ella además de las labores de la casa secundada por sus dos hijas mujeres, y varias nueras, es tejedora de lanas y costurera de ropa femenina. Nos dice: “Nuestra ropa es una de las manifestaciones de nuestra identidad Maya. La ropa que usamos es la ropa que nos brinda felicidad, trabajo, éxito, fortaleza, dignidad, historia y rebeldía. En nuestra vestimenta nosotras las mujeres contamos nuestra historia real y mágica y las cosas que observamos en la naturaleza como los eventos astronómicos. Trabajamos en el K’em, una combinación de telares para lanas, sedas, hilos y tiras vegetales, trasmitido por las mujeres mayores de mi familia, naturales de Siwan Tinamit, a orillas del Barranco de Chichicastenango. Por ejemplo, este güipil que uso, encierra un profundo significado en nuestra cosmovisión. En este güipil se dibuja un Sol en el cuello, un símbolo de gran importancia para representar luz y calor: el dador de la vida se coloca ostensiblemente tanto en los trajes de los hombres como en el de las mujeres, a menudo en combinación con un disco que representa a la Luna. Podemos interpretar en nuestra vestimenta la existencia del Abuelo Sol y la Abuela Luna como el complementos que debemos tener las mujeres y los hombres. Estos cuatro lunares representan los cuatro puntos cardinales. El listón de colores del corte representa los meses y los días del año cuando lo he tejido y otras fechas. Y los collares de los cortes representan la sangre de los antepasados. Muchos dibujos, como los rombos los rescatamos de las esculturas de nuestras ciudades antiguas. Este lo hice yo misma y siempre pongo en ellos una estrella, que es el significado de mi segundo nombre: Ek. Las mujeres mayas conservamos nuestros nombres y frecuentemente nuestros apellidos, el mío original es Tun que significa piedra, por eso también siempre tejo junto a la estrella una pequeña piedra. Debo decirte que estoy orgulloso de ser una Tekun”.
Acompañamos a la familia al mercado de Chichicastenango y ahí mismo se instalan los días jueves y domingos junto a sus productos, los trabajos en madera de los hombres, liderados por don Pedro, y las nueras de María Ek bordando o tejiendo a mano con unos telares llamados de cintura o de palitos: veo como de sus manos van surgiendo bellos tejidos de bordados florales enlazados con grecas o puntos, en paño blanco y especialmente colores azul y rojo. Acompañado de Francisco y Emiliano Tekun por los puestos del concurrido mercado, me presentan a sus amistades con una cordialidad que me emociona, en los sitios de comida veo frutas como el melón blanco, la piña, la sandía, ciruelas, papaya, guayaba, la yuca, interminables formas y colores del chile, mangos, el tomate, el cacao, los frijoles de variedades únicas, el plátano, aguacates, el mamey y el maíz dorado, blanco, morado, negro, azul... y sus calabazas, uno de mis sabores preferidos porque recupero en él al sabor mismo del zapallo chileno. He probado la iguana que me pareció en textura semejante a la almeja chilena que se hace gustosa a la boca. He probado sabores ricos, en especial las varias formas en que cocinan la flor color oro viejo de la calabaza, y el exquisito sabor que le dan al maíz, sus tortillas, los tamales, el atole, que muy helado para combatir el calor o casi hirviendo para hacerle punta al frío, siempre con miel y sus sabores inimaginables, el de cerezas es una delicia. En Chichicastenango todas las calles centrales del pueblo a partir de la Iglesia son el mercado, y se convierte en una mezcla de lenguas, colores y ritmo único con el olor de la nuez moscada, la vainilla (que nombran tisil), el clavo, el ajonjolí, el cilantro, el chocolate, el apazote que es también uno de los sabores más singulares que he probado en América. Sin embargo, si hay un olor que nunca me abandonó en la zona Maya es el del copal que envuelve todo. Aquí en Chichicastenango pienso que uno queda de él impregnado para siempre: es la piedra blanca transparente. En la Iglesia de Chichi (como le llaman al pueblo) se mezcla con el de las miles de veladoras que arranca de las ceras de todos colores y materia y se hace algo excepcional que impacta de entrada: es un olor muy fuerte que envuelve sin asfixiar, denso, sutil como la niebla. Muchas son las festividades que anualmente se llevan aquí a efecto. Los rituales que las acompañan incluyen cantos, danzas, velaciones, rezos y ofrendas florales. Estas últimas, por su abundancia, son todo un espectáculo en Chichi donde he visto a los vecinos llevando canastas repletas de pétalos a la iglesia, inundándola al grado de que los peregrinos se hunden en ellos hasta las rodillas. Dentro del templo mismo he visto tender caminos de flores con caprichosos diseños. Pues, si bien está dedicada a Santo Tomás, fue construida sobre una estructura Maya aproximadamente en el año 1540 y reconstruida en el siglo XVIII. Se distingue de las demás ya que desde las gradas mismas mayas de la estructura para llegar a la puerta de la iglesia son sagradas para los locales y en perfecto sincretismo se celebran como en el interior del templo extrañas y bellísimas ceremonias de marcado carácter Maya, como es la pública “limpia de vibraciones” por frotamiento con plantas en especial pino y hojas de maíz embebidas en agua bendita o el sol deidad Maya que corona el altar principal sobre la cabeza de Santo Tomás. Se adoran aquí deidades, retablos y altares cristianos de estilo barroco con deidades en esculturas realizadas por los mismos Maya quiches. Aquí es el lugar donde el sacerdote español Francisco Ximenes encontró el libro Popol Vuh, en lastimoso estado el manuscrito original que se extravió en algún momento en el siglo XVIII, mientras el manuscrito traducido por el sacerdote se encuentra en la Librería Newberry en Chicago. El Popol Vuh, según creo, es la obra precolombina más hermosa de toda América, si acaso sólo comparables por su inteligencia y calidez a los escritos de Netzahualcoyotl, y es considerada la Biblia de los Maya: son 9000 líneas describiendo la creación del mundo. Estar aquí es un honor.
De vuelta al mercado con los Tekun me integro con mis anfitriones en su sitio del tianguis; don Pedro me da a probar de lo que él mismo bebe: agua con miel de cereza y un poco de “chiste”; doña María Ek me dice que el trabajo de las mujeres mayas no es cosa fácil, y en especial para las de su casta que llevan la ropa que crean. Dice ella: “Por nuestra ropa se nos discriminan, humillan, desprecian y persiguen muchas veces. Para destruir nuestra cultura se ha prohibido a nuestros hijos utilizar nuestra vestimenta indígena en las escuelas, colegios e institutos, lugares de trabajo, para olvidar la cultura de nuestro pueblo. Mi hija que, para graduarse tenía que hacer una práctica contable en alguna empresa privada, y nadie la recibía porque ella siempre lleva puesta su vestimenta indígena. Yo le acompañé a varias empresas para suplicarles que la aceptaran realizar la práctica contable, porque lo que finalmente importaba era que mi hija tuviera los conocimientos contables a favor de la empresa y no el vestuario y me amparé, y me hice asesorar y supe del convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, ratificado por Guatemala. Sin embargo, fue imposible, porque los empresarios decían “si quiere hacer su práctica tiene que cambiar de ropa y si no quédese en su casa y su hija”. Finalmente mi hija tuvo que hacer su práctica en una empresa y salir de la casa y la comunidad con su güipil de madrugada y llegar antes que todo el personal a la empresa y cambiarse para ponerse una falda y una blusa y así estuvo 2 meses. Ella me decía que se sentía muy incómoda, avergonzada vestida de ladina, pero en aras de poder obtener el título de nivel medio tuvo que hacer ese enorme sacrificio.” Junto a Maria Ek está sentada su amiga María Toj, y recuerdan que han tenido que enfrentar anécdotas de racismo por ser sus hijas compañeras de estudio. Dice María Toj: “En el Instituto yo como apoderada de mi hija tuve que inscribirme y dije a la persona que mi apellido es Toj y escribió Toc, cuando le dije que escribiera bien mi apellido, de forma despectiva me dijo: “Esta bien así.” En la escuela a nuestros niñas no les permiten utilizar la vestimenta maya, dicen que tienen que ir uniformadas y no utilizar la ropa de nuestro pueblo. Ante esa situación que nos parece inadecuada no podemos hacer nada, tenemos que aceptar y si discutimos nos dicen “si quieren, vayan a buscar otro colegio”. Cuando acompañé a mi hijo, quien estaba inscribiendo en el registro civil a mi nieto, resultó que en la partida de nacimiento estaba mal escrito el nombre de mi nieto, porque él se llama Ixbalanqué Juan Manuel Morales Rucuch, y la ladina escribió Ishvalanke Juan Manuel Morales Ruchuc. Entonces le dijimos que ella había escrito mal el nombre y que debía corregir su mal trabajo. En ese momento comenzó a insultarnos y decirnos que eso no tenía mayor importancia, que se quedará así. Le reiteramos que el nombre que ella había escrito era de otra persona, porque alteró el nombre y el apellido, y que ella como empleada pública tenía que realizar su trabajo con eficiencia, que nosotros como ciudadanos pagamos nuestros impuestos y por lo consiguiente tenemos los mismos derechos y obligaciones que los ladinos y que por lo consiguiente, los empleados y empleadas públicas tienen que servir a indígenas y no indígenas por igual. Luego de una larga discusión, la señora corrigió la partida de nacimiento y cuando nos la entregó, se quedó diciendo, “indios abusivos, necios, no tienen educación...” El olvido de nuestra lengua también debilita la espiritualidad Maya, debilita nuestra identidad, es una forma de racismo que contra nuestro pueblo es brutal. A consecuencia de mi participación en la iglesia católica de mi comunidad Santa Cruz de El Quiché, empecé a tener mayor noción de las desigualdades sociales, la pobreza en que vivimos, la marginación de mi pueblo, la realidad del racismo. También ha sido un ejemplo mi hermano mayor Emeterio Toj, que tuvo que salir de nuestro pueblo perseguido por los políticos. Entonces ya habían secuestrado el 7 de mayo de 1980 a mi hermano Baltazar Toj, quien apareció asesinado el 10 de mayo, el día de la madre, esa fue la noticia más terrible que vivimos. El asesinato de mi hermano Baltazar Toj fue realizado por militares que trabajan para destruir las luchas campesinas: lo secuestraron primero, luego le torturaron y posteriormente ejecutaron frente a una Emisora Local, donde mi hermano Emeterio era locutor. El 4 de julio de 1981 en la ciudad de Quetzaltenango secuestran a mi hermano Emeterio Toj, cuando en compañía de mi hijo Jorge Morales Toj y mi sobrino Manuel Toj andaban por una calle en dicha ciudad. Mi hermano Emeterio fue víctima de las torturas más fuertes. Mi hermano Francisco Toj, en 1983 y 1984 desde su comunidad se opuso a la formación y acciones de los militares en la vida de nuestro pueblo, quitándonos nuestras tierras ancestrales, violando nuestras vecindades, y el 15 de agosto del año 1985, cuando llegó al pueblo a vender un quintal de maíz, para llevar algo de sal y verduras a su familia, fue capturado por elementos del ejército y llevado a un cuartel, desde ese día lo hemos buscado y no tenemos nada de información. Yo no tuve otra alternativa, más que llevarme a mis cuatro hijos, algo de ropa y unos cuántos centavos y desplazarnos ayudados por nuestra comunidad; he perdido sobrinos por balas políticas, Mario Manuel Morales Toj y Juan Carlos Toj Zacarías, y mi hija Francisca Elizabeth se fue del mundo a causa de hambre y enfermedad mal tratada por falta de medicinas en junio de 1987. En una ocasión de las tantas en que hemos sufrido persecución, el ejército lanzó varias bombas y resulté herida por la honda expansiva, producida por la potente explosión. Resulté gravemente herida y como consecuencia quedé sorda hasta ahora. Pero siempre uno debe sobreponerse y seguir viviendo. Nuestros mayores dicen que el tiempo del Maya volverá a reinar, pero debemos seguir trabajando de diferentes maneras, y el compromiso de la mujer en esta cruzada es una fuente de resistencia, de lucha y de compromiso con los derechos de nuestra sociedad designada indígena.”
Guiado por los Tekun visité también los poblados mayas de Zunil, Almolonga y Salcajá, antes de retornar a la ciudad de Guatemala, para preparar mi viaja a Panajachel orillas del lago de Atitlán. Siento en lo que he visto que si bien las iglesias católicas rematadas con campanario dominen en sus poblados, los mayas, sin embargo, viven en un mundo que debió ser semejante al de sus antecesores que rodeaban las amplias ciudades de piedra, las pirámides y los templos de las ciudades antiguas. Tampoco han desaparecido los señores, los grandes sacerdotes y los sabios que mantenían una fe que animaba a este pueblo, permitiéndole elevar centenares de templos gigantescos cuyos vestigios ahora impresionan. Durante tres siglos, después de la conquista, todo el pasado glorioso Maya fue olvidado. Los mismos textos de uno de los principales informadores, el franciscano Diego de Landa, nos da noticia de los mayas en la época en que los españoles penetraron en el Yucatán, permanecieron ignorados hasta 1863. Su publicación coincidió con todo un movimiento de investigadores que comenzaron a visitar los sitios cuyo recuerdo roza la leyenda, como Humboldt, Kingsborough, Stephens, Bernouilli, Maudslay, y otros, cuando el estado de decrepitud de los monumentos mayas era testimonio de un drama formado de templos invadidos por la vegetación, torres cubiertas de lianas, pirámides rotas por el empuje de enormes árboles, bajorrelieves arrancados por las raíces, motivos decorativos destrozados, estucos corroídos, escaleras devastadas, murallas agrietadas, bóvedas medio hundidas, monolitos derrumbados, y los sitios saqueados, una visión caótica que aún existe, además de las estructuras de muchas ciudades mayas que duermen bajo el manto verde, ignoradas. Hoy cada incursión satelital en la zona denuncia la presencia de nuevas ruinas. Cada expedición científica pone al descubierto construcciones que impiden establecer un mapa completo de los tesoros que oculta la gran selva maya, pero las consideraciones indican que esta fue una de las zonas más pobladas del planeta en su época, hoy son unos pocos, inestimables.
En la actualidad sus edificios son rescatados muy semejantes a como fueron en su época de uso. Esto es muy singular en la zona Maya, debido a que mientras en el resto del mundo los edificios antiguos han servido de cantera para las nuevas construcciones siendo lo usual el reempleo de materiales, en la zona Maya, esta práctica no es frecuente. Ninguna civilización vino a reemplazarlos: ellos simplemente abandonaros sus ciudades magníficas que fueron tragadas por la selva y el tiempo; en la zona raros son los lugares donde los recién llegados consiguieron implantar sus cultos, edificar templos y palacios, y sustituir la cultura Maya. Y si bien algunos edificios clásicos se han derrumbado sobre sí mismos, todos los elementos están allí, a disposición de los arqueólogos, cuya única y delicada labor en esencia es volver a colocarlos en su emplazamiento original. Montones de piedras esperan en el suelo, y ordenarlas es lo que constituye el principal valor científico de las reconstituciones realizadas por los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, de los gobiernos de Honduras o Guatemala, o de las misiones americanas del Peabody Museum, de la Universidad de Tulane o del Instituto Carnegie de Washington. En Guatemala, especialmente arqueólogos angloamericanos, sobre todo, han emprendido trabajos de restauración, respaldados por universidades como la de Pensilvania y Harvard.
-“En Guatemala hemos recibido todo tipo de hipótesis acerca de “la verdad” de nuestros antepasados” -dice el arqueólogo de la Universidad de San Carlos Isaías Fierro Asturias, que ha investigado la cronología Maya. Y agrega: “Hay quienes creen e intentan probar que todas las grandes zonas arqueológicas de la Tierra tienen un hacedor común, y yo lo creo posible. Entre las culturas antiguas de la humanidad existen asombrosos paralelismos, pues actualmente sabemos que la población de América se llevó a cabo a partir de Asia. Además, los trabajos de Lévi-Strauss han subrayado ciertas estilizaciones que procedían por desdoblamiento y simetría. Se encuentran los mismos principios ornamentales y el mismo tratamiento gráfico de las superficies alrededor de toda la cuenca del Pacífico, en la China arcaica, como entre los primitivos de Siberia o de Nueva Zelanda, o también en Alaska y en Melanesia, y finalmente en la zona Maya. Las máscaras de t'ao-t'ie de los bronces chinos tcheu, los totems del norte del continente americano y las decoraciones de los templos mayas, y algunos elementos muy marcados como las máscaras del dios Chac en Yucatán, presentan todos la misma sistemática formal. Sin embargo, otros encuentran en esta una explicación demasiado simple, y no deja de parecer así al constatar en sitio lo que son los vestigios mayas, a los que se une además el hecho de que a excepción de algunos cálculos matemáticos y astronómicos, los textos de los códices
y las inscripciones lapidarias aún no han sido descifrados”.
Es verdad que hasta ahora no existe una cronología absoluta, que reúna la opinión de los mayistas. Igualmente se ignora la destinación de la mayoría de los edificios rescatados. En fin, no se ha esclarecido de manera absoluta la historia de la civilización Maya, todo sigue siendo al respecto, en gran parte, una conjetura. Pero podemos, sin embargo, afirmar sin temor a equivocarnos, que la arquitectura Maya posee sus formas y leyes propias que logran, ante todo, cierta unidad. Por todas partes asistimos al empleo de los mismos elementos constitutivos: la escalera, la pirámide y las máscaras decorando las fachadas. También es común la falsa bóveda, pirámides con gradas, pasillos, templo alto con pórticos, paredes adornadas con balaustres empotrados. Y todo trabajado con cierta espléndida unidad. Como me dijo el arquitecto y urbanista mexicano Pedro Ramírez Vásquez, ellos construyeron sus edificios como grandes esculturas que adornaban el paisaje en que vivían, sin invadir, integrándose. Los edificios que se han rescatado de la arquitectura Maya denuncian un arte cuyo vigor estético, la riqueza y refinamiento ornamentales y los contrastes de luz y sombra son únicos en la historia. Se advierte un rigor en la voluntad que el hombre impone a la naturaleza, un carácter de dominación absoluta y de orden implacable. Parece como si toda la energía de los mayas hubiera sido investida en sus construcciones. El poder que emana de estas altas construcciones que dominan las extensiones de la selva, de la que brotan a medida que son rescatadas posee su lirismo propio. Lo que brota es cierto sentido de la grandeza de sus constructores, de la jerarquía, de la geometría que traduce una estética racional y emocional a la vez. Son creaciones aplastantes, opresivas y despóticas, sin dejar de expresar sensibilidad en la pureza de sus volúmenes, en la libertad de la amplitud en los espacios. No soy precisamente un admirador de lo antiguo ni frecuento los museos, me impresiona el genio moderno, pero en la zona Maya uno siente ante sus construcciones que está caminando entre obras de arte.
Trabajando con el arquitecto Pedro Ramírez Vásquez, quien me ha pedido que le ordene una serie de sus conferencias y algunos estudios para uno de sus libros publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, me ha permitido profundizar con él diversos aspectos de la cultura Maya, de la cual es admirador, y me permite hoy decir que tuve un buen guía, no en vano él construyó la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México, el Estadio Azteca, El Museo Nacional de Antropología y el Museo de Arte Moderno de México, así como la Capilla de la Virgen de Guadalupe en la Basílica de San Pedro en Ciudad del Vaticano y el Museo de las Culturas Negras en Dakar, Senegal. Dice: “Para mi todo es una construcción, lo que tú y yo hacemos ordenando mis notas y tú corrigiendo algunos errores ortográficos o la construcción de una frase es trabajar en la “arquitectura” de un libro. El ser humano es en esencia un constructor y creo que la cultura Maya fue creadora de una de las más perfectas arquitecturas que se conocen, que se han conservado en un estado literalmente catastrófico, pero algo se está rescatando: el poder de destrucción de la gran selva virgen había reducido la mayoría de los edificios a un montón de guijarros. Sin embargo, algunas esculturas dan una idea de los esplendores que yacen ocultos. La obra de reconstrucción en el país Maya requiere formar un verdadero rompecabezas que necesita gentes preparadas. Porque sólo puede recurrirse a los elementos esparcidos por el lugar, de los que hay que encontrar la disposición original. Esto lo he visto en Tikal, en Guatemala donde los arquitectos reconstruyeron enteramente algunos edificios, desde las pequeñas pirámides hasta el colosal Templo I. Pero la excavación y la reconstrucción no sirve de nada si no se completa este trabajo con medidas de conservación apropiadas al clima húmedo del país. Algunos edificios sin protección, rescatados como estaban cubiertos por una hermosa decoración de estuco, en pocos años se redujeron a nada. En el caso de Copan, en Honduras, con el tiempo, el río Copan había cambiado de curso y atacaba por erosión la acrópolis artificial de la ciudad cuyas partes importantes ya se habían derrumbado antes de la llegada de los arqueólogos. Estos tuvieron que empezar por desviar el río antes de proceder a sondear el terreno. En cambio, las destrucciones estaban parcialmente compensadas por la fantástica sección estratigráfica de 30 metros de alto que presentaba la colina artificial: entonces fue posible leer los
sucesivos estados de este montículo, así como las superposiciones de edificios durante el curso de los siglos. En Palenque la altura de la selva superaba los treinta metros de altura en algunas construcciones, impidiendo una visión del conjunto, entonces los primeros viajeros no tuvieron mejor ocurrencia que prender fuego a la selva para ver los tesoros que ocultaba. Inútil es decir que estos actos de vandalismo iban a acelerar el proceso de degradación, desconchando los estucos húmedos, haciéndolos estallar y recociendo el cemento de las bóvedas. Además, los propios árboles sostenían en un abrazo las piedras que habían desplazado. Pero en cuanto morían, los muros se derrumbaban. He conversado con Alberto Ruz Lhuiller, quien propició el rescate de la cripta de la Pirámide de las Inscripciones: él después de cuatro campañas de excavaciones llegó a la meta. Me narró que fue necesario vaciar una inmensa escalera abovedada que descendía a 22 metros en el corazón de la pirámide a partir de la plataforma superior. La escalera había sido rellenada para impedir el acceso a la cripta, pero cuando Alberto hizo girar una pesada puerta triangular de piedra, vio una gran sala abovedada que en su centro estaba ocupada por una losa de piedra caliza esculpida de 2 metros por 3 y que pesaba 8 toneladas. Bajo esta losa, un sarcófago contenía los restos de un sacerdote-rey rodeado de numerosas joyas de jade, y con una máscara de mosaico.”
El estudio de la historia Maya nos dice que nunca existió un soberano que dominara una nación unida; sin embargo, en la región existió una cultura común que perduró gracias a las relaciones de sangre, el matrimonio y la creación de necesidades prácticas. Se cree que la sociedad Maya original estaba conformada de tres clases: la gobernante, tributarios y esclavos. A pesar de las diferencias sociales entre el pueblo y la nobleza, compartían creencias y prácticas básicas de importancia general, entre las que destacan el ideal de belleza y la religión, donde se incluía el estudio de la escritura, las matemáticas, la astronomía y el calendario. Su ideal de nobleza y belleza física condujo a la deformación del cráneo y al alargamiento artificial de la nariz, colocando dos tablas en la cabeza de los niños recién nacidos, una en la parte posterior de la cabeza y otra sobre la frente, que era fijada con vendas y se dejaba durante varios días. La nariz se alargaba mediante extensiones hechas posiblemente de madera, arcilla o cera. El estrabismo era apreciado, y era una característica que se fomentaba atando una pequeña bola de resina en el cabello de los niños procurando que cayera entre sus ojos. En ambos sexos era práctica común tatuarse y hacerse diversas cicatrices, sobre, todo para complementar características físicas ya existentes. Los mayas practicaban tanto sacrificios humanos como el suicidio; las ofrendas incluían sangre humana y de diversos animales, y durante los tiempos de escasez de éstos aumentaba el número de sacrificios humanos, lo que les envolvía en guerras constantes con sus vecinos por la necesidad de conseguir victimas para el sacrificio humano, que los llevaba a incursiones y escaramuzas continuas; siendo los guerreros cautivos considerados de gran valor. Extraña paradoja de un pueblo sabio y bárbaro, según los anales. Pues la religión era el centro de su cultura, y estaba definida y guiada por los sacerdotes, quienes habitualmente eran hijos de nobles. La deidad más importante era Itzam Na, que literalmente significa "casa de iguana", o creador del universo. El culto reza que Itzam Na puede adoptar diversas formas, y que en cada una de ellas cambia su nombre y el papel que juega; por ello, todas las deidades mayas son facetas de Itzam Na y ellos formaban parte de un orden social divino; se ha considerado que la cultura Maya se aproxima al monoteísmo adorando sólo a Itzam Na como principio y fin de todas las cosas. Y en esto, ciertamente, se hace semejante a otras culturas importantes de la antigüedad, como el Taoísmo en China que adoraba a un solo Dios: el humilde Tao.
Utilizando el comercio los mayas contactaron con otros pueblos, siendo la semilla de cacao su moneda principal; los comerciantes mayas aceptaban piedras, cuentas de concha, semillas rojas, plumas o pequeñas hachas de cobre. Algunos productos como la cera de abeja, la miel, los textiles, el hule, el copal, los tintes vegetales, el tabaco, la vainilla, la cerámica, las conchas y las pieles provenientes de las tierras bajas, se intercambiaban por jade, cinabrio, obsidiana, plumas de quetzal y cerámica procedentes de las regiones altas. Así, la vida del pueblo transcurría entre las labores de la tierra y el comercio, la construcción y el mantenimiento de sus grandiosas ciudades; existía una gran movilidad social, ya que era posible de acuerdo a su capacidad que cualquier trabajador llegara a ser un gran guerrero o a distinguirse en las artes y el comercio, guardándose memoria en varias Crónicas los nombres de algunos estos héroes hasta ahora, cuando la desaparición que sufrió el pueblo Maya entre los años 900 y 950 de nuestra Era aún es un misterio; sin embargo, existen muchas hipótesis que la explican, y es posible que haya sido una combinación de factores, corno la degradación del sistema debida al incremento de la población, las guerras, las revueltas de campesinos y epidemias. Porque lo que encontraron los españoles era un pueblo diezmado más de quinientos años antes, el que había olvidado en parte incluso uno de los mayores rasgos de la genialidad del pueblo Maya: su escritura.
Si por literatura se entiende el arte cuyo único instrumento es la palabra escrita,
es difícil concebir una literatura de los mayas antiguos. Existe un gran arte en
los ideogramas y tanto los artistas que labran la piedra como aquellos que plasman en gráficas las ideas, siguen leyes estéticas que permiten suponer una unidad para su general comprensión. La literatura Maya, para el pensamiento actual, se inicia al fusionarse con la cultura hispana, disponiendo de un abecedario que permite su traducción a una escritura que la hace más fluida y legible. Pero cuando este abecedario está al servicio de la palabra Maya, aparece la diferencia entre el lenguaje común y ese otro, ricamente elaborado, propiamente artístico: oraciones, cantos, discursos, consejos y dramas, desbordan una serie de géneros y estilos, aunque éstos no sean propiamente "escritos", sino que se pronuncian y transmiten oralmente o están tallados en la piedra de sus ciudades, pero aún sin descifrar casi en su totalidad.
Entre los escritos que se conservan existen unos pocos originales en papel de amate y abundan las fuentes coloniales, pero estas se hallan tan influidas que es difícil saber qué parte del contenido es prehispánico y cuál europeo. A pesar de ello, hay momentos en que se puede "sentir" cuándo un texto es más puro que otro, y hay también interpolaciones cristianas tan obvias, que permiten suprimirlas para rescatar limpiamente los textos mayas. La mayor parte de escritos rescatados están escritos en Maya usando caracteres latinos, y su redacción se debe en gran parte a fray Juan de Herrera, franciscano quien llega a esta zona en 1545, y a fray Luis de Villalpando, fundador de la primera escuela de niños en Yucatán. Este último es aparentemente el primero en utilizar los caracteres latinos, con una serie de modificaciones, para captar los peculiares sonidos de la lengua Maya que no existen en ninguna europea. No quedan copias de las escrituras que se realizan en el siglo XVI, ya que conforme se deterioran se les sustituye por nuevos manuscritos que sufren un mayor número de interpolaciones, además de otros temas que los alejan del original. Sin embargo, con plegarias, cuentos de sus antepasados, canciones y otros textos que todavía se pueden recoger oralmente entre los grupos mayas, se obtienen aquellas características propias de su lenguaje al abordar ciertos temas de contenido profundo. Respecto a éste, una división simplista pero útil separa las fuentes coloniales en textos históricos y no históricos. Los primeros contienen crónicas y datos breves sobre hechos y sucesos. Los segundos, en cambio, son textos proféticos, mítico-religiosos, médicos, pleitos de tierras llamados "legales", diccionarios y vocabularios.
A cierto tipo de sacerdotes mayas que profetizan y conocen la historia se les llama Chilam Balam y los libros escritos por ellos reciben el mismo nombre; para diferenciarlos, se les agrega el nombre de la zona de donde proceden. Se conocen el Chilam Balam de Tizimin, de contenido mixto; el de Ixil, de contenido médico; el de Nah, de profecías y médico; el de Tekax, con material astronómico, calendario y médico; el de Tusik, recientemente descubierto en ese pueblo y que está en poder de Apolinario Itza, llamado también Yum Pol, mismo que contiene lenguaje de suyua o religioso; el Chumayel, el mejor conocido y de contenido mixto; y los de Kaua y Mani con temas alusivos a profecías y calendarios. También se tienen noticias de otros de Calkini, Peto, Nabula, Oxkutzcab, Tihosuco, Tixkokob y Hocaba, pero se han perdido o existen sólo fragmentos. Se cuenta también con las crónicas de Calkini, Chicxulub, Yaxcucul, escrito por Macau Pech, el libro de Cacalchen, el de Ticul, el Título de los señores de Totonicapan, los Anales de los Cakchiqueles y las Crónicas de Guatemala. Entre las últimas están los títulos de la Casa Izquin-Nehaib, de la Señora del territorio de Otzayá, una reina Maya constituyendo ejemplo junto a otros documentos de la presencia importante de la mujer en esta cultura con documentos escritos en que se mencionan otras reinas mayas. Existe el título real de don Francisco Izquin-Nehaib, la Historia de los Xpantzay y de Tecpan-Guatemala, la Historia Quiche de Juan de Torres y otros en que destaca, sin dudas, el "Popol Vuh", cuyo contenido es eminentemente mítico, es uno de los libros considerados sagrados de la antigüedad y el que por su difusión, a partir de múltiples traducciones y ediciones, ha dado a conocer a la cultura Maya.
Bastaría transcribir algunos de los textos mencionados para apreciar la línea poética que contienen, pero creo que es necesario hacer notar que los escritores mayas utilizaban lo que nombran suyuathan, en lenguaje hierático “la palabra virgen”, por ejemplo conversaciones que utilizan los sacerdotes para examinar, por medio de enigmas, a los jóvenes aspirantes al sacerdocio, y saber si ya están capacitados para serlo: esto es palpable en el "Chilam Balam de Chumayel" que Mediz Bolio llama "Libro de las Pruebas". Escritos similares se encuentran también en el "Chilam Balam de Tusik" donde hay una sección dedicada al suyuathan. En el "Chumayel" hay un escrito de gran dramatismo y belleza que se refiere a los dzules (palabra castellanizada cuyo plural correcto en Maya-quiche es dzuloob), los extranjeros, los conquistadores; es un lamento a la destrucción de lo que era su cultura:
"Esto es lo que escribo: En mil quinientos cuarenta y uno,
fue la primera llegada de los dzules, de los extranjeros
por el Oriente. Llegaron a Ecab, así es su nombre.
Y sucedió que llegaron a la Puerta del Agua, a Ecab,
al pueblo de Nacom Balam, en el principio de los días
de los años del Katún Once Ahau. Quince veintenas de
años antes de la llegada de dzules, los itzaes se dispersaron.
Se abandonó el pueblo de Zaclahtun, se abandonó el
pueblo de Kinchil Coba, se abandonó Chichón Iza, se
abandonó Uxmal y, al sur de Uxmal, se abandonó Kabah,
que así es su nombre. Se abandonaron Zeye, y Pakam, y
Homtum, el pueblo de Tixcalomkin y Ake, el de las
puertas de piedra. Se abandonó el pueblo donde baja
la lluvia, Etzamal, allí donde bajó el hijo del todo Dios, el
señor del Cielo, el Señor-Señora, el que es Virgen
Milagrosa. Y dijo el señor: "Bajen los escudos chimallis
de Kinich Kakmo". Ya no se puede reinar aquí. Pero
queda el Milagroso, el Misericordioso. "Bájense las
cuerdas, bájense los cintos caídos del cielo. Bájense
las palabras caída del cielo". Y así hicieron reverencia
de su Señorío los otros pueblos, así se dijo, que no servían
los Señores dioses de Emal.
Y entonces se fueron los grandes itzaes. Trece veces
cuatrocientas veces cuatrocientos millares y quince
veces cuatrocientas veces cuatrocientos centenares vivieron
herejes los itzaes. Pero se fueron y con ellos sus discípulos,
que los sustentaban y que eran muy numerosos. Trece
medidas fue Iximal y a la cabeza de la cuenta de los
de Iximal hubo nueve almudes y tres ox. Y los hijos de
pueblos fueron con sus dioses por delante y por detrás.
Su espíritu no quiso a los dzules ni a su cristianismo. No
les dieron tributo ni el espíritu de los pájaros, ni el de las
piedras preciosas, ni el de las piedras labradas, ni el
de los tigres, que los protegían. Mil seiscientos años y
trescientos años y terminaría su vida. Ellos sabían contar
el tiempo, aun en ellos mismos. La luna, el viento, el
año, el día: todo camina, pero pasa también. Toda sangre
llega al lugar de su reposo, como todo poder llega a su
trono. Estaba medido el tiempo en que se alabaría
la grandeza de Los Tres. Medido estaba el tiempo de la
bondad del sol, de la celosía que forman las estrellas, desde
donde los dioses nos contemplan. Los buenos señores de
las estrellas, todos ellos buenos.
Ellos tenían la sabiduría, lo santo, no había maldad
en ellos. Había salud, devoción, no había enfermedad,
dolor de huesos, fiebre o viruela, ni dolor de pecho o de
vientre. Andaban con el cuerpo erguido. Pero vinieron
los dzules y todo lo deshicieron. Enseñaron el temor,
marchitaron las flores, chuparon hasta matar la flor
de los otros porque viviese la suya. Mataron la flor de
Nacxít Xuchitl. Ya no había sacerdotes que nos enseñaran.
Y así se asentó el segundo tiempo, comenzó a señorear, y
fue la causa de nuestra muerte. Sin sacerdotes, sin
sabiduría, sin valor y sin vergüenza, todos iguales. No
había gran sabiduría, ni palabra ni enseñanza de losseñores. No servían los dioses que llegaron aquí. ¡Dzules
habían venido a castrar el sol! Y los hijos de sus hijos
quedaron entre nosotros que sólo recibimos su amargura.”
La incursión profética de los libros "Chilam Balam" puede apreciarse justamente en el llamado "La Palabra de Chilam Balam, Sacerdote de Mani", que vivió hacia el año 1300 y aborda predicciones sobre la Conquista española, asegurando la llegada de un único Dios y la creación de un nuevo orden: Cuando acabe la raíz del 13 AKau Katún,
sucederá que verá el Itzá.
Sucederá que verá ahí en Tancah
la señal del Señor, Dios Único.
Llegará. Se enseñará el madero asentado sobre los pueblos,
para que ilumine sobre la tierra.
Señor: se acabó el consuelo,
se acabó la envidia,
porque ese día llegará el portador de la señal.
¡Oh señor, su palabra vendrá a hundirse en los pueblos
de la tierra!
Por el norte, por el oriente llegará el amo,
¡Oh poderoso Itzamná!
Ya viene a tu pueblo tu amo. ¡Oh Itzá!
Ya viene a iluminar tu pueblo.
Recibe a tus huéspedes, los barbados,
los portadores de la señal de Dios.
Señor, buena es la palabra del Dios que viene a nosotros
que viene a tu pueblo con palabras del día de la
resurrección.
Por ello no habrá temor sobre la tierra.
Señor, Tú, Único Dios, el que nos creó.
¿Es bueno el signo de la palabra divina?
Señor: el madero antiguo es substituido por el nuevo...
Notable resulta la perseverancia y la riqueza de la tradición oral Maya. Pronunciamientos antiguos se escuchan aún entre los mayas actuales, y a pesar de las modificaciones sufridas, en ellos se aprecia toda la esencia del pasado. Siguiendo las reglas que se tenía por costumbre entre sus antepasados, muchos de los cantos y oraciones sólo pueden ser dichas por aquellos que, preparados religiosamente, están elegidos para ello. Entre los grupos más conservadores, el sacerdote principal de la comunidad, se refiere a los siguientes para invocar a la Trinidad (clara interpolación católica) en las ceremonias conectadas con las deidades más importantes de la agricultura, la lluvia y los vientos: Kanleox, hermosa señora, y Tú,
hermosa señora Magdalena, y tú,
hermosa señora Verónica, y tú,
hermosa señora Guadalupe.
Aquí os congrego donde está la majestad,
los santos señores:
el señor Zaztunchac, Dios de la Lluvia Piedra Transparente
en el Oriente,
Yaxpapatun, El Rompepiedras Verde, Chacpapatun, El
Rompepiedras Rojo,
Kanpapatun, El Rompepiedras Amarillo,
Ekpapatun, El Rompepiedras Negro,
Kakalmozonikob, Dioses del Fuego y del Torbellino,
Mizencaanchaac, Rayo que Barre el Cielo,
Ah Thoxoncaanchaac, Nuestro Dios de la Lluvia del
Tercer Cielo...
Boloncaanchaac, Dios de la Lluvia del Noveno Cielo,
Lelemcaanchaac, Dios de la Lluvia Látigo Relampagueante,
Hohopcaanchaac, Dios de la Lluvia del Quinto Cielo.
Sed glorificados
mientras cae mi palabra para los protectores de la tierra,
el protector del bosque, el protector de la llanura,
el protector de la montaña.
Así hago llegar mi palabra a donde ellos residen,
están colocados...
Solamente en abril de 1989, utilizando las más modernas herramientas del análisis lingüístico como guía, los estudiosos llegaron a rápidos progresos descifrando la antigua lengua maya. Aproximándose a los jeroglíficos de los monumentos mayas como lenguaje hablado más que como un código que tendría que ser descifrado, los estudiosos han progresados mucho más allá del primitivo desciframiento realizado por los primeros especialistas que veían los labrados como acertijos. Se diría que en las décadas de 1970 y 1980 comenzaron a descifrarse la mayor parte de los 800 jeroglíficos mayas rescatados hasta 1989. Solamente en 1987 se descifró la tercera parte de las más o menos 60 sílabas fonéticas usadas por los antiguos escribas. Cierto que desde la década de 1990 hasta ahora en 2009, no existe una traducción perfecta de sus textos porque aún hay mucho que hacer para unificar interpretaciones. Entre tanto, siguen encontrándose escrituras mayas, como en 2006 una serie de jeroglifos bajo paredes pintadas, y en fragmentos de argamasa en la estructura piramidal conocida como Pinturas de San Bartolo, en Guatemala, cuya data es hacia el año 250 antes de nuestra época.En 1987, cuando publiqué una visión del pueblo Maya en UnoMásUno de México, había apenas un puñado de lingüistas trabajando en los jeroglíficos mayas, como la doctora Kathryn Josserand, de la Universidad de Texas, en Austin, con quien conversamos entonces. Pero ahora hay, cuando menos, dos docenas. Los primeros trabajos en torno de los mayas lo hicieron epigrafistas que se especializaban en descifrar antiguas inscripciones. Conocieron los números mayas así como el calendario y tuvieron acceso a documentos del siglo XVII con indicios respecto a algunos sonidos. En parte también progresaron valiéndose de corazonadas.
Por ejemplo, fueron capaces de suponer que una persona elegantemente vestida era un noble y que una persona desnuda era un prisionero de guerra. Los lingüistas avanzaron así y hallaron modos de determinar el nombre de un noble, su título, lo que hacía y cómo se capturó al cautivo. Los lingüistas aplican las reglas formales de la gramática, patrones fonéticos de lenguas mayas actuales y analizan el discurso -el modo en que habla la gente en si para describir situaciones comunes- para descifrar los jeroglíficos, explicó Josserand. Hace unos años manifestó Linda Schelle, importante epigrafista de la Universidad de Texas, en Austin, que los principales eruditos en cuestiones mayas pensaron que los jeroglíficos nunca serían descifrados porque se trataba de logogramas: “caracteres pictóricos que representan palabras o ideas completas. Sin alguna clave para descifrar estos significados, las ideas quedarán encerradas en la piedra para siempre”. Los estudiosos creyeron también que la mayor parte de los glifos representaban información astronómica o eran calendarios. El desciframiento avanzaba a paso de caracol -adujo la doctora Schelle-, con una cuantas palabras descifradas por aquí y por allá, por medio de corazonadas y conjeturas. Pero esto comenzó a cambiar, añadió, en cuanto dos revolucionarias ideas, dadas a conocer a finales de la década de 1950, y prevalecieron en una nueva generación de especialistas mayas que surgió a principios de la década de 1970: “Una idea fue que los jeroglíficos son una mezcla de logogramas que representan palabras completas y de sílabas fonéticas que en realidad significan palabras en lenguaje hablado. La segunda idea fue que los grandes monumentos erigidos por mayas contienen relatos acerca de hechos y personas verdaderas. Eran cuentos históricos que se esperaba fueran leídos”.
En este punto, dijo entonces James Fox, profesor de lingüística en la Universidad de Stanford, los lingüistas se interesaron en los jeroglíficos mayas. Dado que estas eran historias acerca de personas verdaderas, razonaron los lingüistas, deberían reflejar un lenguaje verdadero. En la práctica un glifo puede representar una silaba o toda una palabra, apuntó el doctor Fox: “Se lee en cualquiera de esas formas según el contexto. Por ejemplo, uno de los glifos se puede traducir como cabeza de murciélago. Y puede ser leído como “zotz”, que quiere decir murciélago, o como la sílaba fonética “tz-i”. Con frecuencia las palabras se deletrean con varios glifos silábicos, como en el inglés y otras lenguas que usan el alfabeto para formar palabras. Más todavía: de igual manera que las combinaciones de letras, en inglés, los glifos silábicos mayas pueden tener diferentes pronunciaciones”.
Los escritores hallaron muchas maneras de escribir la misma frase, dijo Floyd Lounsbury, lingüista de la Universidad de Yale. La sílaba “ha” pudo ser escrita de cinco maneras diferentes, todas dentro del mismo texto. De las 28 lenguas mayas que se hablan hoy, dos son las más cercanas al lenguaje hablado por los antiguos mayas, acotó el doctor Fox. Estudiando las palabras que existen en todas las lenguas, los estudiosos pudieron reconstruir la lengua ancestral. De esta manera los estudiosos determinaron que las dos lenguas modernas -yucateco y chol- están relacionadas con las lenguas originales, del modo en que el inglés moderno está relacionado con el inglés medio que se habló antes del Renacimiento. A despecho de los cambios ocurridos, los lingüistas pueden usar la gramática del yucateco y el chol modernos, al igual que las reconstrucciones de las primeras formas del lenguaje, para traducir ahora los jeroglíficos, lo que se llama análisis de discurso.Ahora se sabe que los lenguajes mayas antiguos y los modernos siguen un orden específico de palabras. Por ejemplo, un verbo transitivo que ejerce la acción en un complemento va seguido siempre por su complemento y luego por su sujeto Un verbo intransitivo, que no tiene complemento, va seguido por un sujeto. “Los epigrafistas están cautivados con el análisis del discurso”, dijo la doctora Schele, y tiene razón. Los reyes mayas ordenaban escribir en la piedra mensajes que no eran diferentes a las actuales declaraciones del Departamento de Estado. Las palabras informan acerca de lo que el funcionario dijo, lo que intentó decir y lo que no dijo. El análisis del discurso ayuda al epigrafista a leer entre líneas.
“Hay aún mucho trabajo por hacer”, ha comentado David Stuart, epigrafista de la Universidad de Princeton, cuyo padre, George, es también un importante experto maya. Stuart, tradujo glifos desde su juventud y es considerado notable descifrador de los sonidos silábicos mayas, usando su memoria de los glifos y sus habilidades para reconocer patrones, descifrando hasta ahora más sílabas que cualquier otro estudioso. Ha dicho: “Para descifrar una sílaba hay que imaginar cómo se comportan los glifos en diferentes contextos. Por ejemplo, encontré glifos que parecían connotar la palabra “montaña” en varios textos. Al ver estos glifos en otros contextos y al ver cómo podía ser representada montaña en otras formas, gradualmente creé un valor fonético para los dos signos “wi” y “tsi”. Tomé luego un diccionario chol y encontré que la palabra para montaña era “witsi”. Se conoce el significado de algunos glifos pero no se pueden pronunciar, mientras que otros glifos pueden pronunciarse pero se desconoce el significado. “Traducir los jeroglíficos mayas es un hermoso reto”, ha dicho Stuart padre, que ha realizado una importante labor en la Sociedad Geográfica Nacional de Estados Unidos.
Anotemos que entre los mayas era cruel el destino de los escritores que trabajaban para señores que caían en desgracia. Torturados y humillados públicamente antes de su ejecución, a estos funcionarios reales se les arrancaban las uñas y sufrían la mutilación de sus dedos. A través de este acto los vencedores buscaban destruir la capacidad de sus rivales para crear escritos políticamente persuasivos. Esto indican algunos murales de Bonampak que permaneció oculta 12 siglos bajo la frondosa selva mexicana del estado de Chiapas: el rescate de los frescos que han brotado y adornaban sus palacios han ido revelando que la vida retratada era la común en el pueblo Maya, nutrida de ceremonias religiosas, fiestas, guerras y sacrificios humanos. El análisis detallado de una de estas pinturas reveló en 2001 que -al igual que los líderes de hoy- los monarcas mayas asignaban un papel crucial a la palabra escrita como instrumento para afianzar su poder político.
Cuando los reyes rivales eran derrotados en batalla, los escribas de la época eran capturados, humillados públicamente, mutilados y finalmente ejecutados. Según quedó plasmado en uno de los frescos del Palacio de las Pinturas de Bonampak, el que retrata una escena en que nueve prisioneros yacen a los pies del rey victorioso. Se sabía que las personas representadas eran prisioneros, sin embargo, luego de procesar computacionalmente fotografías de los murales, el profesor de Antropología de la Universidad de Ohio, Kevin Johnston, descubrió detalles inadvertidos: "Uno de ellos sostenía en sus manos una pluma de ganso,
lo que nos sugiere claramente que se trataba de escribas", afirmó el experto. El pueblo Maya llegó a estar formado por unas 40 ciudades-estado en sus dominios, y al no existir un solo rey que controlara todo el territorio, los monarcas locales recurrían a los escribas para diseñar estrategias de poder. Su labor consistía en elaborar textos en los cuales resaltaban los triunfos de sus líderes y describían los horrendas consecuencias que aguardaban a los insubordinados. "Los escribas eran tanto historiadores como agentes de relaciones públicas. Ellos registraban eventos como nacimientos, muertes, asuntos de guerra, la captura y sacrificio de los enemigos políticos y el cumplimiento de las obligaciones rituales", hizo notar Johnston, quien agregó que su objetivo era definir su cultura e imponer su interpretación de la realidad:
“Pudimos revelar detalles que habían pasado inadvertidos: El rey victorioso es acompañado de sus seguidores. Gotas de sangre emanan profundamente de los dedos de los prisioneros, los que han sido quebrados y sus uñas arrancadas de raíz. Mientras uno de ellos sostiene una pluma de ganso, como si registrara su propia tortura y ejecución. Un fresco muestra el momento en que un escriba está sufriendo la quebrazón de sus dedos. La reconstrucción computacional de la escena demostró que el penúltimo cautivo (de derecha a izquierda) sostiene en su mano una pluma, convención pictórica que los mayas empleaban para señalar la actividad de los escritores. Los reyes vencedores destruían sus dedos para simbolizar la pérdida de poder político de los monarcas vencidos. Con este acto simbolizaban la destrucción de la capacidad de sus rivales para comunicarse. Estas escenas las hemos ido descubriendo no sólo en Bonampak, también en Palenque y en el sitio de Piedras Negras en Guatemala, indicando las pinturas el cruel final cuando les arrancaban el corazón y les cortaban la cabeza".
Desde la ilustre Ciudad de Guatemala he subido al Lago de Atitlán, viajando menos de tres horas por carretera hemos tomado como base Panajachel, para recorrer desde ahí los poblados mayas que viven alrededor de las aguas a orillas del Volcán de Atitlán, a 3850 metros de altura
sobre el nivel del mar. El lago de Atitlán parece ser un enorme punto azul en el centro de las montañas, que lo rodean, y es uno de los sitios turísticos mas visitados por nacionales y extranjeros, donde se disfruta de piscinas, eventos acuáticos, pesca, carreras de caballos y viajes en bote. Se extiende por 112 kilómetros, enmarcado por inmensas paredes de roca, a orillas de otros volcanes como el de San Pedro y Tolimán, el primero con 1100 metros de altura y el segundo con 3400 metros, majestuosos por su belleza natural, en cuyas faldas se encuentran pequeños poblados mayas identificados a partir de la Conquista con los nombres de algunos apóstoles cristianos como San Lucas, Santiago, San Pedro, San Juan... El clima del lago es más bien frío desde el atardecer al amanecer, de día siempre me ha tocado un clima excepcional. No se conoce la profundidad del lago ya que lo único que se ha podido medir son 375 metros. Algunos dicen que es un viejo cráter extinguido, y otros que la furia de los volcanes alteraron el curso de tres ríos que venían del norte del país y los cuales han formado el lago.
Los vientos son importantes para los vecinos de la región. Nunca los pueden predecir, pero generalmente comienzan por la tarde. Cualquier bote
tiene que estar preparado para posibles problemas y lo más peligroso es para las canoas que son usadas por los vecinos, ya que este es su medio de transporte para poder moverse de un poblado a otro. Estos dignos mayas que viven en las orillas del lago son descendientes de aquellos que abandonaron las grandes ciudades y llegaron con su memoria histórica al lugar, a partir del año 900, integrándose lo mejor que podían a ser vecinos de otros grupos que aquí han vivido por milenios, desde el tiempo del primer hombre en América. Por su costumbre de vivir en las selvas y ahora adecuados con la tierra de las montañas, el lago es de poca importancia para los pueblos mayas que viven rodeando las aguas, con excepción de la comunidad de Santa Catarina Palopo en donde se vive de la pesca, y he probado una variedad de pejerreyes fritos exquisitos. Los otros grupos no viven del lago, viajan por él nada más por necesidad de traslado, y nadan o practican deportes en las aguas raramente, quedando los eventos lacustres que se realizan en manos de ladinos.
Caminando desde Panajachel hacia el norte por la orilla del lago se llega al embarcadero Tzanjuyu, que sirve de terminal lacustre donde fluyen los vecinos, en el mismo sitio en que estaba en 1542 cuando llegan los primeros visitantes europeos. Desde ahí es posible integrarse a los grupos en uno de los lanchones con guía turístico, por un dólar americano por persona, o arrendar un lanchero con su bote, que es la opción que siempre utilizamos para recorrer la zona, a un precio conversable para visitar sitios cuyo valor es inestimable, según pienso.
Un viaje a Santiago Atitlán, toma hora y media. Este poblado está catalogado como uno de los más interesantes de la región por el colorido del vestuario de sus habitantes, su mercado al que acuden comerciantes de todos los otros poblados y la forma en que están construidas sus casas de piedra y caña en forma de pirámides. Famosas son sus pinturas y su artesanía en madera y tela. El pueblo está dividido en cinco distritos, la mayor parte de los indígenas cultivan maíz y frijol que son los principales productos que producen y consumen, además de café, vegetales y frutas.
San Marcos La Laguna es un pueblo situado sobre dos cerros donde se habla Kachikel. El centro del pueblo estaba en un valle dentro de los cerros,
pero éste fue inundado en 1950, inundaciones que periódicamente siguen dañando el lugar. La Iglesia ha sido reconstruida pero el pueblo y la escuela han sido movidas a sitios alrededor del lago.
A San Pedro La Laguna me toma llegar por lancha una hora y quince minutos: he visto excepcionales textiles y productos de fibra, todos hablan Tzutuil y los pocos hombres del pueblo que hablan español sirven de intérpretes para intereses colectivos, como los actuales títulos de dominio de sus tierras que negocian con las autoridades y que los tiene enfrentados seriamente ante la sociedad civil, a la que no entienden “por querer desconocer fechas y límites escritos en que respaldamos nuestra tierra a orillas del Atitlán”. San Lucas Tolimán se ubica a una hora y quince minutos en lancha desde Panajachel y a cuarenta minutos por una ruta asfaltada desde Godínez. Está localizado en la base del Volcán de Tolimán al suroeste del lago y los pobladores hablan Cakchikel, cultivan café y la gente que vive en
las montañas ha rescatado en su memoria la práctica de ceremonias religiosas, a cuyas celebraciones acuden los otros pueblos del lago.
Cruzar el Atitlán, sentirse en medio del dorado de sus aguas a la hora de la tarde o mirarlo desde sus orillas rodeado de montañas color zafiro profundo al amanecer, explican porqué Aldous Huxley lo describió como al lago más hermoso del mundo. Mirando a lo lejos las alturas de los tres gigantescos volcanes (San Pedro, Tolimán y Atitlán), hemos visto un deslumbrante despliegue de relámpagos en el cielo que rebotaban en los espejos que parecían las aguas del lago. En el lado sur de las aguas está el cuarto volcán con su desafiante fortaleza maya asentada en los interiores del cráter del Cerro de Oro.
San Antonio Palopo está ubicado a doce kilómetros desde Panajachel por carretera no pavimentada. El poblado ocupa aproximadamente 34 kilómetros cuadrados, “como está escrito en los títulos antiguos”: algunos de sus residentes dependen de la tierra, que han mantenido suyas desde la época precolombina y hoy también están en conflicto con ladinos, como califican a los extranjeros que han aparecido con títulos de tierras que tienen en litigio, se dice que es zona en la cual uno debe transcurrir como sus habitantes: dignos y reservados, no hacer preguntas y aceptar la comida que se te ofrezca. Aquí de manos de doña Edilia gusté una crema de flor de calabaza exquisita y comí no sé cuántos tacos de carnes blancas con verduras, epazote y chile y bebí un agua de tamarindo azul que más no quería yo.
San Pablo La Laguna está a 20 minutos por lancha saliendo viernes y sábados desde Panajachel. El pueblito a orillas de una playa magnífica marca la división del lenguaje de Cakchikel a Tzutuil en el departamento de Sololá: no toda la población habla Tzutuil pero la vecindad de 2 pueblos Tzutuiles influyen en San Pablo. Esta particularidad ubica al sitio como centro ideal para los estudiosos mayistas, que irradian desde el lugar varias escuelas especialmente centradas en lenguaje Maya. Como simbólico homenaje al sitio donde se rescataron varias obras literarias mayas, entre ellas “Los Anales de los Cakchikeles", que relata la creación del hombre de acuerdo al mito Maya, similar al que narra el "Popol Vuh": "Entonces fue creada la Piedra de Obsidiana por el hermoso Xibalbay, por el precioso Xibalbay. Entonces fue hecho el hombre por el Creador y el Formador, y rindió culto a la piedra de Obsidiana. Cuando hicieron al hombre, de tierra lo fabricaron, y lo alimentaron de árboles, lo alimentaron de hojas. Únicamente tierra quisieron que entrara en su formación. Pero no hablaba, no andaba, no tenía sangre ni carne, según contaban nuestros antiguos padres y abuelos ¡oh hijos míos! No se sabía que debía entrar (en el hombre). Por fin se encontró de qué hacerlo. Sólo dos animales sabían que existía el alimento en Paxil, nombre del lugar donde se hallaban aquellos animales que se llamaban el Coyote y el Cuervo. El animal Coyote fue muerto y entre sus despojos, al ser descuartizado, se encontró el maíz. Y yendo el animal llamado Tiuh-Tiuh a buscar para sí la masa del maíz, fue traída de entre el mar por el Tiuh-Tiuh la sangre de la manta y de la culebra y con ellas se amasó el maíz. De esta manera se hizo la carne del hombre por el Creador y el formador. Así supieron el Creador, el Formador, los progenitores cómo hacer al hombre formado, según dijeron. Habiendo terminado de hacer al hombre resultaron trece varones y catorce mujeres; había (una mujer) de más. En seguida hablaron, estuvieron, tenían sangre, tenían carne. Se casaron y multiplicaron. A uno le tocaron dos mujeres. Así se unieron las gentes, según contaban los antiguos ¡oh hijos nuestros! Tuvieron hijas, tuvieron hijos aquellos primeros hombres. Así fue la creación del hombre, así fue la hechura de la Piedra de Obsidiana".
Santa Cruz La Laguna, ubicado a cuarenta kilómetros desde Panajachel en ruta no asfaltada, es zona Maya-quiche que de alguna forma me parece más cordial y rica que las otras etnias reinantes en la actualidad, ellos no tienen afinidad lingüística con sus vecinos. Se habla el Quiche aquí y en Santa María Visitación, localizada en lo alto de la montaña al oeste del lago, donde nos hemos quedado unos días en casa de familiares alfareros de mis anfitriones en Panajachel, que traen desde acá greda y tierra blanca. Con ellos sé de cultos asociados con los Tziltacaj, "dueños de montañas y cerros", me hablan de alushes, duendes, espíritus chocarreros que se roban la comida y hacen maldades y que ellos, para contrarrestar, rescatan en sus cacharros de greda y barro como son aquellos hombres que fueron creados de barro original y nombran alush, y por eso no es buen signo cuando un alush se rompe y sólo quedan de él unos cuantos tepalcates, y hay que tirar ofrendas a las aguas. Se han encontrado semejanzas entre su mitología y la de los tzotziles, otro grupo Maya pero asentado en México, que sostienen la creencia de que la tierra es cuadrada, se halla rodeada de agua y es sostenida por cuatro pilares, hombres-reptiles, que al serpentear producen los temblores. Igualmente asocian, a la manera antigua, los colores clásicos con los puntos cardinales, y consideran que el norte y el sur son los lados de los paraísos. Jesucristo y el dios Sol Creador, son una misma deidad, y de manera
semejante vinculan a la diosa Luna con la Virgen María, dueñas de la fertilidad. Veneran especialmente a la tierra que si por un lado produce, por el otro arrebata y devora todo. La cruz defiende a los hombres de los pukuh, seres maléficos. Todas las cosas del mundo poseen alma, están animadas y tienen influencia sobre la vida del hombre; por eso se les habla, se les canta, y ofrenda.
Panajachel me encantó. En el aire se respira una atmósfera fresca y olorosa. Es el centro más conveniente para el visitante, donde se encuentra la mayoría de los hoteles y restaurantes, así como también excelentes tiendas de ventas y antigüedades. Muchos consideran que Panajachel tiene la mejor vista del lago y las montañas y así lo creo. Las mujeres tejiendo sus telares de mano en el mercado de Panajachel son herederas de la tradición antigua de tejedoras, vistiendo su güipil aquí distintivo predominantemente rojo con líneas verticales color café delante y atrás color púrpura, cubierto de multicolores figuras rescatadas de los glifos antiguos y escriturales bordados a mano.
Nos ha recibido en su hogar Aurelio Montes Ay, que en su amplia casa recibe alojados, algunos de los cuales hace meses que viven allí, familiarizados porque todo transcurre en familia, en que su mujer y los hijos y las mujeres de sus hijos y los nietos forman el tronco. Todos tienen interés en lo que ocurre a los otros, en que se incluyen los huéspedes; con ellos conocí Panajachel cuya vida social es muy rica, y al caer la tarde es la hora ideal para conocer a los vecinos, porque lo mismo hay conferencias de prensa, presentaciones de libros, ciclos de cine, que restaurantes apacibles o discotecas junto a centros vegetarianos abiertos hasta el horario de cierre permitido para el comercio, que en la semana es las dos de la mañana. En el hogar de Aurelio Montes Ay he conocido al antropólogo Marcos Stanley de la Universidad del Pacífico, quien finaliza un doctorado en lengua Maya, que nos dice: “Debes subrayar que los más importantes caracteres de la cultura Maya prehispánica: erección de estelas, uso del arco corbelado, construcción de templos sobre terrazas superpuestas y sistemas de cálculos y escritura, han desaparecido completamente desde hace siglos. La Conquista, y más aún la sociedad colonial, modificaron sustancialmente las formas de vida prehispánicas. No obstante los diversos grados de asimilación de la cultura occidental por los indígenas, éstos conservan algunos patrones culturales propios, entre los que se pueden enumerar: una lengua que forma parte del tronco lingüístico maya, aunque fuertemente influida por el español, lo que trae como consecuencia cambios gramaticales y uso de numerosas palabras castellanas más o menos modificadas: una religión compleja, cuyas interpolaciones siguen el proceso histórico local del cristianismo; una cultura eminentemente agrícola, hijos del maíz por excelencia, sin olvidar el cultivo del frijol y la calabaza, así como la persistencia de una economía de auto consumo. Otras características: alimentación a base de productos agrícolas; mercado a base de trueque, que funciona además como tema social de reunión, y que acompaña las fiestas populares y grandes ceremonias religiosas; organización social a través de puestos civiles y religiosos, si bien estos cargos corresponden a los concedidos por los españoles durante la Colonia; patrón de asentamientos dispersos alrededor de una ciudad nuclear; choza tradicional, como sede de la familia; fabricación de artesanías, y uso del calendario ritual de 260 días”.
Por el doctor Marcos Stanley conocemos a la investigadora Mercedes Smith, también de la Universidad del Pacífico, quien realiza un estudio de lenguaje y vestuario en zona maya de Guatemala, y es una mujer muy gentil y dispuesta a compartir sus conocimientos. Ella nos dice: “Las principales lenguas mayas que se hablan en territorio guatemalteco, son el tojolabal, ixil, jacalteco, mam, kanhobal, pokomchi, uspanteco, tzutuhil, solomeco, quiche y cakchiquel; el maya yucateco predomina en la península, en tanto que hacia la frontera con México continuando la zona Maya se hablan chontal, chol, tzeltal y tzotzil. Las comunidades indígenas mantienen íntima relación entre sí, ya que muchas de ellas difícilmente pueden sostenerse mediante su precaria economía agrícola y se ven en la necesidad de intercambiar productos. Además de sus bellos tejidos y una gran variedad de cerámica con ollas de distintos tamaños y acabados, cestería, pieles de animales bien curtidas, enseres de madera, juguetes, ayates con distintos granos, maíz, frijol, trigo y lenteja, animales comestibles y muchas otras mercancías, llenan los puestos de los tianguis. Consecuentemente establece un mercado, y es entonces cuando se advierte cómo el vestuario permite su identificación, pues cada grupo se atavía de manera peculiar a fin de mostrar su origen, de aquí la importancia en los tejidos y elaboración de ropas singulares. La prenda de vestir esencial para los hombres era el ex, hecho de un trozo de tela lisa o bordada que se amarraba alrededor de la cintura y caía hacia adelante y hacia atrás en forma de falda angosta. La vestimenta de la mujer incluía el pic o falda, y una pañoleta que cubría el pecho, o usaban vestidos en forma de saco, a manera de güipiles o chales. La clase gobernante portaba tocados con plumas, capas de plumas o piel, y grandes cantidades de joyas principalmente de jade; las mujeres de la nobleza llevaban complicados peinados. Si bien es común que las faldas sean de enredo, según el grupo, unas mujeres la usan de lana negra y azul o algodón blanco. Es por supuesto el güipil la prenda distintiva por excelencia, especialmente en los bordados. Existe un llamado güipil de Magdalena, el más elaborado de todos, donde se observa que las flores y cruces, cuya función aparente es sólo decorativa, tienen una implicación religiosa, y representan la cosmovisión prehispánica. La sección de la prenda que cubre los hombros, el pecho y la espalda, señala con brocados los rumbos cardinales y contiene símbolos celestes, terrestres y del Infra mundo. El hueco por donde asoma la cabeza de la mujer, se convierte en el centro del universo. Este güipil sólo lo usan sacerdotisas de alto rango y prestigio en sus funciones religiosas, pues las demás se atavían con uno mucho más sencillo. La faja es común en todos los grupos, sea para sostener las faldas de enredo o los pantalones; sin embargo, la diferencia estriba en su número, color y longitud. La faja de algunos grupos mide siete metros de largo y es prácticamente la parte del atuendo que más luce por la forma caprichosa de enredarlo. Detalle de importancia son los listones que llevan en el sombrero, pues éstos representan las propiedades sinuosas de las serpientes, el aire y los ríos, animal y elementos tenidos como sagrados. Indudablemente es en las Tierras Altas de Guatemala donde se confeccionan los mejores productos textiles mayas” -afirma la investigadora Mercedes Smith.
En el hogar de los Montes Ay, además de atender su pensión, la familia en conjunto se dedica a la fabricación de tejidos que sirven para el descanso, en especial petates y hamacas tejidas con fibras vegetales, las mujeres, y los hombres son artesanos fabricantes de figuras de barro cocidas directamente al fuego, que rescatan formas y utensilios comunes a los glifos, pinturas y cultura maya. Una de las mujeres acaba de ser madre y no alcanzaron a llevarla al consultorio, siendo atendida en la misma casa por un curandero y luego verificado el éxito del nacimiento por el médico local. Me narran que el cordón umbilical se corta con machete sobre una mazorca y se piensa que los granos de ésta tienen poderes para lograr una buena siembra. Durante el primer día se alimenta a la madre con una fusión caliente de pimienta, clavo y maíz. Se entierra la placenta bajo el fogón del hogar junto con el cordón umbilical, siempre y cuando éste sea de niña, lo que en la casa no sucedió pues fue varón, Simón Francisco, y como es uso su cordón umbilical se colgó de las ramas más altas de un árbol.
La jerarquía de curanderos tiene su líder, el statal u'ul, hombre anciano y respetado en su profesión, y los siguen otros que según su edad se agrupan como biktal u'ul o curanderos mayores, y como nich'nal u'ul, curanderos jóvenes. La medicina Maya actual sigue las mismas fórmulas antiguas y los curanderos "toman el corazón" del paciente, es decir lo interrogan, y por medio del pulso dejan que "la sangre enferma hable a la sangre poderosa y curativa". Diagnosticada la enfermedad se procede a aniquilar el sortilegio: si fue causada por una persona de mala voluntad; si la trajo el swayohel, se procuran infusiones de yerbas medicinales. Me dicen que en la práctica pocas son las veces en que los mayas acuden a un médico considerado como tal por nuestra cultura: “Porque casi no existen consultorios médicos aquí, y si es necesaria una atención quirúrgica se debe trasladar al enfermo a la ciudad, donde debemos esperar hasta el último para ser atendidos. Y los médicos ladinos que hay cobran sumas por atender que no están a nuestro alcance, pero igual si tenemos acceso a la medicina ladina es utilizada luego de haber agotado nuestra propia medicina que nos ha permitido vivir hasta ahora, alejados de bastantes plagas y enfermedades ladinas”.
“El pueblo Maya espera su hora”, ha escrito Alberto Ruz, quizás el más insigne arqueólogo mayista de México, nótese que dice pueblo, y no arte o cultura. Porque no hace falta repetir pero es obvio hoy en día que las interpretaciones tradicionales no sólo están en crisis, sino que en la mayoría de los casos van quedando obsoletas a medida que se realizan nuevos hallazgos. Algunas obras de divulgación, es cierto, presentan interpretaciones distorsionadas de la realidad, sin embargo siguen siendo “manuales" para estudiar el tema. Escribió Ruz: "Al leer la mayor parte de las obras de divulgación parece que sólo existieron sacerdotes, jefes civiles y guerreros, altos funcionarios, sabios y artistas. El pueblo sólo se adivina en un nebuloso trasfondo; se presupone su indispensable existencia, pero ésta carece de interés para el historiador. Cuando se hace referencia al pueblo es para presentarlo como partícipe, con su trabajo, su fe y sus sacrificios, en la tarea colectiva que giraba alrededor del acto religioso, en perfecta armonía con sus dirigentes, integrando con ellos una sociedad equilibrada, sin conflictos, estática. Recalcar la presencia de todo el pueblo Maya en la elaboración de la cultura, precisar su papel en lo vida de la comunidad, definir sus relaciones dialécticas con los demás grupos sociales, establecer los intereses diferenciados de tales grupos, la participación de cada uno de ellos en la creación, dominio y usufructo de los bienes; aclarar la utilización de los conocimientos científicos y del arte, el papel político-social del sacerdocio; mostrar las consecuencias históricas de los conflictos internos vinculados al proceso de interrelaciones en Mesoamérica; caracterizar la sociedad Maya dentro de las categorías universales; analizar los efectos causados por la conquista, la colonia y la aculturación moderna sobre los pueblos mayas en su ambivalencia (conservadurismo-cambio, conformismo-rebeldía), tales son los principales problemas que debemos resolver."
Y así creo, y es en ese espíritu con el que me he atrevido a trazar estas lineas con la excusa de rescatar mi propia experiencia en tierras mayas. Como un aporte a quienes hoy están y suman cuantos han sido. Porque sin el arduo trabajo de los campesinos, escritores, talladores de piedra, pescadores y artesanos mayas, la élite privilegiada que detentaba el poder nunca hubiera podido emprender las obras que hoy admira la humanidad. Creo que la situación del pueblo maya de hoy es idéntica a la de los demás pueblos indígenas de América, que padecen aún el colonialismo político, sojuzgadas por un neocolonialismo de raíz económica. Sin embargo, con la llegada de este nuevo milenio, también siento que el mundo presencia cambios importantes que permiten abrigar esperanzas para un futuro cuya cercanía o lejanía nadie puede predecir, pero que es ineludible. Líderes de estatura universal surgidos entre los mayas, como Rigoberta Manchú, Premio Nobel de la Paz, anuncian este cambio y encienden una luz de esperanza. Los antiguos mayas dejaron modelos universales para una historia del genio humano, y siento que los mayas actuales siguen enraizados en sus orígenes y hay en ellos la reciedumbre necesaria para defender su pueblo, su cultura, su lengua, sus costumbres. El Maya actual es semejante al genial antiguo porque el pasado y el presente comparten una misma apreciación de la vida en que no ha cambiado la esencia: los pueblos mayas tienen un papel social que los satisface, que les da un lugar en el universo y su identidad como pueblo se distingue perfectamente de otras culturas. Y a pesar de los cambios a los que se enfrentan ahora en el mundo actual deben preservarse, algo que debe ser tarea de todos aquellos que sienten respeto por el genio humano.
(C)Waldemar Verdugo Fuentes.
Fragmentos Publicados en Vogue y UnoMásUno de México.
FUENTE: Artes e Historia-México

TIKAL DE GUATEMALA.





TIKAL: EL REINO PERDIDO MAYA

Por Waldemar Verdugo Fuentes
Publicado en “UnoMásUno”-México.

En Guatemala he escrito varias cosas para “Prensa Libre” y tengo amigos muy queridos: a su hogar he llegado cada vez que fui, tres veces viviendo en el lugar como base un tiempo no corto. Desde allí he visitado en largos viajes lugares únicos del planeta como los mercados de Quezaltenango o el Lago de Atitlán en las montañas y las ocultas ciudades mayas tragadas por la selva. Tikal, nombre tradicional cuyo significado se ignora, es la máxima expresión del pasado y dimensión de los constructores mayas, cuyos orígenes son independientes de cuanto pertenece al Viejo Mundo. Los españoles llegaron a Guatemala en 1523 al mando de Pedro de Alvarado; para esa época los mayas ya no formaban colectividades importantes y su grandiosa cultura estaba enterrada para que sirviera de documentos a investigadores del futuro. Sin embargo, históricamente, es común hablar de los espléndidos y altivos mayas como una de las razas más orgullosas y ufanas de sus ciudades casi deificadas. Y estos términos son justificados cuando uno llega a Tikal, camina entre sus altos templos o se detiene en un perfecto umbral: el sitio hechiza. Pararse en estas piedras es experimentar casi inevitablemente un sentido de desorientación: uno se siente embargado por una pérdida de cualquier referencia temporal; el tiempo -ese otro mar, esa otra flecha- es el factor que más aturde en este sitio maya. Se ve en todas partes escritura tallada en la piedra, que sube, baja o entra a los altos templos. Todo dice algo y nadie-sabe-qué.
El Parque Nacional Tikal es un conjunto de templos y palacios cubiertos de lianas e invadido por los árboles, y se ha mantenido así durante un milenio. Ubicada a 310 kilómetros al norte de la ciudad de Guatemala, está conectada por varias líneas aéreas del país (el viaje dura cincuenta minutos). El avión cruza el área montañosa, cortada por profundos valles, del altiplano guatemalteco. El bello panorama luego es sustituido por la base de piedra caliza de Yucatán. En un río claro, primero se ve el Río de la Pasión festoneado de sitios antiguos que corresponden a las bajas tierras mayas. Luego se abren los espesos bosques y aparecen grandes claros de selva. En una hora surge el gran lago de Petén Itzá rodeado de pequeñas lagunas. Se divisa la isla de las Flores en la parte sur. Luego, en el poblado de Santa Elena el Avión aterriza unos minutos para recoger carga destinada a Tikal, que está a unos 200 metros sobre el nivel del mar, pero envuelta en la más espesa jungla.
Para los muy intrépidos, recientemente fue abierta la carretera hacia el lugar (8 horas en época seca). Saliendo de la capital de Guatemala rumbo norte por la ruta al Atlántico (CA-9), se aparta en el kilómetro 244 (tramo Morales- San Felipe) para llegar a orillas del Río Dulce en el kilómetro274. El río Dulce se atraviesa por medio de un ferri y de este punto se sigue rumbo norte la carretera al Petén, pasando por Modesto Méndez, Poptún y Ciudad Flores, capital del Petén, la selva guardiana del sitio arqueológico maya.
Hicimos el viaje por tierra hasta río Dulce, alrededor del kilómetro 150, está advertido, se empieza a vivir una antesala del infierno: el calor es casi insoportable. Debe uno prepararse para mantener fría la bebida y llevar muchas frutas cítricas. El viaje es siempre inolvidable, si se toma la bifurcación que sale de río Dulce, siguiendo viaje hasta Flores, que es la capital oficial del Petén, aunque la mayor parte de la administración del Petén se maneja desde Cobán en Alta Verapaz. Flores está situada en lo que es una especie de isla llamada San Andrés en el Lago Petén Itza. Flores y alrededores tienen una larga historia como capital del Itza Maya, Tayasal. Después de conquistar el Itza por los Españoles en 1697, estos fundaron el pueblo de Flores sobre el mismo lugar en el año 1700. Flores se usó originalmente como una colonia penal. La isla se conecta al territorio continental por un camino a través del agua. En la costa están los pueblos más recientes de San Benito y Santa Elena. Hoy la gente nombra a los tres pueblos juntos como "Flores", para el turista ocasional Flores es simplemente una parada en el camino para ir a Tikal, porque tiene buenas conexiones, comunicaciones y hoteles, pero es una experiencia emocionante adentrarse en las aguas hacia las islas que llegan hasta la frontera con Belice en aguas del Golfo de Honduras. Lo hemos hecho así: dejamos el carro en el estacionamiento municipal junto al muelle rústico donde un bote nos acercará hasta una isla conformada de pequeñas cabañas a manera de palafitos sobre las aguas, cruzadas de luz y pececillos de todos los colores, y piscinas talladas en la roca, donde descansamos dos días de puro encantamiento.
De vuelta, la nostalgia por esa isla es palpable hasta que la magnificencia de la selva de Guatemala hace imposible no empapar la razón y el sentimiento por lo que ofrece el puro transcurso hacia Tikal. Debemos anotar que las carreteras latinoamericanas tienen muchas curvas y los caminos marchan en ciertas áreas al borde de precipicios, pero no hay historia registrada de que un auto se haya encontrado nunca con otro auto en una curva, lo que es, en verdad, uno de los inexplicables misterios estadísticos de nuestros países. La riqueza forestal que vemos en el área fluctúa entre los enormes árboles, algunos de más de 40 metros de altura (como el cedro, las ceibas, árbol sagrado entre los mayas, las diferentes especies de caobas y los zapotes, cuya sabia es la base del chicle), hasta la mayor variedad de palmeras, algunas de tamaños gigantescos. Las lianas son interminables y se ven colgantes y enredadas por todas partes, algunas cubiertas de agujas aceradas, otras provistas de agua potable; son las llamadas bejucos de agua, que hay que saber cortar para no desperdiciar el elemento esencial. Una vez entrenados por Juan Aparicio y su familia, en cuya posada a cinco minutos de Tikal nos alojamos, no dejaremos de beber sólo agua de bejuco cortado a la vera de los senderos. Al amanecer, con Juan Aparicio entramos en la zona arqueológica de Tikal sin contratiempos: él conoce a todo el mundo y todo el mundo lo respeta, no por nada es como sus mayores un Maya y sus ocho hijos varones lo reconocen como un continuador de la antigua sabiduría; él nos presenta y conversamos con el arqueólogo Gerardo Berríos, del equipo de investigadores que conforma uno de los programas respaldados por la UNESCO en el rescate del sitio. Nos dice:
-Hay un esquema cronológico aceptado de la historia Maya que te servirá de referencia. Un periodo Preclásico se inició aquí en Tikal alrededor del año 600 antes de nuestra era. Le sigue un periodo Clásico alrededor del año 250 de nuestra era; éste se subdivide en periodo Clásico Temprano, que dura desde el 250 al 550, más o menos, y en periodo Clásico Tardío, desde el 550 hasta el colapso de Tikal, Copán y los otros sitios mayas, alrededor del año 900 de nuestra época. El Preclásico fue una era de desarrollo del modo de vida y de la actividad constructora de los mayas, y es la gran muestra que tenemos de su cultura; aunque existen algunos antecedentes literarios como el libro sagrado "Popol Vuh", son estas ruinas también un directo legado de este pueblo. Durante la época Clásica su civilización maduró hasta lograr la mayor magnificencia en el Clásico Tardío. Casi todas las construcciones de Tikal fueron hechas entre los años 250 y 900 de nuestra era. Luego algo inexplicable sucedió y de un colapso la civilización Maya dejó de existir. Grupos aledaños que vivían en las inmediaciones siguieron practicando extraños cultos a imitación de los mayas, aún lo siguen haciendo pero como reflejo de la memoria histórica, en que no quedó vestigio de la causa fenomenal que acabó con el incógnito pueblo."
Resulta difícil saber cómo se produjo el fin de Tikal. Al igual que en Rapa Nui, la isla de Pascua en Chile, aquí la presencia de construcciones no terminadas demuestra una súbita desintegración de la autoridad y del mando. Cuáles fueron las causas es algo que la ciencia no ha podido responder. Se ha propuesto una serie de hipótesis durante el último medio siglo de estudios en el lugar: catástrofes naturales (terremoto, alguna epidemia, etcétera); pérdida del equilibrio entre población y producción agrícola; agotamiento cultural y decadencia considerada como factor inherente a toda civilización, y otros. Un terremoto u otra catástrofe natural es una explicación lógica pero no existe nada en el sitio que respalde con seguridad dicha postura. Un colapso cultural de su sociedad es quizás más factible, tomando en cuenta que la desaparición de los mayas no se limitó al área de Tikal, sino que la repentina disolución de este pueblo se generalizó en todos los sitios en que se asentaron, desde Palenque en México hasta Copán en Honduras. Cualquiera que haya sido la causa debemos suponer que fue algo nada simple, y de cualquier forma marcó el fin de una gran civilización. Para adentrarse en lo que en Tikal pudo haber sucedido, el lector deberá consultar otras fuentes, sin desestimar a estudiosos como Louis Powell y Jacques Bergier o el mismo Erich von Daniken, que aluden hechos que parecen escapados de una obra de ciencia ficción, porque en Tikal hay signos sospechosos de otra dimensión posible.

A MERCED DE LOS SAQUEADORES
DESDE HACE UN SIGLO

Generalmente quien visita Tikal procede o se dirige a otros sitios arqueológicos de meso América: Copan, Palenque, Chichen Itza, Cancún, Tulum, Monte Albán o Teotihuacán. Situado cronológicamente Tikal en relación a estos grandes centros precolombinos, diremos que la gran época de Copán y de Palenque corresponde a la de Tikal, mientras que los años de mayor florecimiento de Chichén Itzá y de Cancún y Tulum son posteriores a su apogeo. Al noroeste de Tikal, en México, los grandes siglos de los sitios no mayas de Teotihuacán y Monte Albán corresponden a lo que se ha llamado el periodo Clásico Temprano aunque los tres lugares tienen su comienzo en la era precristiana.
Nos dice la investigadora Norah Vitale, experta en flora y fauna del programa de la UNESCO en Guatemala:
"En Tikal han sido catalogadas 285 variedades de pájaros, de las cuales 208 son especies residentes, entre los que sobresale el mágico quetzal (que es el único pájaro de la naturaleza que no puede vivir en cautiverio, por eso ningún zoológico del mundo tiene, sin embargo vemos quetzales en todo el recorrido), también las garzas azules y blancas, halcones, loros que están en bullicio todo el día, pavos dorados, zopilotes y multitud de colibríes de todos colores. En la selva verán grandes grupos de monos-arañas; por las tardes se desplazan entre las ruinas buscando alimento y son un verdadero espectáculo.
"Más allá de Tikal abundan el jaguar, el puma, el ocelote, el jabalí y varias especies de venados. Aunque el sitio está plagado de serpientes, la mayoría son inofensivas. De todas maneras se recomienda llevar zapatos fuertes pues de repente se deja caer la coral venenosa y la terrible barba amarilla, que fue motivo predilecto de la religión maya. Y si bien se ha hablado mucho de que estar aquí en Tikal es peligroso por la profusión de estos reptiles, las áreas en que moran está claramente rotulada y se han tomado las medidas necesarias para ayudar a los desprevenidos que se dejen sorprender. Aquí es muy importante respetar las señalizaciones y seguir cada indicación".
El descubrimiento de Tikal se remonta a más de un siglo, aunque es probable que jamás se le haya perdido de vista. Los archivos en la Ciudad de Guatemala están abiertos al público, como la Biblioteca Nacional, la Hemeroteca y el Archivo General de Centroamérica, instituciones ubicadas frente al Parque Centenario, que hemos visitado y atesoran valioso material bibliográfico y periódicos raros, así como la documentación de gobierno del antiguo Reyno de Goathemala (1524-1821), que contienen referencias sobre gentes trasladándose a Tikal en el siglo XVIII. Posiblemente algunos misioneros deben haber visitado las ruinas a finales del siglo XVII. Lógicamente los habitantes de la cuenca del lago Petén Itzá sabían de su existencia. En 1848 una expedición oficial fue enviada al lugar, cinco años después se publicó un informe sobre esa visita en la Academia de Ciencias de Berlín. Ese fascinante relato describe el viaje y las exploraciones practicadas, y aunque la descripción de los templos y otros rasgos es breve, el escrito llamó la atención del mundo científico y comenzaron las visitas de todo aquel que pudiera solventar el viaje, incluidos los mercenarios que desde hace un siglo saquean al lugar a diestra y siniestra. Recién se están ocupando de este grave problema; en 1964 el gobierno de Guatemala institucionalizó el llamado Parque Nacional Tikal, que fue concebido por los miembros del University Museum de la Universidad de Pennsylvania; 20 años después no se logran hechos concretos y Tikal sigue a merced de inescrupulosos.
De cualquier manera, al menos oficialmente cuentan con este proyecto, que fue concebido para restaurar y preservar una de las arquitecturas más extraordinarias conocidas, utilizando técnicas propias de la arqueología moderna para descifrar la historia de la grandeza y la decadencia de este histórico sitio. Se ha establecido un laboratorio de campo permanente para los investigadores y expertos en arqueología, antropología, e historia, pero casi no cuentan con recursos para desarrollar bien su labor. Estos hombres de ciencia trabajan a pulso, y están todos deseosos de estudiar la vida animal y vegetal, geología y climatología, tan importantes factores por dilucidar el misterio que rodea el sitio arqueológico.
Los investigadores han delineado en Tikal unos 16 mil kilómetros cuadrados de la parte central del sitio, revelando más de 3 mil construcciones distintas: templos, palacios, plataformas ceremoniales, residencias de pequeño y mediano tamaño, campos para juego de pelota, terrazas, calzadas, plazas y una estructura para baños de vapor rituales. Concentrados en el recinto ceremonial y sus alrededores se han hallado más de 200 monumentos de piedra, es decir estelas y altares lisos y esculpidos. Cientos de ofrendas y entierros escondidos han sido descubiertos, así como incontables Chultunes (cámaras subterráneas cavadas en la roca).
Se dice que 10 mil plataformas y edificios anteriores descansan sellados bajo las estructuras de la superficie. Las excavaciones han revelado por lo menos mil 100 años de construcción aparentemente sin interrupción. Más de 100 mil herramientas, objetos de culto, adornos personales y demás enseres han sido desenterrados. Se calcula haber recogido algo así como un millón de vasijas, que son perfectas para establecer fechas comparativas.

EL TIEMPO,
EJE DEL PENSAMIENTO MAYA

Cuando los visitantes de la zona arqueológica de Tikal llegan a ella, en realidad lo que recorren es como un témpano de hielo, con su masa invisible bajo la superficie. El museo que hay en el sitio arqueológico nos proporciona una idea más profunda del lugar. En su estructura espaciosa con patio interior, encontramos una colección representativa de objetos de barro, hueso, concha y piedra, en la que sobresale el bellísimo jade. Los objetos que se exhiben ayudan a apreciar en todo su valor la vasta esfera de actividad, la variedad y la belleza de lo producido por los mayas en Tikal. Hasta donde ha sido posible, las piezas se muestran en orden cronológico. Se nota la ausencia de objetos de metal, porque los mayas florecieron sin oro y construyeron sin la ayuda de herramientas de metal (y, al parecer, sin animales de carga). Vemos también en el museo varias estelas y altares trasladados desde las ruinas para preservarlos. El enorme caudal de objetos encontrados ha planteado dudas en varios aspectos, y uno de ellos es que no se sabe si Tikal funcionaba como una ciudad o si era más bien un centro ceremonial.
Una ciudad implica un sitio en que tienen residencia permanente un grupo relativamente grande de individuos organizados y desempeñando diversas funciones en la comunidad, viviendo cerca los unos de los otros y dentro de un conglomerado de construcciones compactas que generalmente dan una idea de sus límites.
Un centro ceremonial, concepto muy difícil de explicar, evoca generalmente la idea de una concentración de templos y lugares sagrados con una población residente formada esencialmente por sacerdotes y artesanos encargados de la producción de todos los objetos que se usan en las ceremonias: los lugares míticos de nuestros antepasados prehispánicos generalmente consistían en un templo, un lugar de peregrinación y un centro mercantil hacia donde se dirigían las gentes en oportunidades religiosas y comerciales, y que era sostenido por contribuciones externas bajo forma de trabajo y productos, como el maíz.
Nos dice el arqueólogo Berríos:
-En el caso de Tikal, la mayoría de las estructuras pequeñas parecen haber sido realmente unidades domésticas que datan del Clásico Tardío. Ahora bien, la topografía caprichosa prohíbe una gran concentración de viviendas porque el terreno mismo constituye un obstáculo natural para la realización de calles y avenidas. En vez de ello, las casas se ven en grupos sobre terreno elevado, generalmente alrededor de una pequeña plaza. Posiblemente cada complejo compuesto por unas cuatro o cinco casas podía haber sido ocupado por un núcleo familiar. Siendo así, tendrían un jefe de familia o un patriarca que ocuparía la casa más grande junto con sus parientes cercanos, y sus hijos con las respectivas familias ocuparían las otras viviendas. Algunas casas están hechas de piedra y estucadas, generalmente sin techo, por lo que se supone que eran de madera. Las cerámicas encontradas aquí muestran mucha variedad en su calidad, por lo que sugieren la existencia de diferencias sociales y económicas entre los residentes. Se ha notado que casi todos los altares familiares apuntan hacia el oriente: allí se practicaban las ceremonias y se enterraban a los miembros de la familia, porque no existían cementerios, por lo menos ninguno ha sido encontrado hasta ahora, o sea que los difuntos se enterraban bajo el piso de la casa en que habían vivido."
La Plaza Mayor forma el corazón de Tikal. Está rodeada por impresionantes estructuras, así como por gran cantidad de estelas (grandes piedras talladas de escritura) y altares que relatan la historia dinástica de Tikal. La estructura 1, conocida también como Templo del Gran Jaguar, se eleva a 45 metros sobre la Plaza mayor; consta, al igual que la generalidad de las construcciones, de un templo construido sobre un edificio, en forma piramidal. La estructura 2 es conocida también como Templo de las Máscaras; posee una altura de 38 metros y se ve fantásticamente ornamentado ofreciendo un motivo central en forma de rostro.
La Acrópolis Norte es la construcción individual más completa hasta ahora excavada en esta zona Maya: debajo de su actual forma visible existen vestigios de unas 100 construcciones anteriores en el mismo sitio, cuya más antigua fecha corresponde al 600 antes de nosotros, y la más reciente al 250 de nuestra era; su cima se eleva unos 12 metros sobre la Plaza Mayor. La Acrópolis Central tiene 215 metros de largo y cubre más de 1.5 hectáreas. Está integrado por pequeños patios en distintos niveles y por edificios largos y bajos llamados "palacios", todos repujados de escritura petroglífica. La estructura 3 se conoce como Templo del Sacerdote Jaguar; posee 55 metros de altura. A la estructura 4 se la nombra Templo de la Serpiente Bicéfala, y es el edificio de mayor altura (70 metros) hasta ahora conocido en la América precolombina. Al Oriente de la Acrópolis Sur, hacia el norte, emergen los 57 metros de altura de la estructura 5, templo que aún no ha sido restaurado, pero es posible subir por una escalera limpia, cuajada de escritura, hasta la cima, desde donde se ve uno de los panoramas más completos de la Plaza Mayor. La estructura 6 se llama Templo de las Inscripciones, porque sus 12 metros de altura, su frente, costados y cornisas se encuentran cubiertos de escritura tallada en la piedra. La Plaza de la Gran Pirámide, uno de los edificios más antiguos de Tikal, abarca un período de construcción cuya arquitectura, ciencia y arte se desarrollan entre los siglos V antes de nuestra era y IV de nuestra era.
Nos dice el arqueólogo Berríos que "se cree que residían aquí unas 10 mil personas, aunque se supone que algunos palacios eran residencias masivas (por ejemplo la Acrópolis central) donde vivían miembros de la elite comunal. De todas maneras, la densidad de la población de Tikal era mucho menor que la existente, por ejemplo en Tenochtitlán cuando era la capital de los aztecas en tiempo de la invasión, lo que hace suponer a algunos científicos que Tikal sí era un centro ceremonial, argumentando a su favor que las características del sitio definitivamente no tienen elementos urbanos. O sea, delimitar la función precisa que cumplió Tikal en su momento es algo que permanece en el misterio."
Hoy, las ruinas son una fuente de emociones estéticas. Los constructores mayas tenían un concepto distinto al tradicional de Occidente: ellos localizaban y llenaban un espacio por medio de sólidas masas para diferenciarlo del ámbito de la naturaleza y fijar la atención sobre un sitio, o sea, manejaban sus construcciones como si fueran gigantescas esculturas. En la Plaza Mayor de Tikal impresiona, en principio, la altura de los templos, pero luego uno también es elevado por los detalles que va descubriendo hacia donde sea que mire: en el Templo del Gran Jaguar, por ejemplo, todo en él contribuye a marcar una tendencia a la verticalidad; el esbelto cuerpo de la pirámide se reduce de tamaño armónicamente en esquinas entrantes y salientes, una empinada escalera apunta hacia el santuario muy reducido y con tres pequeños aposentos a los que se llega por una estrecha puerta, pero antes ha llamado nuestra atención una infinidad de detalles en la piedra.
El Templo de las Máscaras es la construcción que más confirma que la articulación de los edificios en Tikal no fue geométrica. Los constructores adaptaron la arquitectura a la forma del terreno, siguieron sus accidentes y los aprovecharon, algunas veces sin modificarlo y otras transformándolo. La Acrópolis norte del sitio es una impresionante masa de piedras escalonadas sobre la que se ubican 14 templos, fruto de 11 siglos de remodelación.
En estas construcciones la escritura siempre es un elemento importante; numerosas obras fueron vestidas en su totalidad con textos jeroglíficos que se refieren a algún hecho: generalmente narran la historia de un personaje, es decir, su linaje y las cosas más representativas de su vida. Existen en Tikal largas inscripciones talladas en la piedra que están asociadas directamente a la historia de la construcción del edificio. Casi todos los templos en los peldaños de sus escaleras llevan tallados jeroglíficos que se supone (pues no han sido transcriptos) preservan gran parte de la historia de este pueblo. La escritura que tenían cumplió entre los mayas una vital función: a través de ella también registraron las observaciones agrícolas y astronómicas que hacían. En estelas y monumentos, en frescos, estatuillas y rostros, en estos templos magníficos, los murmullos de la raíz más profunda hablan del cielo en la cultura maya. El estudio de la escritura legada por ellos nos permite conocer la cinemática del Sistema Solar, que describen con rigor y una sencillez asombrosa. Las innumerables fechas que pueblan las ruinas mayas registran infinidad de eventos astronómicos. Edades del sol y de la luna, solsticios, eclipses y equinoccios. El lentísimo desplazamiento de las posiciones estelares, los cometas, las lluvias de estrellas, la Vía Láctea y las constelaciones surgen de los vestigios deslumbrantes de esta antigua cultura. Hay un marcado interés y conocimiento del planeta Venus: sus máximos brillos y mayores elongaciones, sus nodos y ortos helíacos, su apariencia en los cielos de la noche y de la mañana, sus tránsitos frente al sol, los tiempos de invisibilidad de la Gran Estrella y sus resurgimientos. El calendario maya de 260 días ha tomado como base el periodo sinódico de Venus y el anual del sol. Algunos escritores en sus códices predicen con macabra exactitud hechos astronómicos que hemos ido comprobando en épocas posteriores. El siglo maya de 52 y 104 años encierra combinaciones en sus factores y múltiplos, de números enteros y de números fraccionarios que son valores aplicables a casi todos los aspectos que conocemos del cielo.
Se puede ahondar en la información que se ha logrado hasta ahora rescatar visitando el Museo Silvanus G. Morles, en el mismo Tikal, nombrado así en honor al notable investigador que llamó la atención mundial solicitando resguardo para los sitios arqueológicos mayas a comienzos del siglo XX. El museo resguarda una importante muestra de objetos procedentes de los sepulcros de los señores de Tikal. En su interior se aprecia la reproducción de la tumba 116 encontrada en el Templo del Gran Jaguar, así como bellas colecciones de cerámica, escultura de piedra, jade y hueso. Nos dice el arqueólogo Berríos: "La más antigua es la cerámica negra sobre rojo, brazaletes con cuentas de concha y figuritas con ojos perforados: En general la cerámica anterior a nuestra Era se caracteriza por ser muy pulida, ollas con vertederas, pinturas al fresco en colores rosa y verde sobre vasijas, vasos tetrápodes... luego comienzan a desarrollar la arquitectura, la pintura mural, los cómputos astronómicos y el modelaje en estuco. Los colores mayas aún están en los vestidos de algodón de sus descendientes (huipiles y enaguas para las mujeres y mantas para los hombres) bellamente bordados con brillantes motivos vegetales, los rojos, azules, verdes, violetas, amarillos, celestes, que se conservan vivos en las regiones mayas de Guatemala."
El la selva de El Petén, además de Tikal, se han ido descubriendo una gran cantidad de sitios arqueológicos mayas, cuya visita puede programarse desde Ciudad Flores, su punto de partida para entrar al Parque Nacional Tikal. Desde ahí, usted también puede visitar Uaxactún, que posee uno de los observatorios astronómicos desde el cual los mayas iniciaron sus sorprendentes estudios de las estrellas que dejaron escritos en la piedra. También puede llegar a Yaxhá y Topoxté, al final de una laguna bellísima; viajando hacia el lago de Petén Itzá, está el sitio de Tayasal; y a 105 kilómetros de Tikal el Mirador, otro sitio con observatorio astronómico. También está cerca Río Azul, con pinturas murales e inscripciones que aluden a los antiguos linajes de sus constructores y donde también dejaron escritas sus fechas y memoria del tiempo, tema central del pensamiento de los mayas, que fue registrado en forma tan excepcional, que su precisión y vigencia ahora desafían nuestra imaginación.

© Waldemar Verdugo Fuentes.
VOLVER AL BLOG RAIZ: http://waldemarverdugo.blogspot.com