Monday, October 10, 2005

TIKAL DE GUATEMALA.





TIKAL: EL REINO PERDIDO MAYA

Por Waldemar Verdugo Fuentes
Publicado en “UnoMásUno”-México.

En Guatemala he escrito varias cosas para “Prensa Libre” y tengo amigos muy queridos: a su hogar he llegado cada vez que fui, tres veces viviendo en el lugar como base un tiempo no corto. Desde allí he visitado en largos viajes lugares únicos del planeta como los mercados de Quezaltenango o el Lago de Atitlán en las montañas y las ocultas ciudades mayas tragadas por la selva. Tikal, nombre tradicional cuyo significado se ignora, es la máxima expresión del pasado y dimensión de los constructores mayas, cuyos orígenes son independientes de cuanto pertenece al Viejo Mundo. Los españoles llegaron a Guatemala en 1523 al mando de Pedro de Alvarado; para esa época los mayas ya no formaban colectividades importantes y su grandiosa cultura estaba enterrada para que sirviera de documentos a investigadores del futuro. Sin embargo, históricamente, es común hablar de los espléndidos y altivos mayas como una de las razas más orgullosas y ufanas de sus ciudades casi deificadas. Y estos términos son justificados cuando uno llega a Tikal, camina entre sus altos templos o se detiene en un perfecto umbral: el sitio hechiza. Pararse en estas piedras es experimentar casi inevitablemente un sentido de desorientación: uno se siente embargado por una pérdida de cualquier referencia temporal; el tiempo -ese otro mar, esa otra flecha- es el factor que más aturde en este sitio maya. Se ve en todas partes escritura tallada en la piedra, que sube, baja o entra a los altos templos. Todo dice algo y nadie-sabe-qué.
El Parque Nacional Tikal es un conjunto de templos y palacios cubiertos de lianas e invadido por los árboles, y se ha mantenido así durante un milenio. Ubicada a 310 kilómetros al norte de la ciudad de Guatemala, está conectada por varias líneas aéreas del país (el viaje dura cincuenta minutos). El avión cruza el área montañosa, cortada por profundos valles, del altiplano guatemalteco. El bello panorama luego es sustituido por la base de piedra caliza de Yucatán. En un río claro, primero se ve el Río de la Pasión festoneado de sitios antiguos que corresponden a las bajas tierras mayas. Luego se abren los espesos bosques y aparecen grandes claros de selva. En una hora surge el gran lago de Petén Itzá rodeado de pequeñas lagunas. Se divisa la isla de las Flores en la parte sur. Luego, en el poblado de Santa Elena el Avión aterriza unos minutos para recoger carga destinada a Tikal, que está a unos 200 metros sobre el nivel del mar, pero envuelta en la más espesa jungla.
Para los muy intrépidos, recientemente fue abierta la carretera hacia el lugar (8 horas en época seca). Saliendo de la capital de Guatemala rumbo norte por la ruta al Atlántico (CA-9), se aparta en el kilómetro 244 (tramo Morales- San Felipe) para llegar a orillas del Río Dulce en el kilómetro274. El río Dulce se atraviesa por medio de un ferri y de este punto se sigue rumbo norte la carretera al Petén, pasando por Modesto Méndez, Poptún y Ciudad Flores, capital del Petén, la selva guardiana del sitio arqueológico maya.
Hicimos el viaje por tierra hasta río Dulce, alrededor del kilómetro 150, está advertido, se empieza a vivir una antesala del infierno: el calor es casi insoportable. Debe uno prepararse para mantener fría la bebida y llevar muchas frutas cítricas. El viaje es siempre inolvidable, si se toma la bifurcación que sale de río Dulce, siguiendo viaje hasta Flores, que es la capital oficial del Petén, aunque la mayor parte de la administración del Petén se maneja desde Cobán en Alta Verapaz. Flores está situada en lo que es una especie de isla llamada San Andrés en el Lago Petén Itza. Flores y alrededores tienen una larga historia como capital del Itza Maya, Tayasal. Después de conquistar el Itza por los Españoles en 1697, estos fundaron el pueblo de Flores sobre el mismo lugar en el año 1700. Flores se usó originalmente como una colonia penal. La isla se conecta al territorio continental por un camino a través del agua. En la costa están los pueblos más recientes de San Benito y Santa Elena. Hoy la gente nombra a los tres pueblos juntos como "Flores", para el turista ocasional Flores es simplemente una parada en el camino para ir a Tikal, porque tiene buenas conexiones, comunicaciones y hoteles, pero es una experiencia emocionante adentrarse en las aguas hacia las islas que llegan hasta la frontera con Belice en aguas del Golfo de Honduras. Lo hemos hecho así: dejamos el carro en el estacionamiento municipal junto al muelle rústico donde un bote nos acercará hasta una isla conformada de pequeñas cabañas a manera de palafitos sobre las aguas, cruzadas de luz y pececillos de todos los colores, y piscinas talladas en la roca, donde descansamos dos días de puro encantamiento.
De vuelta, la nostalgia por esa isla es palpable hasta que la magnificencia de la selva de Guatemala hace imposible no empapar la razón y el sentimiento por lo que ofrece el puro transcurso hacia Tikal. Debemos anotar que las carreteras latinoamericanas tienen muchas curvas y los caminos marchan en ciertas áreas al borde de precipicios, pero no hay historia registrada de que un auto se haya encontrado nunca con otro auto en una curva, lo que es, en verdad, uno de los inexplicables misterios estadísticos de nuestros países. La riqueza forestal que vemos en el área fluctúa entre los enormes árboles, algunos de más de 40 metros de altura (como el cedro, las ceibas, árbol sagrado entre los mayas, las diferentes especies de caobas y los zapotes, cuya sabia es la base del chicle), hasta la mayor variedad de palmeras, algunas de tamaños gigantescos. Las lianas son interminables y se ven colgantes y enredadas por todas partes, algunas cubiertas de agujas aceradas, otras provistas de agua potable; son las llamadas bejucos de agua, que hay que saber cortar para no desperdiciar el elemento esencial. Una vez entrenados por Juan Aparicio y su familia, en cuya posada a cinco minutos de Tikal nos alojamos, no dejaremos de beber sólo agua de bejuco cortado a la vera de los senderos. Al amanecer, con Juan Aparicio entramos en la zona arqueológica de Tikal sin contratiempos: él conoce a todo el mundo y todo el mundo lo respeta, no por nada es como sus mayores un Maya y sus ocho hijos varones lo reconocen como un continuador de la antigua sabiduría; él nos presenta y conversamos con el arqueólogo Gerardo Berríos, del equipo de investigadores que conforma uno de los programas respaldados por la UNESCO en el rescate del sitio. Nos dice:
-Hay un esquema cronológico aceptado de la historia Maya que te servirá de referencia. Un periodo Preclásico se inició aquí en Tikal alrededor del año 600 antes de nuestra era. Le sigue un periodo Clásico alrededor del año 250 de nuestra era; éste se subdivide en periodo Clásico Temprano, que dura desde el 250 al 550, más o menos, y en periodo Clásico Tardío, desde el 550 hasta el colapso de Tikal, Copán y los otros sitios mayas, alrededor del año 900 de nuestra época. El Preclásico fue una era de desarrollo del modo de vida y de la actividad constructora de los mayas, y es la gran muestra que tenemos de su cultura; aunque existen algunos antecedentes literarios como el libro sagrado "Popol Vuh", son estas ruinas también un directo legado de este pueblo. Durante la época Clásica su civilización maduró hasta lograr la mayor magnificencia en el Clásico Tardío. Casi todas las construcciones de Tikal fueron hechas entre los años 250 y 900 de nuestra era. Luego algo inexplicable sucedió y de un colapso la civilización Maya dejó de existir. Grupos aledaños que vivían en las inmediaciones siguieron practicando extraños cultos a imitación de los mayas, aún lo siguen haciendo pero como reflejo de la memoria histórica, en que no quedó vestigio de la causa fenomenal que acabó con el incógnito pueblo."
Resulta difícil saber cómo se produjo el fin de Tikal. Al igual que en Rapa Nui, la isla de Pascua en Chile, aquí la presencia de construcciones no terminadas demuestra una súbita desintegración de la autoridad y del mando. Cuáles fueron las causas es algo que la ciencia no ha podido responder. Se ha propuesto una serie de hipótesis durante el último medio siglo de estudios en el lugar: catástrofes naturales (terremoto, alguna epidemia, etcétera); pérdida del equilibrio entre población y producción agrícola; agotamiento cultural y decadencia considerada como factor inherente a toda civilización, y otros. Un terremoto u otra catástrofe natural es una explicación lógica pero no existe nada en el sitio que respalde con seguridad dicha postura. Un colapso cultural de su sociedad es quizás más factible, tomando en cuenta que la desaparición de los mayas no se limitó al área de Tikal, sino que la repentina disolución de este pueblo se generalizó en todos los sitios en que se asentaron, desde Palenque en México hasta Copán en Honduras. Cualquiera que haya sido la causa debemos suponer que fue algo nada simple, y de cualquier forma marcó el fin de una gran civilización. Para adentrarse en lo que en Tikal pudo haber sucedido, el lector deberá consultar otras fuentes, sin desestimar a estudiosos como Louis Powell y Jacques Bergier o el mismo Erich von Daniken, que aluden hechos que parecen escapados de una obra de ciencia ficción, porque en Tikal hay signos sospechosos de otra dimensión posible.

A MERCED DE LOS SAQUEADORES
DESDE HACE UN SIGLO

Generalmente quien visita Tikal procede o se dirige a otros sitios arqueológicos de meso América: Copan, Palenque, Chichen Itza, Cancún, Tulum, Monte Albán o Teotihuacán. Situado cronológicamente Tikal en relación a estos grandes centros precolombinos, diremos que la gran época de Copán y de Palenque corresponde a la de Tikal, mientras que los años de mayor florecimiento de Chichén Itzá y de Cancún y Tulum son posteriores a su apogeo. Al noroeste de Tikal, en México, los grandes siglos de los sitios no mayas de Teotihuacán y Monte Albán corresponden a lo que se ha llamado el periodo Clásico Temprano aunque los tres lugares tienen su comienzo en la era precristiana.
Nos dice la investigadora Norah Vitale, experta en flora y fauna del programa de la UNESCO en Guatemala:
"En Tikal han sido catalogadas 285 variedades de pájaros, de las cuales 208 son especies residentes, entre los que sobresale el mágico quetzal (que es el único pájaro de la naturaleza que no puede vivir en cautiverio, por eso ningún zoológico del mundo tiene, sin embargo vemos quetzales en todo el recorrido), también las garzas azules y blancas, halcones, loros que están en bullicio todo el día, pavos dorados, zopilotes y multitud de colibríes de todos colores. En la selva verán grandes grupos de monos-arañas; por las tardes se desplazan entre las ruinas buscando alimento y son un verdadero espectáculo.
"Más allá de Tikal abundan el jaguar, el puma, el ocelote, el jabalí y varias especies de venados. Aunque el sitio está plagado de serpientes, la mayoría son inofensivas. De todas maneras se recomienda llevar zapatos fuertes pues de repente se deja caer la coral venenosa y la terrible barba amarilla, que fue motivo predilecto de la religión maya. Y si bien se ha hablado mucho de que estar aquí en Tikal es peligroso por la profusión de estos reptiles, las áreas en que moran está claramente rotulada y se han tomado las medidas necesarias para ayudar a los desprevenidos que se dejen sorprender. Aquí es muy importante respetar las señalizaciones y seguir cada indicación".
El descubrimiento de Tikal se remonta a más de un siglo, aunque es probable que jamás se le haya perdido de vista. Los archivos en la Ciudad de Guatemala están abiertos al público, como la Biblioteca Nacional, la Hemeroteca y el Archivo General de Centroamérica, instituciones ubicadas frente al Parque Centenario, que hemos visitado y atesoran valioso material bibliográfico y periódicos raros, así como la documentación de gobierno del antiguo Reyno de Goathemala (1524-1821), que contienen referencias sobre gentes trasladándose a Tikal en el siglo XVIII. Posiblemente algunos misioneros deben haber visitado las ruinas a finales del siglo XVII. Lógicamente los habitantes de la cuenca del lago Petén Itzá sabían de su existencia. En 1848 una expedición oficial fue enviada al lugar, cinco años después se publicó un informe sobre esa visita en la Academia de Ciencias de Berlín. Ese fascinante relato describe el viaje y las exploraciones practicadas, y aunque la descripción de los templos y otros rasgos es breve, el escrito llamó la atención del mundo científico y comenzaron las visitas de todo aquel que pudiera solventar el viaje, incluidos los mercenarios que desde hace un siglo saquean al lugar a diestra y siniestra. Recién se están ocupando de este grave problema; en 1964 el gobierno de Guatemala institucionalizó el llamado Parque Nacional Tikal, que fue concebido por los miembros del University Museum de la Universidad de Pennsylvania; 20 años después no se logran hechos concretos y Tikal sigue a merced de inescrupulosos.
De cualquier manera, al menos oficialmente cuentan con este proyecto, que fue concebido para restaurar y preservar una de las arquitecturas más extraordinarias conocidas, utilizando técnicas propias de la arqueología moderna para descifrar la historia de la grandeza y la decadencia de este histórico sitio. Se ha establecido un laboratorio de campo permanente para los investigadores y expertos en arqueología, antropología, e historia, pero casi no cuentan con recursos para desarrollar bien su labor. Estos hombres de ciencia trabajan a pulso, y están todos deseosos de estudiar la vida animal y vegetal, geología y climatología, tan importantes factores por dilucidar el misterio que rodea el sitio arqueológico.
Los investigadores han delineado en Tikal unos 16 mil kilómetros cuadrados de la parte central del sitio, revelando más de 3 mil construcciones distintas: templos, palacios, plataformas ceremoniales, residencias de pequeño y mediano tamaño, campos para juego de pelota, terrazas, calzadas, plazas y una estructura para baños de vapor rituales. Concentrados en el recinto ceremonial y sus alrededores se han hallado más de 200 monumentos de piedra, es decir estelas y altares lisos y esculpidos. Cientos de ofrendas y entierros escondidos han sido descubiertos, así como incontables Chultunes (cámaras subterráneas cavadas en la roca).
Se dice que 10 mil plataformas y edificios anteriores descansan sellados bajo las estructuras de la superficie. Las excavaciones han revelado por lo menos mil 100 años de construcción aparentemente sin interrupción. Más de 100 mil herramientas, objetos de culto, adornos personales y demás enseres han sido desenterrados. Se calcula haber recogido algo así como un millón de vasijas, que son perfectas para establecer fechas comparativas.

EL TIEMPO,
EJE DEL PENSAMIENTO MAYA

Cuando los visitantes de la zona arqueológica de Tikal llegan a ella, en realidad lo que recorren es como un témpano de hielo, con su masa invisible bajo la superficie. El museo que hay en el sitio arqueológico nos proporciona una idea más profunda del lugar. En su estructura espaciosa con patio interior, encontramos una colección representativa de objetos de barro, hueso, concha y piedra, en la que sobresale el bellísimo jade. Los objetos que se exhiben ayudan a apreciar en todo su valor la vasta esfera de actividad, la variedad y la belleza de lo producido por los mayas en Tikal. Hasta donde ha sido posible, las piezas se muestran en orden cronológico. Se nota la ausencia de objetos de metal, porque los mayas florecieron sin oro y construyeron sin la ayuda de herramientas de metal (y, al parecer, sin animales de carga). Vemos también en el museo varias estelas y altares trasladados desde las ruinas para preservarlos. El enorme caudal de objetos encontrados ha planteado dudas en varios aspectos, y uno de ellos es que no se sabe si Tikal funcionaba como una ciudad o si era más bien un centro ceremonial.
Una ciudad implica un sitio en que tienen residencia permanente un grupo relativamente grande de individuos organizados y desempeñando diversas funciones en la comunidad, viviendo cerca los unos de los otros y dentro de un conglomerado de construcciones compactas que generalmente dan una idea de sus límites.
Un centro ceremonial, concepto muy difícil de explicar, evoca generalmente la idea de una concentración de templos y lugares sagrados con una población residente formada esencialmente por sacerdotes y artesanos encargados de la producción de todos los objetos que se usan en las ceremonias: los lugares míticos de nuestros antepasados prehispánicos generalmente consistían en un templo, un lugar de peregrinación y un centro mercantil hacia donde se dirigían las gentes en oportunidades religiosas y comerciales, y que era sostenido por contribuciones externas bajo forma de trabajo y productos, como el maíz.
Nos dice el arqueólogo Berríos:
-En el caso de Tikal, la mayoría de las estructuras pequeñas parecen haber sido realmente unidades domésticas que datan del Clásico Tardío. Ahora bien, la topografía caprichosa prohíbe una gran concentración de viviendas porque el terreno mismo constituye un obstáculo natural para la realización de calles y avenidas. En vez de ello, las casas se ven en grupos sobre terreno elevado, generalmente alrededor de una pequeña plaza. Posiblemente cada complejo compuesto por unas cuatro o cinco casas podía haber sido ocupado por un núcleo familiar. Siendo así, tendrían un jefe de familia o un patriarca que ocuparía la casa más grande junto con sus parientes cercanos, y sus hijos con las respectivas familias ocuparían las otras viviendas. Algunas casas están hechas de piedra y estucadas, generalmente sin techo, por lo que se supone que eran de madera. Las cerámicas encontradas aquí muestran mucha variedad en su calidad, por lo que sugieren la existencia de diferencias sociales y económicas entre los residentes. Se ha notado que casi todos los altares familiares apuntan hacia el oriente: allí se practicaban las ceremonias y se enterraban a los miembros de la familia, porque no existían cementerios, por lo menos ninguno ha sido encontrado hasta ahora, o sea que los difuntos se enterraban bajo el piso de la casa en que habían vivido."
La Plaza Mayor forma el corazón de Tikal. Está rodeada por impresionantes estructuras, así como por gran cantidad de estelas (grandes piedras talladas de escritura) y altares que relatan la historia dinástica de Tikal. La estructura 1, conocida también como Templo del Gran Jaguar, se eleva a 45 metros sobre la Plaza mayor; consta, al igual que la generalidad de las construcciones, de un templo construido sobre un edificio, en forma piramidal. La estructura 2 es conocida también como Templo de las Máscaras; posee una altura de 38 metros y se ve fantásticamente ornamentado ofreciendo un motivo central en forma de rostro.
La Acrópolis Norte es la construcción individual más completa hasta ahora excavada en esta zona Maya: debajo de su actual forma visible existen vestigios de unas 100 construcciones anteriores en el mismo sitio, cuya más antigua fecha corresponde al 600 antes de nosotros, y la más reciente al 250 de nuestra era; su cima se eleva unos 12 metros sobre la Plaza Mayor. La Acrópolis Central tiene 215 metros de largo y cubre más de 1.5 hectáreas. Está integrado por pequeños patios en distintos niveles y por edificios largos y bajos llamados "palacios", todos repujados de escritura petroglífica. La estructura 3 se conoce como Templo del Sacerdote Jaguar; posee 55 metros de altura. A la estructura 4 se la nombra Templo de la Serpiente Bicéfala, y es el edificio de mayor altura (70 metros) hasta ahora conocido en la América precolombina. Al Oriente de la Acrópolis Sur, hacia el norte, emergen los 57 metros de altura de la estructura 5, templo que aún no ha sido restaurado, pero es posible subir por una escalera limpia, cuajada de escritura, hasta la cima, desde donde se ve uno de los panoramas más completos de la Plaza Mayor. La estructura 6 se llama Templo de las Inscripciones, porque sus 12 metros de altura, su frente, costados y cornisas se encuentran cubiertos de escritura tallada en la piedra. La Plaza de la Gran Pirámide, uno de los edificios más antiguos de Tikal, abarca un período de construcción cuya arquitectura, ciencia y arte se desarrollan entre los siglos V antes de nuestra era y IV de nuestra era.
Nos dice el arqueólogo Berríos que "se cree que residían aquí unas 10 mil personas, aunque se supone que algunos palacios eran residencias masivas (por ejemplo la Acrópolis central) donde vivían miembros de la elite comunal. De todas maneras, la densidad de la población de Tikal era mucho menor que la existente, por ejemplo en Tenochtitlán cuando era la capital de los aztecas en tiempo de la invasión, lo que hace suponer a algunos científicos que Tikal sí era un centro ceremonial, argumentando a su favor que las características del sitio definitivamente no tienen elementos urbanos. O sea, delimitar la función precisa que cumplió Tikal en su momento es algo que permanece en el misterio."
Hoy, las ruinas son una fuente de emociones estéticas. Los constructores mayas tenían un concepto distinto al tradicional de Occidente: ellos localizaban y llenaban un espacio por medio de sólidas masas para diferenciarlo del ámbito de la naturaleza y fijar la atención sobre un sitio, o sea, manejaban sus construcciones como si fueran gigantescas esculturas. En la Plaza Mayor de Tikal impresiona, en principio, la altura de los templos, pero luego uno también es elevado por los detalles que va descubriendo hacia donde sea que mire: en el Templo del Gran Jaguar, por ejemplo, todo en él contribuye a marcar una tendencia a la verticalidad; el esbelto cuerpo de la pirámide se reduce de tamaño armónicamente en esquinas entrantes y salientes, una empinada escalera apunta hacia el santuario muy reducido y con tres pequeños aposentos a los que se llega por una estrecha puerta, pero antes ha llamado nuestra atención una infinidad de detalles en la piedra.
El Templo de las Máscaras es la construcción que más confirma que la articulación de los edificios en Tikal no fue geométrica. Los constructores adaptaron la arquitectura a la forma del terreno, siguieron sus accidentes y los aprovecharon, algunas veces sin modificarlo y otras transformándolo. La Acrópolis norte del sitio es una impresionante masa de piedras escalonadas sobre la que se ubican 14 templos, fruto de 11 siglos de remodelación.
En estas construcciones la escritura siempre es un elemento importante; numerosas obras fueron vestidas en su totalidad con textos jeroglíficos que se refieren a algún hecho: generalmente narran la historia de un personaje, es decir, su linaje y las cosas más representativas de su vida. Existen en Tikal largas inscripciones talladas en la piedra que están asociadas directamente a la historia de la construcción del edificio. Casi todos los templos en los peldaños de sus escaleras llevan tallados jeroglíficos que se supone (pues no han sido transcriptos) preservan gran parte de la historia de este pueblo. La escritura que tenían cumplió entre los mayas una vital función: a través de ella también registraron las observaciones agrícolas y astronómicas que hacían. En estelas y monumentos, en frescos, estatuillas y rostros, en estos templos magníficos, los murmullos de la raíz más profunda hablan del cielo en la cultura maya. El estudio de la escritura legada por ellos nos permite conocer la cinemática del Sistema Solar, que describen con rigor y una sencillez asombrosa. Las innumerables fechas que pueblan las ruinas mayas registran infinidad de eventos astronómicos. Edades del sol y de la luna, solsticios, eclipses y equinoccios. El lentísimo desplazamiento de las posiciones estelares, los cometas, las lluvias de estrellas, la Vía Láctea y las constelaciones surgen de los vestigios deslumbrantes de esta antigua cultura. Hay un marcado interés y conocimiento del planeta Venus: sus máximos brillos y mayores elongaciones, sus nodos y ortos helíacos, su apariencia en los cielos de la noche y de la mañana, sus tránsitos frente al sol, los tiempos de invisibilidad de la Gran Estrella y sus resurgimientos. El calendario maya de 260 días ha tomado como base el periodo sinódico de Venus y el anual del sol. Algunos escritores en sus códices predicen con macabra exactitud hechos astronómicos que hemos ido comprobando en épocas posteriores. El siglo maya de 52 y 104 años encierra combinaciones en sus factores y múltiplos, de números enteros y de números fraccionarios que son valores aplicables a casi todos los aspectos que conocemos del cielo.
Se puede ahondar en la información que se ha logrado hasta ahora rescatar visitando el Museo Silvanus G. Morles, en el mismo Tikal, nombrado así en honor al notable investigador que llamó la atención mundial solicitando resguardo para los sitios arqueológicos mayas a comienzos del siglo XX. El museo resguarda una importante muestra de objetos procedentes de los sepulcros de los señores de Tikal. En su interior se aprecia la reproducción de la tumba 116 encontrada en el Templo del Gran Jaguar, así como bellas colecciones de cerámica, escultura de piedra, jade y hueso. Nos dice el arqueólogo Berríos: "La más antigua es la cerámica negra sobre rojo, brazaletes con cuentas de concha y figuritas con ojos perforados: En general la cerámica anterior a nuestra Era se caracteriza por ser muy pulida, ollas con vertederas, pinturas al fresco en colores rosa y verde sobre vasijas, vasos tetrápodes... luego comienzan a desarrollar la arquitectura, la pintura mural, los cómputos astronómicos y el modelaje en estuco. Los colores mayas aún están en los vestidos de algodón de sus descendientes (huipiles y enaguas para las mujeres y mantas para los hombres) bellamente bordados con brillantes motivos vegetales, los rojos, azules, verdes, violetas, amarillos, celestes, que se conservan vivos en las regiones mayas de Guatemala."
El la selva de El Petén, además de Tikal, se han ido descubriendo una gran cantidad de sitios arqueológicos mayas, cuya visita puede programarse desde Ciudad Flores, su punto de partida para entrar al Parque Nacional Tikal. Desde ahí, usted también puede visitar Uaxactún, que posee uno de los observatorios astronómicos desde el cual los mayas iniciaron sus sorprendentes estudios de las estrellas que dejaron escritos en la piedra. También puede llegar a Yaxhá y Topoxté, al final de una laguna bellísima; viajando hacia el lago de Petén Itzá, está el sitio de Tayasal; y a 105 kilómetros de Tikal el Mirador, otro sitio con observatorio astronómico. También está cerca Río Azul, con pinturas murales e inscripciones que aluden a los antiguos linajes de sus constructores y donde también dejaron escritas sus fechas y memoria del tiempo, tema central del pensamiento de los mayas, que fue registrado en forma tan excepcional, que su precisión y vigencia ahora desafían nuestra imaginación.

© Waldemar Verdugo Fuentes.
VOLVER AL BLOG RAIZ: http://waldemarverdugo.blogspot.com