Monday, October 10, 2005

COPAN, CANCUM, TULUM.

COPAN: LA TIERRA DEL QUETZAL.
Por Waldemar Verdugo Fuentes.
Publicado en “UnoMásUno”-México.

Entre las ciudades ceremoniales mayas, Copan en Honduras es quizá la más espléndida; porque, si bien, con las otras comparte un rasgo básico de tejido urbano: la plaza mayor, el juego de la pelota, las vastas plataformas y escalinatas, los altares y las estelas conmemorativas... hay cierta diferencia por el refinamiento artístico y virtudes técnicas de edificios y monumentos, así como otros logros culturales y científicos que dejaron escritos aquí los primitivos mayas. Lo magnífico del sitio, cierto orden a la vista es lo que llevó al citado investigador norteamericano Sylvanus G. Morley a nombrarla "Atenas del Nuevo Mundo".
La palabra Copan no tiene una traducción exacta, algunos investigadores la atribuyen venir de Copan-Calel, el líder aborigen que la defendió contra los invasores hispánicos en 1530. En este sentido, la historia de la zona es análoga a la de Tikal: luego de ejercer su influencia política, cultural y religiosa a los cuatro puntos cardinales, un día desaparecen sus habitantes y el esplendor es tragado por la selva. Cuando Cristóbal Colón descubrió en su cuarto viaje (1502) la isla de Guanaja, situada en la costa norte de Honduras, observó en la bitácora que "sus habitantes parecen bastante civilizados". Lo cierto es que formaban parte de la estirpe de gentes que escribieron el "Popol Vuh", uno de los libros más bellos de la antigüedad.
Cuando el expedicionario español García Palacio descubrió Copan en 1567, la encontró desierta. No había ninguna señal de vida y nadie que pudiera dar razón de lo que halló ocurrió. Los pocos nativos que ya vivían en la aldea de las cercanías no podían ayudar porque ignoraban quiénes habían sido los constructores y qué les había sucedido; entonces en su bitácora García Palacio escribe:
"Hice todos los esfuerzos posibles para averiguar entre los indígenas, en sus antiguas tradiciones, qué clase de pueblo había vivido allí, o qué sabían o habían oído acerca de ellos sus antepasados. Dijeron que en tiempos muy antiguos había llegado allí, de Yucatán, un gran señor que había construido esos edificios de Kopan. Pero que al cabo de algunos años se había vuelto a su país natal, llevando con él a casi todo el pueblo y dejando la ciudad completamente abandonada."
Copan fue rescatada del olvido verde en 1836 por la audacia de dos exploradores: el diplomático norteamericano John Stephens y el artista inglés Frederick Catherwood; ambos ayudados por los informes orales acerca de Copán que había reunido el Coronel Juan Galindo, se adentraron en Honduras aventurándose por los difíciles senderos que en la época unían Ciudad de Guatemala con el lugar en que está el sitio arqueológico: en territorio occidente de Honduras, junto a la frontera con el Petén, que cubre todo con pura selva impenetrable sin saber de fronteras.
En nuestro viaje a Copan decidimos hacer esta misma ruta, y pensamos que no sería fácil, pero los tiempos han cambiado y las distancias en Centroamérica son pequeñas. Salimos desde Ciudad de Guatemala por una vía asfaltada que conduce a Vaho Hondo, en el departamento de Chuquimula (unas siete horas de viaje). La tierra aparece salpicada por plantaciones de tabaco y maíz. Se ven trabajadores con construcciones ligeras secando las grandes hojas de tabaco que los semeja envueltos en alas de un dorado casi transparente al sol. De allí, siguiendo un camino de terracería blanca fuimos hasta la frontera con Honduras, localizada a 43 kilómetros. La cruzamos y a corta distancia encontramos las ruinas de Copan, cada vez más limpias de selva y en plena faena de restauración, que no ocultan del lugar la belleza que deslumbra: es un valle de 13 kilómetros de largo por 2,5 de ancho en promedio, todo muy verde y fértil, cruzado por el río Copan que cava su lecho en la colina sobre la cual se levantan las ruinas y corre hacia el norte, hacia Guatemala. Todo el paisaje está rodeado por altas montañas. Vemos aves guacamayas multicolores que esperan, ruidosas, a la entrada de las ruinas, y que luego siempre estarán. Cerca existe el pueblito mismo de Copan, donde nos hemos alojado en casa de familares de Juan Aparicio de Tikal, y lugar donde Stephens y Catherwood encontraron a Don Gregorio, el cacique que luego de reticencias y silencios empedernidos, les facilitó el guía y las mulas para llegar a las ruinas mismas de Copan. Nosotros no tuvimos dificultad en salvar esta etapa del camino, pero los descubridores debieron enfrentar el río desbordado por las intensas lluvias de la víspera y la alta y tupida vegetación que cubría el terreno. A golpe de machete se abrieron paso hasta la base de una gran muralla de piedra, junto a la cual estaba una roca tallada, con un hombre ricamente ataviado representado en la parte delantera y un bajorrelieve de complejo diseño en la parte trasera. El descubrimiento de esta piedra tallada fue el primero de una serie que les permitió comprobar que los árboles, plantas, lianas, flores y brotes verdes ocultaban los vestigios de una gran ciudad.
Los adelantados Stephens y Catherwood comenzaron a despejar de inmediato, pero los trabajos de rescate fueron detenidos por frecuentes disputas entre los recién llegados y los habitantes del pueblo. Entonces, los adelantados concibieron la idea de resolver las diferencias comprando los títulos de las ruinas a su propietario, uno de los habitantes del lugar, quien, enterado de la propuesta, el hombre aceptó y vendió sus derechos por la suma de ¡cincuenta dólares!. La transacción no evitó, empero, la suspensión de las labores exploratorias, que sólo se reanudaron en 1881, con la llegada de Alfred P. Maudslay, quien logró el apoyo inicial necesario para comenzar en forma especializada los trabajos de limpieza e investigación. Entre otras cosas, a él se debe la nomenclatura de los monumentos y esculturas que todavía se utiliza, como también las ilustraciones y reproducciones de yeso de las estelas y esculturas que actualmente se encuentran en el Museo Británico, Londres.
Conocemos a la arqueóloga guatemalteca Brunilda Sánchez, que colabora con la UNESCO en uno de los programas de restauración suscritos en la zona Maya. Le pedimos que nos enuncie algo de la memoria inmediata de los exploradores que han trabajado en la zona; nos dice: -A comienzos del siglo XX, investigadores de la Universidad de Harvard realizaron varias jornadas de trabajos de exploración aquí, descubriendo la Escalinata Jeroglífica Principal y un gran número de esculturas que fueron repartidas por partes iguales entre el Museo Peabody, que depende de Harvard, y el gobierno de Honduras; desgraciadamente, la mayor parte del material rescatado que recibió este último desapareció, víctima de los ladrones de piezas prehispánicas. En 1910, Sylvanus G. Morley, que era estudiante de la Escuela Americana de Arqueólogos, visitó Copán, iniciando con las ruinas mayas en general una relación de estudio que habría de durar casi una vida. El propósito inicial de Morley era realizar una investigación inclinada a publicar un libro sobre el tema de las inscripciones en la cultura Maya. Pero al descubrir que casi la mitad de estas inscripciones se encontraban precisamente en Copán, estuvo mucho tiempo trabajando aquí. El resultado es su obra "Las inscripciones de Copán", en que describe detalladamente cada una de las inscripciones que encontró en este centro ceremonial, suministrando, además, antecedentes y conclusiones, en su mayor parte acertadas. Las edificaciones principales pueden agruparse en dos grandes bloques. En el primero sobresale la Gran Plaza, en el segundo, la Acrópolis. Esta última, localizada al sur de la plaza, reúne la mayoría de los templos y palacios, y se divide a su vez en Acrópolis oriental y occidental, rescatadas recientemente."
El hogar que nos cobija está formado por el patriarca Leoncio Alvarez Aparicio, su mujer y cinco hijos, hombres y muejres jóvenes, quienes algunos casados con sus parejas ayudan en la empresa familiar en que han convertido su propiedad, que cuenta entre otras cosas además del albergue a un negocio de artesanías, pulpería y almacén, nada ocurre en Copan antiguo sin que se enteren “los Leoncios” dicen, en honor al patriarca, que es un hombre de unos setenta años, ágil como el que más “y Maya porque uno viene a la Tierra como viene nomás pues”. Ellos me servirán de guía y me iré enterando que las nueve estelas o piedras con conocimiento principales, cuajadas de escritura petroglífica, están en el atrio principal de la pirámide con escalones en sus cuatro lados ubicada al sur de la Gran Plaza, de forma cuadrangular, y que tiene en tres de sus lados graderías destinadas, según se cree, al pueblo que venía a presenciar las ceremonias y actividades religiosas. Cada una de las estelas tiene más de tres metros de altura, con características propias en su diseño aunque siempre único el sistema de escritura; se cree que estas piedras escritas indican que los sucesos que narran pertenecen a cada uno de los sacerdotes o reyes representados en cada una, quienes posiblemente gobernaron en época diferentes. Sobresalen, quizás del resto de los legados pétreos de la antigüedad, por la riqueza de su ornamento y delicadeza en el tallado, en que la piedra fue trabajada con precisión y maestría.
Por los Leoncios, en la Gran Plaza soy presentado a un anciano lugareño, don Santiago Gonzaga (y hace hincapié en que su apellido no lo confunda con González, como le suele ocurrir), que es otro ilustre descendiente Maya; el hombre sabio, como suelen ser los campesinos de nuestra América, nos cuenta que colaboró, como sus vecinos, toda su vida en los trabajos de restauración de Copan, viviendo él y sus hermanos como lo hicieron sus mayores, desde siempre en el pueblo. Nos dice:
-Antes de despejar la Gran Plaza, era utilizada como campo de cultivo y los arados rotulaban continuamente la tierra, destrozando las estelas y los altares ocultos en su seno. Nos costó mucho suspender esa práctica porque significaba parte de nuestro sustento, pero hicimos grandes sacrificios y levantamos los sembradíos y se inició la recuperación de los tesoros contenidos en esta parte de la ciudad. Ahora, se nos hace incomprensible que sea transitada por visitantes de todo el mundo, cuya entrada va a las arcas oficiales y nuestro pueblo no reciba un solo peso. Porque aquí comenzamos a limpiar las gentes del pueblo, los afuerinos comenzaron a llegar cuando vieron que era un lugar del cual podían sacar algo.”
Nos dice el patriarca Leoncio Alvarez: “Cuando nosotros éramos jóvenes y comenzamos a preocuparnos de rescatarlas, el trabajo escultural era imposible de apreciar, todas las estelas se encontraban caídas, bajo tierra o en declive y siempre localizadas sobre bóvedas en forma de cruz, en las que se hallaron ofrendas consistentes en vasijas de barro y cuentas de jade. Las estelas están talladas por los cuatro lados y las figuras que representan tienen rasgos comunes: sandalias, alto y hermoso tocado y un cetro sostenidos con ambas manos sobre el pecho, como símbolo de autoridad. En la época clásica Maya, las estelas se levantaron para celebrar acontecimientos específicos ya ocurridos. Con el transcurso del tiempo esta costumbre varió radicalmente, y las estelas se inauguraban el día del evento. Tal modificación la explica la concepción del tiempo entre los sacerdotes y astrónomos mayas, para quienes el futuro era en gran medida previsible y capaz de responder a quienes sabían interrogarlo por los hechos y los acontecimientos venideros; contando con los resultados de su escrutinios al porvenir, planificaban cuidadosamente sus actividades, ritos y festejos. Como toda la ciudad, en un momento se dejaron de tallar junto con el abandono de Copan mismo por sus habitantes, aunque nuestros mayores hasta nosotros ahora, nunca dejamos de habitar alrededor, pero el corazón mismo de la ciudad fue abandonado y tragado por la selva, hasta que se ha decidido su rescate, primero por nosotros mismos y luego con la ayuda científica y del gobierno, pero necesitamos muchos medios para proteger Copan”.
Nos dice la arqueóloga Brunilda Sanchez: “Está escrito que el rescate de Copan lo inició su pueblo, los vecinos cercanos al sitio arqueológico mismo, donde han vivido desde hace cientos de años, quienes en bien de la zona han debido cambiar sus costumbres y trasladar sus lugares de cultivo, por ejemplo, guiados por líderes como los Leoncios Aparicio y Santiago Gonzaga, que han permitido rescatar algo de la historia del lugar. Científicamente, por los estudios con carbono catorce, sabemos que la última estela fue erigida en un año que los arqueólogos consideran que fue el 534 de nuestra Era. La medición del tiempo se detuvo, por así decirlo, y el rito de marcarlo en estelas fue abandonado."
Vemos en los altares asociados con las estelas tallados de serpientes, tortugas y combinaciones de ambas y otras zoomorfas, unión de jaguares, sapos y reptiles, que según don Santiago, "simbolizan la comunión y la armonía existentes entre el hombre y la naturaleza". El mismo estuvo en las excavaciones de la estructura del Juego de la Pelota, que debieron realizar en medio de graves dificultades "porque el lugar estaba completamente invadido por raíces de grandes árboles que penetraban toda la construcción". Nos dice:
-El sentido del juego de la pelota aún no ha sido desentrañado plenamente, pero puedo informarte todo lo que se conoce. El juego tenía un carácter religioso y de alguna manera escenifica una imagen mítica del mundo y de las luchas entre dioses cuyos actores eran los hombres. En el curso de un juego, los participantes debían mantener continuamente en el aire una pelota maciza de hule, de tres kilogramos de peso, golpeándola con el codo, la rodilla o la cadera. El Juego de la Pelota que tu puedes ver aquí en Copán corresponde a la fase arquitectónica final del último asentamiento humano, hacia el año 775; hemos encontrado además restos de otros dos Juegos, construidos con anterioridad en fechas separadas entre sí por 250 años en cada caso. Esta, rodeada por banquetas inclinadas, en cuya parte superior puedes ver pequeños adoratorios y seis hermosas cabezas de guacamayas (aves sagradas mayas) en piedra; mide la cancha 28.45 metros de largo por 7 de ancho. Puedes ver en todas partes vestigios de pintura blanca, lo que hace pensar que un día la Gran Plaza estuvo cubierta de estuco blanco, mientras que las estelas y los marcadores del juego de la pelota estaban pintados de rojo, el color de la sangre, la esencia de la vida para los mayas."
En la salida ubicada al sur del Juego de la pelota encontramos la Escalinata Jeroglífica; que debe su nombre a la escritura Maya labrada que la cubre completamente, formando el texto antiguo más largo que se sepa: tiene 10 metros de ancho y 30 de largo, situada en la acrópolis occidental, consta de 63 escalones esculpidos con 2500 glifos. Cuando asciendo, en ese momento una gran rana verde cruza por la escalera y salta hasta una de las gigantescas figuras, buscando una cavidad fresca donde poder dormir. Nos dice la arqueóloga Sánchez:
-Cuando fue descubierta, únicamente las diez primeras gradas de la Escalinata estaban en posición original, el resto se encontraba desplomado en el patio, mezclado con más de 8000 toneladas de piedras y esculturas tapadas por una capa de vegetación selvática. Era un verdadero rompecabezas y el arqueólogo americano S.G. Morley, luego de muchos años de investigación logró ubicar cada jeroglífico en el lugar que se supone les correspondía en el conjunto. Se ha especulado mucho sobre el significado de esta escalera escrita, el trabajo de desciframiento permite asegurar que en su elaborado texto jeroglífico (pleno de símbolos, fechas, monos, aves, jaguares y hombres) está contenida historia y mitos de Copan precolombino."
Todo pueblo de casta Maya tenía puesta su vista en Copan en busca de nuevos y más profundos conocimientos. La astronomía se desarrolló aquí como no lo hizo nunca antes el hombre, y semejante a otras zonas del mundo más culto de su época. Con tanta seguridad leían el cielo los astrólogos de Copan, que cuando los otros sacerdotes astrónomos de puntos lejanos descubrían en sus observaciones algo que los dejaba perplejos, acudían a Copan en búsqueda de la solución. Apoyado en la traducción de algunos jeroglíficos, Morley anota que aquí se celebró el primer congreso astronómico conocido por documento escrito en la piedra. Es cierto que aquí todo parece tender al cielo.
La Escalinata Jeroglífica forma el costado occidental de una gigantesca plataforma escalonada sobre la que se alza un pequeño templo (el número 26 del catálogo-guía oficial del sitio), es uno de los logros más notables del arte que brotó en Copan, así como el lugar privilegiado para la realización de tareas de desciframiento del sistema de escritura Maya.
En la esquina sur de la Escalinata está la parte de atrás del Templo Astronómico (el número 11 del catálogo), erigido para anotar importantes descubrimientos astronómicos realizados en la ciudad y relacionados con diversos aspectos del cielo del día y la noche, frecuencia de eclipses, medición del año solar... los escalones de acceso están parcialmente destruidos y dos enormes ceibas, de unos 30 metros de altura, obstruyen el paso.
En la parte inferior del edificio y abierta sobre el patio occidental de la Acrópolis se encuentra la llamada Tribuna de los Espectadores, adornada con tres esculturas monumentales, entre las que destaca la representación del dios IK: el rostro de esta divinidad transmite una fuerza enorme; en la mano izquierda tiene un pilar, sostén a su vez de la esfera marcada con un símbolo idéntico a la letra T. El anciano Gonzaga nos explicó que "en la mitología Maya, IK es uno de los dioses encargados de sostener el Universo. La escultura incluye asimismo un collar de semillas de cacao, imagen de la fertilidad de las cosechas; de su boca sale una serpiente formidable y sobre ella dos grandes caracoles tallados prestan su imagen al dios de los vientos."
Los otros lados de la Acrópolis occidental están formados por varias estelas y altares de tallado exquisito; se dice que el más bello puede ser el identificado con la letra Q, construido para conmemorar la fecha del descubrimiento en Copan del año solar de 365 días; la cara superior muestra seis columnas talladas con jeroglíficos; las caras inferiores presentan cuatro figuras humanas sentadas a la manera oriental sobre cojines y luciendo en la cabeza complicados turbantes.
La Acrópolis Oriental se halla organizada alrededor de un patio que mide 42 metros de largo por 33 de ancho. El templo identificado en la guía con el número 16 separa las Acrópolis. La Escalinata de los Jaguares, una joya arquitectónica de esta sección, se encuentra en el costado oeste del patio, y debe su nombre a dos jaguares de piedra situados a cada uno de sus lados, con enormes cavidades en sus lomos que representan las manchas del felino y originalmente ocupadas por discos de obsidiana. En la parte superior de la escalinata empotrada en un bloque de mampostería, una cabeza de piedra simboliza al planeta Venus; tiene fauces de serpiente incorporadas al rostro, similares a otras deidades que se han encontrado en los restantes centros mayas; aquí, unas esferas que acompañan a la cabeza representan a seis de los planetas conocidos por los astrónomos de Copan.
El templo de la meditación (el número 22 del catálogo) está al norte del patio, donde se ve deslumbrante con el elaborado diseño de las esculturas y bajorrelieves que lo cubren entero. En la parte superior de la escalera que conduce al santuario del templo se observa la mandíbula de una serpiente enmarcada por dos enormes colmillos en espiral; la entrada del templo tiene una hermosa escultura que representa la vida humana: dos grandes calaveras sostienen figuras humanas. Cada una de ellas a su vez levanta en el extremo de sus brazos la quijada de un dragón de dos cabezas, alegoría del cielo. Varios cuerpos zoomorfos forman los cuerpos de los dioses convocados.
Nos quedamos allí fumando, alguien encendió incienso de copal del lugar, y estuvimos observando como flotaba el humo blanco diamantino en el aire inmóvil. Tan embriagadores eran el silencio y la profunda belleza del sitio, que si en esos instantes un sacerdote Maya hubiese atravesado con sus ricas vestimentas adornadas con jades y su alto tocado de plumas del quetzal, creo que nos hubiera parecido algo natural, así como se aceptan en los sueños las situaciones. Nos ofrecen de beber la miel dorada de la ceiba, un licor natural, que embriaga con su sabor unido al paladear faisanes del monte que alguien trae asados, envueltos en hojas de cacao olorosas.
Nos dice el patriarca Santiago Gonzaga que este rincón junto a una estructura limpia donde comemos, en la zona oriental de la Acrópolis, fue destruida casi en su totalidad por el río, "que arrastró gran parte de esta construcción produciendo un corte en el terreno que se ha nombrado como la sección arqueológica transversal más grandiosa del mundo. Desde arriba puede verse una muralla de piedra de 30 metros de altura y desechos acumulados encima con restos arqueológicos que pesan más de dos millones de toneladas."
Sorprende la grandiosidad de cada sitio en Copán, si pensamos que fue construida hace cientos de años sin el auxilio de las bestias de carga y sin la rueda o los metales. Hoy, los habitantes del pequeño poblado junto a las ruinas son en su mayoría mestizos, descendientes de españoles y mayas. Hay una población flotante compuesta por presidiarios que cumplen su pena reparando y extendiendo los caminos blancos como tirabuzón o concha de caracol, que salen de Copán a Tegucigalpa; hombres que se ven en el camino trabajando silenciosamente y con un ritmo sostenido, apenas custodiados. La gran calma, quietud y cordialidad de sus pobladores, hace entender un poco la magnificencia de los constructores de estos templos de maravillas, que tuvieron que ser como las gentes de hoy en la zona; silenciosos como son los sabios. Guiado en el camino por el patriarca Santiago, le hago saber que llama en él la atención de su actitud siempre amable, cordial y dispuesto. Dice:
"-Nuestro pueblo considera que todos los hombres podemos ser mejores con una actitud pacífica. Los mayas somos un pueblo pacífico. En los grabados, monumentos, en la pintura y escultura de Copán los motivos guerreros son raros. Esta es una saludable altura de seiscientos cincuenta metros, agua y terreno fértil para el trigo. Con los volcanes cercanos, que donde hay volcán hay obsidiana para la fabricación de herramientas para el tallado, los cuchillos; del volcán también es el basalto ordinario en que se construye el mortero para moler el maíz; y también nos proporciona la andesita, tufa volcánica suficientemente suave como para que se la pudiera tallar con herramientas de piedra y, sin embargo, lo bastante dura como para soportar la acción del aire durante muchos siglos."
Al llegar la noche, junto con ofrecernos el rico atole y los tamales y las tortillas con lechuga y queso fresco, más no quisimos para despedir el día. Muy temprano, guiados por los Alvarez Aparicio, fuimos conducidos por dos de ellos, al amanecer de uno de esos días centroamericanos únicos, sin descripción posible por su belleza; henchidas y onduladas nubes blancas atraviesan el cielo de color turquesa, con aves de colores únicos y entre ellas el quetzal verde cruzando sin cesar, o posadas en ramas a la orilla del camino, observando tranquilas. Se ven hermosos papagayos y mariposas de gran tamaño. Cerca de un pequeño puente de piedra veo mujeres recogiendo agua en grandes ollas de greda que transportan luego poniéndoselas sobre la cabeza. Otro grupo lava prendas de ropa en las aguas limpias y tan rápidas que no permiten ni siquiera la navegación en canoas. Más de mil años habían transcurrido desde que sus antecesores levantaron la ciudad magnífica de Copan y, no obstante, su forma de vida no debía diferir mucho ahora entrando al siglo XXI de la que se usaba siglos atrás. Con ellos fuimos y vinimos entre los restos arqueológicos que son posibles de visitar con unos guías excepcionales. En una hacienda del camino comemos y probamos la exquisita sopa de caracol, probamos los tamalitos de maíz con carne de res, pescado y ave, envueltos en hojas de maíz, y probamos las ricas tortillas recién horneadas y la sed nos obligó a beber mucha horchata heladita, jugo de caña de azúcar y el rico vino de Coyol que más no quiere uno para inspirarse y seguir el camino viendo la hermosa Copan.
Junto a un descanso en el camino, a las puertas de sus terrenos sembrados de árboles de fruta y cubiertos de hierbas medicinales, nos estaba esperando al atardecer don Jesús María Alvarez, patriarca de una casta de protectores del maravilloso quetzal en la zona; su casa misma es una especie de hospital para tratar a quetzales heridos o polluelos que han quedado sin padres por la caza indiscriminada del ave símbolo del mundo Maya. Alto y fuerte, nos dio la bienvenida con cortesía y nos condujo a unas habitaciones interiores, con hamacas y catres de campaña, dispuestas para recibir huéspedes. Nos indicó dónde podíamos bañarnos y nos invitó a cenar a su mesa. Al otro día, al amanecer, salimos con don Jesús María, tres de sus hijos y los Alvarez Aparicio en búsqueda del quetzal, una experiencia digna de comentar.
Al salir muy temprano de la casa, en las puertas mismas descubrimos que se levanta una enorme roca tallada, hermosa, en su frente con figuras alegóricas en bajorrelieves, que -dicen- representan una conferencia entre jefes mayas, con extraños tocados en que siempre sobresale el quetzal, y hombres que tenían la cabeza cubierta con máscaras de animales fantásticos. En los demás costados de la roca hay tallados con filas de jeroglíficos, sin traducir. Nos dice que durante un tiempo parte de su casa la ocupó la Municipalidad cuando no había nada, y para marcar el sitio ubicaron allí la escultura originalmente desenterrada desde el patio interior de su misma casa. En verdad, la considerable serie de escritura maya tallada encontrada en Copan, en sus monumentos y en las fachadas de sus edificios, en sus estelas y también pintada en sus obras de alfarería, no ha sido descifrada ni en un treinta por ciento. Y de lo que se conoce sólo es información astrológica, de sus dioses, cantos ceremoniales o funerarios, pero nunca hablan de ellos mismos, nada dicen acerca del pueblo, sólo que se simbolizaban en el quetzal todos por igual, nada más se sabe: a una reserva de quetzales somos invitados.

EL QUETZAL Y LAS HORMIGAS CIEGAS.

Caminando a zancadas por la hierba cubierta por el rocío, entre árboles milenarios y plantas de hojas de tamaños inverosímiles, una vez que dejamos atrás los hitos de piedra que marcan el camino blanco en sus límites, en pocos minutos llegamos al pie de la montaña en la cual está situada la zona central del sitio arqueológico. Rodeando sus límites, trepamos una derruida escalera petroglífica y llegamos a un sendero atrás de la ciudad que parece brotar desde el corazón del cerro y en un instante se adentra a la selva impenetrable, sin caminos delimitados.
Esta es la tierra del quetzal, toda ella tiene un color verde en cada uno de sus tonos. En el pasado de los pueblos antiguos de esta parte de América, cuando los hombres creaban a los dioses a imagen y semejanza de sus sueños, el brillante e inmutable verde del quetzal se convirtió en un símbolo creador, para honrar al mundo vegetal primordial. Hablando el camino, mientras los tres muchachos quitan de aquí o allá algún obstáculo, nos dice don Jesús:
-Quetzal es palabra maya que significa "verde precioso". Encarna la primavera, la fecundidad de la creación. Pronto asociaron el pájaro con la serpiente, aunque sería imposible decir cuándo tuvo lugar ese hecho; la serpiente constituía casi un símbolo de la primitiva deidad creadora, era la natural escritura cifrada de la inescrutable muerte. El símbolo de la nueva vida (quetzal) y de la antigua muerte (serpiente) combinadas en una sola figura era equivalente a la divinidad que representó el dios Quetzalcóatl en nuestros pueblos, que se una semejanza en el tallado del dragón usual en la escritura Maya, quien sería el que habría enseñado a los hombres la sabiduría y las artes prácticas, la escritura y la astronomía, el grabado en piedra, la gimnasia, el calendario... concentraba en sí todas las cosas para ofrecérselas a todos los hombres. Quetzalcóatl comenzó por ser un maravilloso pájaro verde para gradualmente ir convirtiéndose en un ser antropomórfico, como todos los dioses. En una zona donde coexistían más de treinta lenguas y donde se producían innumerables choques culturales (encuentros de tribus salvajes con pueblos civilizados) fue casi natural que Quetzalcóatl fuera un ser especial, como símbolo unificador de muchas diferencias, en que cada nación lo adoraba según la propia imagen que de él se había forjado. Es el dios más antiguo de América y su símbolo es esta ave que intentaremos visitar..."
En ese instante un solo grito de los tres muchachos al unísono nos advierte:
"¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Miren las hormigas!"
Uno de los Alvarez Aparicio había pisado por casualidad una columna de un ejército de las terribles hormigas guerreras, de veinticinco milímetros de largo, que se desplazan en compactas masas de miles. Son negras y rapaces, tienen largas mandíbulas en forma de hoz; estaban ocupadas en tomar por asalto a los insectos de los alrededores y transportan todo ser viviente con que pueden cargar. Arrastran multitud de insectos; las hormigas más pequeñas se aferran a la presa, mordiéndoles sus alas y arrancándole pedazos, viajando cómodamente mientras las más grandes las transportan. Veo caer un saltamontes en medio de la columna en movimiento; un grupo de hormigas lo cogió por las patas, pero la víctima pudo aún dar otro salto antes de aterrizar, para su mala fortuna, en otra columna del ejército; en un abrir y cerrar de ojos el saltamontes fue seccionado ante nuestra vista, y lo siguieron transportando entre fragmentos; todo en una fracción de tiempo. Me dicen que estas hormigas no tienen nidos permanentes, se van desplazando constantemente y devorando todo a su paso, a sus crías en sus diversas edades las llevan siempre con ellas. Las hormigas soldados tienen dos veces el tamaño de las hormigas obreras, y si uno llega a tocar el suelo por el que cruzan o a pisar una columna -como hizo uno de los muchachos- los soldados se abalanzan para atacar. Dice don Jesús María:
-Sin embargo estas hormigas, las ecitones, son absolutamente ciegas. Como vez, algunas tienen incipientes ojos simples en lo alto de la cabeza, pero son sólo capaces de distinguir la luz; el resto es enteramente ciego. Tienen un extraordinario olfato, que les permite conservar una rigurosa alineación en el sendero; despiden un olor característico que sus compañeras perciben por medio de las antenas. La ceguera las mantiene unidas, impide que se dispersen en excursiones individuales que podría debilitar las columnas y atenuar la ferocidad aniquiladora que ponen en la guerra en que viven. Por supuesto, nadie puede decir si estas hormigas son rapaces porque son ciegas o ciegas porque son rapaces...
"-¿Vamos a visitar a los quetzales, señor?", dice uno de los hijos. Y don Jesús, incorporándose de un salto, nos invita a seguir luego de ayudarnos a observar estas hormigas únicas. Nos envuelve la lozanía de la vegetación; el suelo está cubierto por elegantes heliconeas, fuertes y flexibles melastomas y abundantes begonias que miran hacia abajo. Arboles gigantes descuelgan desde el cielo flores que caen en racimos desde todos los tonos del verde. Caminamos algo más de una hora, sin dejar de recibir indicaciones hasta cuando don Jesús, deteniéndonos, anunció:
"-Los quetzales hacen nido en los árboles muertos. Generalmente ocupan uno abandonado por el picamaderos o pájaro loco que aquí abunda." Y exclamó: "¡Mira, el nido del quetzal!", indicándonos cavidades en otros grandes árboles podridos, pero cubiertos de vegetación circundante, cuevas ubicadas a una altura que varía de seis a nueve metros del suelo, donde vimos las inconfundibles dos plumas verdes que forman la cola del ave como brotando de los árboles. "Los quetzales no se meten en su nido para no dañar su cola", dijo, y entonces llevándose una cerbatana a la boca, disparó hacia las ramas que naturalmente simulaban las entradas. Se produjo un leve revoloteo que creció. Un segundo más tarde admiramos el majestuoso espectáculo del quetzal en la plenitud de su desarrollo, hendiendo el aire en severo y ondulante vuelo. No es más grande que una paloma, pero las dos magníficas plumas de la cola del macho, de unos noventa centímetros de largo, flotando tras de ellos, es todo un espectáculo. Vuelan agitándose y enredándose milagrosamente entre ellos, a poco más de la altitud en que acostumbran vivir. La entrada al nido tiene un diámetro de poco más de diez centímetros. La hembra es menos espectacular, no tiene la larga cola doble del macho; las plumas de su pecho, en lugar de ser rojo sangre como la del macho, es de tonos grises y verdes claros; no obstante, considerada aisladamente, es un ave notablemente hermosa, con su vestimenta en que se mezclan los grises, verdes y carmines. Unos y otros, de repente se desaparecen mimetizados con el verde de la selva, y uno quisiera ver mejor o cree alucinar. Pero se comprende de inmediato por qué lo habían deificado. Se entiende la eyaculación ornitológica de Gould luego de ver el espectáculo cuando escribe: "Es poco menos que imposible que la imaginación conciba algo más rico y suntuoso que el plumaje de este pájaro espléndido que se hace un ser vegetal, o más elegante y gracioso que las dos flotantes plumas que penden de la parte inferior de su lomo formando una larga estela de brillo metálico." A esta hora del medio día, cuando escribo lo que veo, rayos de sol entran a raudales y dos plumas majestuosas revolotean a nuestro alrededor como láminas de oro viejo con vida propia.
Muchos quedaron posados en ramas de árboles secos, que fueron en alguna medida como el cumplimiento de un ciclo. Algunos muy erguidos, hinchan el pecho y rompen a cantar; aunque su voz no es musical, tampoco es desagradable su cacofónico y monótono cuk-cuk-cuk... al iniciarse, el canto es bajo y vibrante, pero a medida que va ganando volumen comienza a sonar como si no fuera el canto de un solo pájaro, y cuando alcanza la máxima intensidad, las notas se suceden rápidamente, una tras otra; a cada nota la larga cola oscila como el manubrio de una bomba. Los machos quetzales se ven infatuados con su propio canto y dirigiendo estocadas hacia acá o allá con sus espectaculares colas, un instante moviendo la cabeza de un lado a otro con aire inquisitivo, pero luego muy calmados observando sin ningún temor aparente, bajando a las ramas cercanas. Parecen carecer de miedo instintivo. Si osamos acercarnos, se posa en una rama más alta para seguir observándonos desde su altura, pero no huye. Nos habían dicho que lleváramos aguacate (palta), y en ese instante, los hijos de don Jesús, simplemente despedazando la fruta fueron ubicándola en sitios a cierta altura. Este es evidentemente el fruto favorito del quetzal, y antes de que transcurriera mucho tiempo pudimos regocijarnos con la visión de los machos que, rápidamente, al vuelo, cogían el alimento, al que llegaban descendiendo con sus alas desplegadas, para apoderarse de un poco de comida en el planeo. Toman el aguacate de la misma forma como cazan insectos en el aire, sin posarse en ningún momento en una rama para reposar. Revolotean en torno al lugar en que se dejó el presente, dan un par de rápidos picotazos, y luego echando la cabeza hacia atrás para engullir a toda velocidad.
Cuando el macho distingue a la hembra, su canto adquiere una tonalidad más ronca; después se echa a volar para exhibir su fantástico plumaje; vuela en picadas y describe espirales, pero la dama no está impresionada. Sigue posada en su rama y mirando hacia otra parte o contemplando el espectáculo de visitantes con indiferente amabilidad. El galán parece advertir la frialdad de la dama y se desconcierta; vuelve a su sitial con la cresta caída y se posa allí, echando miradas furtivas hacia donde está la hembra. De pronto, en un instante resuelto, arremete dirigiéndose hacia ella dispuesto a doblegarla. Entonces la hembra quetzal, ya sin recato y con evidente temor, lanza un cloqueo de alarma y huye a través del follaje; ya no vuelven. Todos se ven en perfecto estado de salud. Si uno se acerca para aumentar la cantidad de aguacate, algunas hembras mientras comen en la cercanía donde han llevado un poco de alimento, nos contempla con afectada dignidad y no hace ningún movimiento para echarse a volar. Don Jesús les da alimento con su manos, donde lo toman posándose en sus dedos. Luego de unas horas, finalmente convencí a una hembra quetzal que me permitiera acercarme a ella y rascarle la cabeza. Le di alimento y lo tragó ávidamente; luego, posada en mi dedo, me picó delicadamente y voló con suma dignidad y ausencia de temor. Este hecho que anotamos contrasta con el mito extendido de su resistencia a cualquier clase de sometimiento al hombre. Es que resulta imposible imaginarlos fuera de su hábitat natural, por lo que fue muy acertada la decisión de ser declarados Ave en extinción y Patrimonio de la Humanidad, con prohibición de comercializarlas. Al llegar la tarde, cuando retornamos varios quetzales machos nos acompañaron en el camino, espléndidos, posándose en ramas cercanas más adelantados que nosotros, para lanzarse a los aires cuando pasábamos. Este espectáculo resultó tan emocionante como la visión del color verde en el hogar de la selva. Chapoteando en el barro, detrás de don Jesús María, a quien la hora le hacía acelerar el paso, apenas me di cuenta de que emprendíamos el camino de regreso. Simplemente lo seguimos por el sendero de regreso.
Cuando me despido de la zona Maya de Copan, recuerdo, con orgullo latino, otro significado de este sitio en la historia nuestra. Copan, la tierra del quetzal no sólo fue una de las ciudades más cultas del mundo de su época, sino también la primera de nuestras ciudades antiguas que excitó la imaginación del mundo moderno. Antes de la visita a Copan que hicieron Stephens y Catherwood, la mayor parte de los historiadores de la época eran de la opinión de que no había en América restos de una arquitectura precolombina que tuvieran valor artístico, y muchos menos que existiera la escritura. Como lo dice Stephens en su notable libro "Incidentes de Viaje por Centroamérica", en 1840, el público internacional hasta entonces había aceptado la opinión del doctor Robertson, historiador del siglo XVIII, que escribió:
"En toda la extensión de ese vasto imperio de América no hay ni un solo monumento ni vestigio arquitectónico de una época anterior a la Conquista."

CANCUN: un Plan Maestro.
Por Waldemar Verdugo.

"...todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio.
Todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Esta es la primera relación, el primer discurso.
No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques:
sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la Tierra.
Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.
No había nada junto que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni agitara, ni hiciera rumor en el cielo.
No había nada que estuviera; sólo el agua en reposo, el mar apacible solo y tranquilo.
No había nada dotado de existencia, cuando nació la selva en Cancun".
POPOL VUH (fragmento)

La ciudad de Cancun está situada en una isla unida al continente por un arrecife de corales, a orillas de la costa de Quintana Roo, frente al Mar Caribe o de las Antillas, a los 21 grados 2'9" de latitud norte y los 86 grados 46' de longitud oeste, y a cinco kilómetros de distancia de Isla Mujeres. Antigua sede de la cultura maya, una de las más extraordinarias de la antigüedad, la Península de Yucatán, donde se encuentra Cancun, adentrándose en las aguas parece un cometa suspendido en el aire. Situada en el sureste de México, la Península comprende los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, jurisdicción a que pertenece Cancun.
En 1969, con motivo de un análisis estadístico hecho por el Banco de México, según el cual el turismo sería la fuente principal de ingresos para México a partir de las últimas décadas del siglo XX, y -como consecuencia- generaría un alto volumen de empleos para mano de obra no calificada, se pensó desarrollar el área de Cancun, donde se inician operaciones en 1974, al constituirse el Municipio Benito Juárez, dentro de cuyo territorio quedó la ciudad. Para el desarrollo se delimitó una extensión de 12.700 hectáreas, en las cuales se efectuó el Plan Maestro que divide el destino del suelo en un 17.7% para la zona turística, 29.1% para la zona urbana y el restante 53.2% para conservación o reserva ecológica, con cerca de tres cuartas partes correspondientes a áreas lacustres. En la década de 1980 visité la zona en un primer viaje como parte de un trabajo que me tomó varios meses realizar, en diversas etapas, completando la ruta Maya en México que debí recorrer para escribir unos folletos que me encomendó el Fondo Nacional de Turismo, entonces dirigido por el profesor Carlos Hank González; esos humildes folletos que FONATUR distribuyó como parte de su ejemplar material de promoción turística de un país, me permiten afirmar que los datos consignados de esta ruta Maya mexicana, en que incluyo esta crónica de Cancun, están, por decirlo así, confirmados. Y debo agradecer a quienes me permitieron escribirlos. Aquí debo anotar que cuando visité Cancun por primera vez, el sitio era entonces una aldea en la selva, ahora en 2003 es una ciudad turística que recibe más de un millón de visitantes anualmente, con sus carreteras y adelantos que van desde la misma construcción de las paradas de autobuses que protegen al usuario de los fenómenos naturales, hasta la ambientación con fuentes monumentales como las del Paseo Kukulcán, con esculturas y reproducciones de piezas arqueológicas del legado del pueblo Maya dispuestas a lo largo de los veinticinco kilómetros de la isla, en que impresiona el recinto del Centro de Convenciones con capacidad para dos mil personas, sitio de reuniones internacionales y múltiples actividades culturales, como su Ballet Folklórico que ofrece un espectáculo de bailes regionales y danzas prehispánicas casi todas las tardes del año. Ubicado en la zona del mismo Centro de Convenciones se encuentra el Museo Arqueológico con valiosas piezas mayas que suman varios cientos de esculturas, alfarería y joyas.
En el Boulevard Kukulcán, el Museo Marino Cedam ha especializado su colección en objetos rescatados de los naufragios submarinos que ha habido en sus aguas y se ha convertido hoy en uno de los primeros del mundo en su especialidad. Por estar unida al continente mediante este arrecife de corales, Cancun está rodeada en toda su otra dimensión por las aguas, formándose la laguna que llaman Nichupté, donde hay una reserva de aves, la Isla de los Pájaros, con miles de aves de 140 diferentes especies clasificadas; tiene una extensión de cincuenta kilómetros cuadrados, es ideal para paseos en lancha y muy apropiada para esquiar y practicar windsurfing. Donde uno mire se siente aquí a gusto.
Cancun es el resultado de una intensa labor de estudios, proyectos, recopilación y sistematización de información, programas de inversión y posteriormente de obras realizadas conjuntamente por el Gobierno de México, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo y el sector privado. Cancun comenzó a operar como foco de atracción turística desde 1975; hasta ese año esta actividad en el Estado se desarrolló principalmente en las localidades de Isla Mujeres y Cozumel, en función de la explotación de recursos del mar y del régimen comercial de zona libre. Hoy, sus habitantes están conformados por mestizos resultantes de la fusión de indígenas con los españoles. Cuando Hernán Cortés y sus gentes llegaron al lugar se encontraron con un principal núcleo de población indígena descendientes del pueblo Maya, los denominados Macehuales que aún hoy día subsisten conservando su propia lengua y costumbres ancestrales. La población autóctona ha desarrollado su propio folklore, estilo de vida y trabajo artesanal, que incluye artículos de piel de venado, tallas de marfil y coral, e incluso una rica gama de joyas labradas en oro y plata. Ofrece tiendas especializadas en artesanía de México hecha a mano, joyería, ropa fina y perfumes a mitad de precio por ser puerto libre, arte primitivo y colecciones de objetos del mar, arte Maya, dibujos, pinturas, esculturas y su impropio mercado negro de piezas originales. Para probar los sabores mayas, digamos que solamente en Cancun, además de todo tipo de restaurantes, hay seis mercados, y un número considerable de tiendas y almacenes de importaciones que ofrecen de todo lo que se espera encontrar en un Puerto Libre. Tierra contrastada, es rica en bosques de maderas preciosas y exigua en parte para el cultivo y pastoreo; la Península es de roca caliza. Por esto el propósito del Gobierno mexicano de incorporar la región a la dinámica nacional de crecimiento, conceptualizando a Cancún y su entorno como un Polo Regional de servicios turísticos. Sin embargo, la explotación pecuaria bovina ha tenido un desarrollo suficiente como para satisfacer las necesidades de la población residente. La raza ganadera predominante es el cebú, animal fácilmente adaptable a las condiciones climatológicas; en la población natural es común la cría de abejas para la miel, y cerdos, así como aves de corral, especialmente guajolote y gallina. Digamos que, a partir de 1972, cuando la zona es declarada en régimen de Zona Libre, comienza el desarrollo de una actividad comercial floreciente, que incluye los antiguos perímetros de Chetumal, Cozumel, Xcalak e Isla Mujeres. Esta libertad de importación y exportación de mercancías ha sido determinante en el fomento de las distintas actividades económicas relacionadas con el turismo, el comercio, los servicios, los transportes, así como en el mejoramiento de oferta ocupacional e ingresos para la población local y la proveniente del interior del país. En el Proyecto Cancun, está escrito: “El régimen aduanal libre se hizo necesario por la lejanía con los centros de producción y abastecimiento, por las deficiencias que presenta el depender del transporte que causa desinterés en el fabricante por atender los mercados lejanos como Cancun, en que su reducida fuerza laboral estaba dedicada casi exclusivamente a la explotación del árbol de chicle y la pesca rudimentaria”.
Antes de la creación del Plan Maestro Cancun, se carecía de vías de acceso por tierra por lo que se utilizaba la marítima o fluvial, así como el servicio de pequeñas aeropistas. Además, en toda la región -tanto en los centros urbanos como en las zonas rurales- el proceso migratorio propiciaba el flujo de población hacia la capital de la República y en la misma región proliferaban áreas sin trazo definido y con absoluta falta de urbanización y servicios, presentándose luego una gran especulación con los terrenos, principalmente en aquellos destinados para vivienda. En lo referente a la solución del problema habitacional para quienes viven allí, se efectuaron intensos programas en coordinación con los organismos responsables y se levantaron conjuntos residenciales para los diferentes estratos sociales; asimismo se efectuó un programa para el levantamiento de datos socioeconómicos en poblaciones construidas por organizaciones sindicales, y se introdujeron servicios urbanos en los asentamientos originales como en la colonia Puerto Juárez, un lugar que carecía de ellos.
Para suministrar de energía eléctrica a Cancun, FONATUR celebró convenio con la Compañía de Luz y Fuerza, construyéndose una linea de transmisión que dotó a la ciudad de energía. El sistema fue diseñado para que se puedan realizar ampliaciones que satisfagan la demanda futura. Me cuentan los vecinos que en 1960 Cancun no contaba con luz ni agua potable, cubriéndose este último servicio a través de la captación de agua de lluvia en depósitos y cisternas. En cuanto al sistema de alcantarillado, sólo Cozumel y Chetumal tenían este servicio, y no fue sino hasta 1970 cuando se iniciaron las obras destinadas a cubrir esta necesidad, cuando se llevaron a efecto amplios programas de equipamiento de instalaciones y servicios permitiendo a la población, permanente y turística, gozar de todo el confort que debe brindar un centro urbano y vacacional al nivel internacional. Tal cual deben nacer otros en puntos hermosos de nuestros países de América que surgen con invención y voluntad más que con recursos. Para solucionar un problema básico como es el poseer agua potable, aquí en Cancun, se ha introducido un sistema de agua potable con dos zonas de captación que permiten un perfecto abastecimiento de agua y de acuerdo a las normas internacionales de calidad. En cuanto a drenaje se construyó un sistema completo de alcantarillado sanitario, incluyendo colectores principales y laterales para la zona turística. El sistema se complementa con tres plantas de tratamiento de lodos activados, y seis cárcamos de rebombeo de aguas negras. En la zona urbana se construyó una red de colectores, una planta de tratamiento de aguas negras del tipo laguna de oxidación y cuatro cárcamos de rebombeo, que cubren ampliamente las normas de higiene según la Organización Mundial de la Salud. Puedo destacar del Plan maestro las siguientes obras en algunas de las cuales se me dio en suerte tirar alguna piedra a la primera mezcla de cemento; como en la construcción del Palacio Municipal y oficinas de la Dirección de Seguridad Pública; oficinas de la Policía Federal de Caminos; Estación de Bomberos; construcción del edificio para servicios de las zonas arqueológicas de San Miguelito y El Rey; construcción del edificio de artesanías y bazares con capacidad para sesenta locales comerciales; ampliación de la sede del Museo de Antropología e Historia. Para infraestructura educativa se construyeron 15 escuelas primarias y 2 secundarias, independientemente de 6 escuelas particulares; 1 Conalep, 1 Cetis, 1 Colegio de Bachilleres, 1 Centro de Capacitación para trabajadores y 1 Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos. Se construyeron los planteles de la Universidad de Chetumal. En áreas de salud, el Desarrollo cuenta con 1 Hospital General de Zona del Instituto Mexicano del Seguro Social (con 78 camas y 15 consultorios); 1 Clínica del ISSSTE de servicio externo; 1 Clínica de Especialidades Médicas; 1 Hospital Central de Cirugía, S.A.; 1 Cruz Roja Mexicana; 1 Centro de Salud con 3 consultorios especializados en Epidemiología; 1 Centro Médico y varios consultorios privados. Se han destinado 23 hectáreas para zonas verdes; parques, plazas y jardines, entre los que resalta el Parque Urbano Cancun. Respecto a recreación y cultura se cuenta con el Teatro Municipal, la Hemeroteca, Plaza de toros y varias zonas deportivas. Otros servicios públicos desarrollados son centros sociales, cementerio y el Centro de Desarrollo Integral de la Familia. Cuentan con una Terminal de Autobuses foránea, asi como oficinas de correo y telégrafos, central telefónica, estaciones de radio, televisión satelital, y un moderno sistema de transporte urbano y turístico que ofrece servicio cada hora entre Cancun y el resto del país vía Mérida. La ejecución básica del Aeropuerto Internacional de Cancun consistió en la construcción de una pista asfaltada de aterrizaje con una longitud de 2600 metros por 60 metros de ancho y con una zona lateral de seguridad de 100 metros a cada lado para atender servicio diurno y nocturno de aviones de reacción, incluyendo plataformas para la aviación general y comercial; una carretera de acceso al aeropuerto; un edificio terminal de dos pisos con capacidad para atender 350 pasajeros en un periodo de 15 minutos, que incluye salones de espera y terraza de observación; estacionamientos; servicios independientes de agua potable, electricidad y facilidades para el almacenamiento de combustible; excelente alumbrado y equipo ultramoderno para la Torre de Control. La primera etapa del Aeropuerto Internacional de Cancún ha sido diseñado en tal forma que ofrece todas las facilidades para futuras ampliaciones.
Los datos de población que capturé en mi primera visita a Cancun era poco más de 150.000 habitantes. Ahora, en 2004 hay más de medio millón de vecinos, lo que ha implicado diversas obras de consolidación, de mantenimiento y de incremento en la oferta de terrenos urbanizados, asegurando el abastecimiento de infraestructura: siguiendo el Plan Maestro original, cuentan con una capacidad de energía eléctrica y abastecimiento de agua potable y tratamiento de aguas residuales para atender las necesidades actuales. El Plan se ha seguido concluyendo como base del desarrollo de opciones para el visitante y los vecinos. El incremento de terrenos urbanizados se ha hecho a través de la habilitación de áreas en la zona urbana, especialmente con la apertura del “Cancun Náutico” a comienzos de la década de 1990: una serie de estructuras para el despliegue de embarcaciones turísticas y urbanización de lotes con frente de agua a través de obras de dragado y rellenos para conformar canales de acceso y navegación, dársenas y escolleras y todo tipo de facilidades para el atraque de embarcaciones, como muros perimetrales y muelles flotantes. Debo decir que del Plan Maestro original de Cancun, en FONATUR dispuestos a editarlo en forma de folleto entonces me pidieron corregir la ortografía, y debí leerlo concienzudamente: me pareció un plan de trabajo ejemplar que se debía seguir en otras partes de América y así lo expresé. Hoy, veinte años después, puedo decir que no me equivoqué en mi apreciación quizás desmesurada entonces. Y pienso que sus autores no sabían que ha sido ejemplo a seguir, y lo será más aún en el futuro, de cómo un lugar único (de los que existen olvidados en América) se hace apto para el turismo mundial y levanta una zona pobre, pero rica en cosas para mostrar al mundo, como es toda la ruta Maya.
Cancun es la naturaleza en su expresión más explosiva y salvaje; limpias playas de arena blanca bañada por el mar turquesa del Caribe, selvas tropicales y lugares inexplorados con una de las zonas arqueológicas más ricas de América y dos mil monumentos antiguos esparcidos por su territorio. Porque uno de los atractivos mayores de Cancun reside en que la isla emerge de los vestigios arquitectónicos de una de las civilizaciones más enigmáticas de la historia del hombre; el pueblo Maya, que desapareció inexplicablemente hacia el año 900 de nuestra era, dejando en esta región de México abundantes muestras de su esplendor. En Quintana Roo cada día se descubren nuevas huellas mayas que habían quedado sepultadas o perdidas entre la espesura de la selva, y es incalculable el número de monumentos que están aún enterrados, siendo común que los ya rescatados precisen de cuidados y limpieza constantes para evitar que sean nuevamente absorbidos. Hernán Cortés desembarca en la Isla Cozumel en 1519, invadiendo los pueblos mayas de la región y destruyendo a su paso inapreciables construcciones escultóricas religiosas prehispánicas para reemplazarlas por el cosmos cristiano. Nueve años más tarde, Alonso Dávila erige la Villa Real de Salamanca de Bacalar en las riberas de la laguna de ese nombre, sitio que había estado habitado por los mayas Itzaes, quienes en el año 413 hablan fundado allí un asentamiento con su nombre primitivo; Bakhalal. En 1642 el lugar fue destruido por piratas ingleses y vuelve a ser levantado por Antonio Figueroa, que lo fortifica dejando la construcción que hasta hoy existe. En 1847 los pueblos mayas de la región iniciaron la lucha de castas que habría de continuar hasta 1902, cuando los nativos son sometidos al Gobierno Federal de Porfirio Díaz. Este decreta, entonces, la creación del territorio de Quintana Roo (bautizado así en honor del líder mexicano Andrés Quintana Roo) que es anexado en 1913 a los estados de Campeche y Yucatán por Venustiano Carranza. En 1936 el general Lázaro Cárdenas vuelve a erigirlo en territorio autónomo por la importancia que tomó, debido a su ubicación geográfica, durante la segunda guerra mundial, época en que se construye allí un aeropuerto, que al término del conflicto es abandonado. En 1953, la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas proyecta la intercomunicación de la Península con Cuba y La Florida, por medio de transbordadores, cubriendo la ruta del Golfo de California y el Caribe partiendo de Puerto Juárez, en cuyas proximidades, a orillas de la laguna de Cancun, habría de construirse el aeropuerto incluido en el Plan maestro: en 1971 llegó un avión con los primeros cuarenta y ocho visitantes. Ese mismo año, el Banco Interamericano de Desarrollo aprobó un préstamo de 21.5 millones de dólares para ser invertidos en el lugar, estimándose que el proyecto Cancún costaría un total de 47.1 millones de dólares. Esa inversión base de 47.1 millones de dólares, fue plantada en la zona seleccionada que comprendió entre Puerto Juárez y Tulum, y como eje principal la isla misma. Se incluyó en el concepto que Cancun podía captar la población de las zonas deprimidas de la región, y también mediante la generación de empleos descongestionar la zona metropolitana. Por supuesto que los números de los planes de inversión hoy son historia, pero es ejemplar el ánimo y los pasos que se siguieron, todo obedeciendo a la política de impulso al turismo que ha convertido aceleradamente al Caribe mexicano en un serio competidor dentro de la cuenca que forman las islas Bahamas, Puerto Rico, Jamaica y las pequeñas Antillas. Me he permitido citar estos aspectos de la re-invención de Cancun a través del plan de fomento turístico de México, porque debe considerarse que hoy, en un proceso de desarrollo de treinta años, este Plan ha sido un éxito, y perfectamente aplicable en áreas deprimidas de nuestros países de América en que el turismo está inexplotado o dejado a la deriva de planes fugaces sin un destino definido, como es Cancun, que nació planificado para recibir al turista como lo hace hoy. Esta costa oriental de la Península de Yucatán y las islas adyacentes estaban densamente pobladas a la llegada de los conquistadores europeos, los relatos de los aventureros y exploradores describen grandes pueblos habitados (a diferencia de las ciudades abandonadas que después encontrarían) con cuyos pobladores rápidamente establecieron contactos, pacíficos en algunos casos, hostiles en otros. Las modernas investigaciones arqueológicas confirman las fechas, que junto a los relatos escritos que existen y la tradición oral, permiten reconstruir, además de los restos materiales, la forma de vida de los pobladores de la zona periférica a Cancun, en relación a la civilización Maya, sus hacedores.
Desde Cabo Catoche en el extremo nororiental de la Península, hasta la Bahía de Chetumal al sur, las poblaciones indígenas se sucedían casi continuamente. Describiremos aquí las más importantes, cerrando con Tulum que es la última que visitaremos entre las que hoy están accesibles de ver, aunque algunas no están reconstruidas, no deja de ser una interesante experiencia para el visitante actual explorar ciudades mayas tal y como las encuentran sus descubridores. Conversamos con el arqueólogo mexicano Roberto Ríos González, que ha trabajado en la unificación de señales para la zona arqueológica Maya del Caribe, y nos dice: “Lo único en que el visitante debe ser estricto es en respetar cada una de las indicaciones oficiales, que deben cumplirse al pie de la letra: “No tocar”, “No Rayar”, “No Remover Piedras”... el visitante debe saber que entrar a cualquier sitio arqueológico Maya es pisar terrenos donde floreció una de las culturas más complejas de la humanidad. Con su propia arquitectura donde siempre sobresale un sector o Barrio de los astrónomos, con sus torres de observación celeste y espejos cóncavos para ver y estudiar las estrellas”.
Los principales sitios aquí ubicados fueron dados a conocer por el explorador norteamericano John Lloyd Stepheris en 1843 en una obra que es imprescindible para quienes se interesan por los mayas antiguos: Incidentes de Viaje en Yucatán. En 1877 August Le Plongeon explora Cancun y Cozumel y William Holmes en 1895 vuelve a visitar los sitios descritos por Stepheris. Los modernos estudios sobre la arqueología maya en el Caribe mexicano se inician en 1914 con el ingreso de la Institución Carnegie de Washington al campo de la investigación del pueblo Maya, bajo la dirección del citado Sylvanus G. Morley se exploran varios sitios y se publica la hasta ahora mejor obra de conjunto: Tulum, an archaeological study of the East Coast of Quintana Roo . A partir de la década de 1930 y hasta ahora, instituciones mexicanas y de otros países han continuado exploraciones y restauraciones en la zona, de manera que es una de las mejor estudiadas en toda el área maya. En diversos sitios de Cancún mismo se encuentran vestigios de este pueblo magnífico, aunque algunos han desaparecido para dar paso a otras construcciones. Son comunes aquí pequeños templos cuadrados con una o varias puertas y la clásica bóveda maya, que descansan sobre pequeñas plataformas o como en Tancah y Xelhá, sobre pirámides truncadas, identificados como adoratorios los cuales dieron origen a la ingenua leyenda difundida por Le Plongeon de que eran habitaciones de enanos. Estos templos, además de su función ritual, tenían una eminentemente práctica. Por algunas Crónicas del descubrimiento y la conquista sabemos que los mayas hacían hogueras sobre estas estructuras a manera de señales, y hay quienes afirman que formaban parte de un servicio organizado de "faros" para el tráfico marítimo y que, pintados de diversos colores, servían para indicar los lugares aptos para desembarcos y otras posiciones en la costa, ya que la pesca y el comercio eran las principales actividades de sus antiguos pobladores.
En el mismo Cancun sus principales zonas arqueológicas conocidas como El Rey y San Miguel, se localizan en el centro de la isla, en la zona más estratégica y elevada de toda ella, con salida por un lado al mar y por el otro a la laguna, donde unas ochenta estructuras se levantan sobre el terreno nivelado artificialmente: plazas, pirámides, plataformas y palacios. Las plataformas generalmente tienen una doble hilera de columnas que servían
para sostener techos planos. El uso de estos techos en lugar de las clásicas bóvedas mayas se considera como influencia del México central. Los palacios son generalmente de dos cámaras, la interior tiene un pequeño santuario o templo completo dentro de la cámara. Hay quienes suponen que servían como residencias. Nos dice el arqueólogo Ríos González: “Los centros ceremoniales San Miguel y El Rey siguen el esquema clásico maya: calles y plazas rodeadas de estructuras, esculturas y pinturas integradas a los edificios, es notorio el sentido de planificación y uso del lugar. En los alrededores de la isla podrás visitar sitios de interés sin fronteras”. Hemos visitado Playa del Carmen, a setenta kilómetros al sur de Cancun: era un puerto prehispánico y desde los primeros años de la época colonial es utilizado para embarcarse a la isla de Cozumel; su nombre original era Xamanha ("agua del norte") y fue elegido por el conquistador Francisco de Montejo en 1528 como una de las primeras poblaciones españolas en la Península: Salamanca de Xamanhá. Para los mayas parece haber sido un puerto subsidiario de Xcaret que era el principal de la zona, de ahí tal vez su nombre ya que se encuentra a unos siete kilómetros al norte de este último sitio. Se compone de tres grupos de edificios situados a unos cien metros de la playa; se conservan unas diez estructuras entre templos y adoratorios. Sin duda en peno funcionamiento en la época de la conquista, era uno de los centros religiosos en la ruta de peregrinaje a la isla de Cozumel. Hemos visto Xcaret, aquí se encontraba uno de los santuarios más famosos de Mesoamérica, el de la diosa Ix Chel, por su carácter de Oráculo, al que concurrían peregrinos venidos de todas partes; el antiguo nombre de Xcaret era Pole cuyo significado es “lo que vendrá”. Las estructuras se encuentran esparcidas en un área de diez kilómetros cuadrados; los arqueólogos han contado hasta veinticinco grupos de ruinas que contienen de uno a diez edificios.
Nos dice Ríos González: “La importancia de Xcaret derivaba de tres factores: 1) su situación como el puerto natural más cercano en la tierra firme para Cozumel, 2), la bahía o caleta natural que ofrecía excelentes facilidades portuarias y 3) la proximidad, directamente atrás de la bahía, de una plataforma natural bien protegida y visible desde mar adentro; en este sitio se encuentran los edificios principales, rodeados en parte por una muralla, cuya función parece haber sido puramente decorativa o religiosa, pues su carácter de Oráculo la hacía intocable para los pueblos antiguos de la zona.”
Visité Akumal, que es una gran bahía que se encuentra 23 kilómetros al norte de Tulum. Las ruinas de Akumal se localizan un kilómetro al interior del extremo norte de la bahía: diseminadas en dos kilómetros cuadrados se hallan unas veinte estructuras; una pirámide, plataformas y templos. Algunos de estos templos quedaron sepultados bajo el asfalto de la moderna carretera. Los ingenieros encargados del tramo dijeron no haber sido advertidos por los arqueólogos que trabajaron en el Plan Maestro, quienes afirmaron que en el momento de trazado en la década de 1970 la existencia de estas estructuras arqueológicas no se conocía. Como otros sitios de la costa Maya, estos edificios en parte visibles o cuidadosamente sepultados, y en alguna medida preservados así para la arqueología del futuro, están decorados con esculturas y pintados de brillantes colores. Akumal se encontraba densamente poblado en la época de la conquista, y fue una de las primeras zonas arrasadas por los españoles. Así como Xeihá ("apertura en el agua"), que es la bahía natural más grande de la parte central de la costa de Quintana Roo, y ubicada a catorce kilómetros al norte de Tulum: en sus alrededores abundan yacimientos arqueológicos; el grupo principal de edificios se encuentra a unos quinientos metros al oeste del extremo interior de la caleta y se comunicaba con ésta por una amplia calzada de piedra; otro grupo de ruinas se encuentra allí en una península fortificada. Xeihá figura en las crónicas de principios del siglo XVI como el lugar del primer asentamiento español en la tierra firme yucateca. En 1527 Francisco de Montejo fundó ahí la primera de una larga serie de "Salamancas": Salamanca de Xelhá, de efímera existencia. Montejo que obviamente era natural de Salamanca, España, fundó en diversos sitios de la Península de Yucatán una decena de Salamancas, ninguna de las cuales sobrevivió. Nos dice el arqueólogo Ríos González: “La importancia de Xelhá como el mejor puerto de la zona se comprueba por el hecho de que es el único sitio de la costa que estaba ocupado desde el período clásico (año 300 de nuestra era), hasta la época de la conquista. Para algunos autores, Xelhá era el puerto de la importante urbe clásica de Coba que, a diferencia de las ciudades de la costa, era contemporánea de Palenque, Copan, Tikal y las otras grandes ciudades clásicas mayas”.
Visitamos el centro arqueológico de Coba: se localiza a unos cuarenta kilómetros hacia el interior y de ahí parten numerosos caminos de piedra, hoy en restauración, uno de ellos de cien kilómetros de largo y seis a nueve metros de ancho, que comunicaba a Coba con Yaxuná, y se cree que uno de estos caminos también la comunicaba con Xelhá. Llegamos a Tancah que parece haber sido una especie de suburbio de Tulum. Los edificios se agrupan a unos mil metros de la costa y consisten en dos plazas rodeadas de estructuras. Como en los otros restos mayas, algunos edificios están decorados con murales tanto en el exterior como en el interior, la iconografía es de índole religiosa y está asociada al mar, al sol, a Venus y a la luna, las deidades mayas. Nos dice el arqueólogo Ríos González: “El estilo de los murales muestra influencias mexicanas y se relaciona con el de códices mixtecos y murales de Mitla; ese estilo era común en Mesoamérica en el período posclásico, desde el siglo X de nuestra época en adelante”. Estuvimos en Chunyaxché, unos veinticinco kilómetros al sur de Tulum: se encuentra al fondo de un complejo sistema de lagunas y canales, artificiales en algunos casos, por los que se desplazaban a sus anchas las canoas aborígenes. Como en los otros lugares de la costa que hemos visto, los mayas aprovecharon (y mejoraron) las facilidades que para la navegación y como protección ofrecía el lugar y levantaron ahí una de las ciudades más ricas de la zona. Chunyaxché es uno de los sitios más grandes de estas playas mayas; consta de ciento ocho estructuras, entre ellas doce pirámides con templos (uno de veinticinco metros de altura fue fotografiada por Charles Lindbergh desde un avión en 1930), cinco palacios, nueve templos, una docena de plataformas, más de veinte pequeños adoratorios, además de numerosos montículos y construcciones derruidas. De manera que lo que observaron y consignaron en sus crónicas los descubridores y conquistadores a principios del siglo XVI, está confirmado con la información de los que han explorado y descrito la región, toda, en verdad, una zona arqueológica que necesita mayor atención mundial.
Los pueblos de la costa oriental de la Península de Yucatán cumplían con una función vital para el mundo Maya y para el resto de Mesoamérica. Como vemos hoy, a pesar de que sólo disfrutemos la punta del iceberg, eran sitios de concentración de culto, por sus Oráculos legendarios, y de activo intercambio de productos tanto locales como foráneos, por sus mercados. Nos dice el arqueólogo Ríos González: “En los mercados mayas del Caribe mexicano había comercio de oro y piedras como el jade y la obsidiana. Sus productos incluían desde sal, miel, algodón, tintes, cacao, conchas y caracoles, pescado seco o salado, tejidos y enseres, hasta elaborados objetos de metal u otros materiales provenientes de fuera del ámbito Maya o aun del mesoamericano. Los santuarios Oráculos de la costa del Caribe, como los de las clásicas civilizaciones del Viejo Mundo, eran visitados todo el año por peregrinos que además de iniciarse en los misterios religiosos intercambiaban productos y objetos cuyo lugar
de origen podría estar bastante alejado de nuestra zona, ya que ésta formaba parte de una elaborada red comercial marítima que rodeaba la Península de Yucatán y cuyos extremos, la Laguna de Términos en el Golfo de México y el Golfo de Honduras en el Caribe, a su vez controlaban el comercio con el resto de Mesoamérica por un lado y con regiones de Centroamérica por el otro” -termina el arqueólogo Ríos González.
La información etnográfica rescatada por el maestro Juan Rulfo en los informes realizados durante su gestión en el Instituto Indigenista, nos indica que los pobladores de las ciudades de la costa oriental de la Península y encargados del tráfico marítimo eran los hábiles navegantes maya-toltecas, también llamados maya-chontales o putunes, originarios de las costas de Tabasco y Campeche. Herederos de los constructores de los grandes centros clásicos mayas, y fuertemente influenciados por grupos mexicanos de ascendencia tolteca, los pobladores y piratas de la costa Caribe eran, a la llegada de los españoles, unos de los más emprendedores, agresivos y expansionistas grupos del Nuevo Mundo. Por ello uno de los grandes mayistas, el investigador John Eric S. Thompson, los llamó "fenicios del Nuevo Mundo", "argonautas del Mar Caribe". El efecto de la conquista fue particularmente severo en los pueblos mayas de esta región. Las enfermedades nuevas introducidas por los españoles también contribuyeron a diezmar a la población nativa en unos cuantos años. Las campañas de los Pacheco y otros capitanes de Montejo en 1544-45 obligaron a los indígenas a abandonar los pueblos descendientes mayas de la costa para refugiarse en regiones más inaccesibles. Dice fray Diego de Landa en su Relación que "...los españoles los apaciguaron de tal manera que, siendo esas dos provincias las más pobladas y llenas de gente, quedaron las más desventuradas de toda aquella tierra". Todo esto más los traslados forzados de poblaciones enteras contribuyeron para que, según posteriores investigaciones, la población descendiera en más del 90% en los cincuenta años posteriores a la Conquista española.
En al Caribe mexicano predomina el clima tropical, cálido y húmedo, sufriendo escasas variaciones durante todo el año: más de 240 días son despejados. La curva de calor asciende ligeramente en abril y mayo y desciende un poco en enero. Entre junio y septiembre se ubican los meses más lluviosos, registrándose una precipitación máxima de 1.600 mm. Es frecuente que en esa época las lluvias se desaten repentinamente para luego dejar salir el sol. Durante los meses de septiembre y octubre es cuando se registran las temperaturas más bajas que con dificultad descienden a los 15ºC, para luego normalizarse hasta llegar a la media anual de 27.5ºC. ¿Cómo llegar por carretera? Cancun se encuentra a 1985 kilómetros de la Ciudad de México; entrando a la carretera por la Calzada Ignacio Zaragoza, se toma la vía federal 190 hasta Acatzingo de Hidalgo, Puebla de los Angeles, donde se sigue la ruta 150 de la federal hasta llegar a Córdoba, en la antigua Veracruz. Por la Federal 180 llegará hasta Villahermosa, Tabasco. Se sigue por la carretera 186 hasta Francisco Escárcega donde se toma la bifurcación por la vía federal 261 hasta entroncar de nuevo con la 180 en Champotón, la que dejará al visitante en Cancun pasando por ciudades como Campeche, y Mérida en la espléndida península de Yucatán. El tiempo del viaje, en verdad, depende de cada uno pero no menos de tres días: lo hice en vacaciones y de ida nada más tomamos diez días, porque es imposible no detenerse en ciertos lugares. Por avión desde el D.F. dura poco más de dos horas, y hay salidas tres veces al día; en Cancun existen vuelos económicos a otros lugares del Caribe y operan líneas con conexiones a todo el mundo; hoy el aeropuerto cuenta con espacio para aviones privados y ofrece todos los servicios necesarios que incluyen equipos contra incendio de última generación así como planta eléctrica propia, siendo en el aeropuerto su Estación de Servicios Meteorológicos una de las más importantes del Caribe. En la isla misma hay un servicio de autobuses que conecta con todos los sitios y funciona desde las 6:00 hrs. a la medianoche, pudiéndoseles abordar en cualquier parte del camino. Hay servicio de transporte de alquiler ubicados frente al Centro Comercial Mauna Loa que ofrece desde una bicicleta a un jeep las 24 horas del día. En la isla existe una excelente ciclopista que permite el tránsito protegido de bicicletas y motos, siempre conservando un prototipo arquitectónico por estar reglamentadas las construcciones que deben seguir la línea Maya de espacios abiertos para rescatar el aspecto agradable de la isla. En el Paseo Kukulcán se podrá encontrar veleros, lanchas e instructores que ofrecen servicios profesionales de buceo y pesca, así como arriendo de esquíes, equipos de buceo, jets-skies, cañas de pesca. Cancun es ideal para practicar una amplia gama de deportes, para lo que ofrece todas las facilidades necesarias. El campo de golf Pok-Tap-Pok (palabra Maya que significa juego de pelota) está en el circuito internacional de este deporte, así como en el tenis por sus excelentes canchas. Ya son famosas sus regatas de veleros; estas fiestas deportivas oficiales son tres veces al año: en mayo la regata Municipal; en septiembre la regata Independencia, y en noviembre la regata Revolución. En la playa el deporte oficial es el vuelo en paracaídas; uno puede remontarse por los aires y apreciar en toda su extensión la isla desde las nueve de la mañana a las cinco de la tarde; es para viajeros intrépidos pero muy seguro. La pesca y el buceo están protegidos y no es posibles sacar seres vivos que puedan dañar el ecosistema, así, la pesca es “saca del mar, fotografía y devuelve al mar”; incluso no es posible cortar una rama de coral de la maravillosa colonia que reside en las aguas que rodean la isla, y sus especies, las enormes langostas, tortugas, caracoles con soberbias caparazones, camarón, cazón, pargo, sierra, atún, caballo de mar, huachinango, cherma, barracuda, jurel, cubera, merlín dorado y una variedad de moluscos. Para el buceo uno de los sitios favoritos es la Playa Tortugas, donde la visión marina es fantástica, como todo el sitio, diría. Se puede apreciar de inmediato en un viaje en el Aliscafo, un barco con fondos de vidrio que cuando ha alcanzado una velocidad moderada, en altamar se desplaza sobre esquíes, permitiendo vivir raros momentos de calma como viajando en el fondo del mar con toda esa hermosura alrededor, los colores vivos de las aguas y seres fenomenales que acompañan el trayecto que recorre además Isla Mujeres, donde está el Templo de la diosa Ix-Chel, y la isla de Cozumel, que es un regalo extra del complejo Cancun. Según el célebre investigador marino Jacquez Ives Cousteau, Cozumel reúne “los acuarios naturales más hermosos de la tierra”. Con excelentes condiciones para contemplarlos, los paisajes de corales con infinidad de seres del mar entregan un espectáculo que se contempla con asombro. La capital de Cozumel es San Miguel, un pequeño villorrio blanco, muy moderno y con intensa vida comercial. El paseo que ofrece el Malecón al atardecer permite ver el sol escondiéndose a través de palmeras y flores tropicales que conjugan todo un espectáculo. Entre sus arrecifes es especialmente famoso el de Palancar con playas de arena blanca y muy fina: San Juan, Panchoclo, San Francisco, Playa Azul... es necesario ver la isla de la Pasión, la laguna de Chancanab y visitar Puerto Abrigo, donde hoy existe una acomodada marina, ahí mismo donde buscaban refugio los grandes galeones de los piratas legendarios de los siglos XVI y XVII. Es difícil describir un sitio más bello que Cancun y sus posibilidades, es un arcoiris que brota del mar y se hunde en la arena, es el cielo más celeste que puede verse, es la vegetación de la selva inmediata con orillas de palmeras, orquídeas, bugambilias y jacarandás. En las construcciones prehispánicas y contemporáneas el color blanco es dominante, entre los verdes de la selva que suben hasta el celeste alto. Donde uno, entre sus playas perfectas de sol y arena muy fina, se encuentra esparcidos estos monolitos y esculturas como testigos de una civilización que se tragó el tiempo.

(C)Waldemar Verdugo Fuentes.
FUENTE: Artes e Historia-México.

TULUM, LA FORTALEZA DEL AMANECER.
Por Waldemar Verdugo.

Teniendo como escenario el mar Caribe, el centro ceremonial de Tulum es uno de los más bellos sitios arqueológicos legados por la civilización Maya a los tiempos. Ubicado en el Estado de Quintana Roo de la República Mexicana, en la costa de la península de Yucatán, ocupa el extremo este de la zona Maya, e incluye además otras zonas arqueológicas que hay que ver. Es uno de los enclaves prehispánicos más espléndidos y estudiados del Caribe mexicano; elevado entre las aguas y la selva tiene las playas más finas y blancas que se puede ver, es el sitio ideal para vivir un gran amor.
Tulum es legendario en la serie de sitios prehispánicos mayas que se extienden frente al cruce de las aguas del Golfo de México y Mar de las Antillas; el sitio tiene las mismas características arquitectónicas y estilísticas que corresponden al período posclásico Maya en vísperas de la conquista europea. Lo que hace diferente a Tulum es que fue una ciudad construida alrededor de una torre astronómica, con salas de espejos cóncavos de obsidiana para proyectar el paso del cielo y rescatar la escritura de las estrellas. Fue una escuela de astronomía a la que llegaron a asistir incluso nobles aztecas, zapotecas y de otras casas reinantes en su época de esplendor, desde el año 900 hasta la llegada de los conquistadores europeos. Antiguas crónicas narran que en Tulum buscaron refugio aquellos sacerdotes mayas “que no quisieron ser arrancados desde el cielo”, como cuenta la leyenda don Marcial Ay Campos, un sabio de su pueblo que es un vecino ilustre de Tulum, porque gracias a sus mayores y los abuelos de sus mayores, “uno puede decir que es raíz del mesmito Tulum”.
Este lugar espléndido se asienta sobre un soberbio acantilado, de roca caliza coralíífera, que da un tono rosado único a estas aguas que lo tocan. Según el investigador Alberto Ruz Lhuiller, el nombre de Tulum significa "muralla o fortificación" y fue dado al sitio en tiempos modernos debido a una muralla que lo rodea en tres de sus lados: “Su nombre original sería Zamá, una de las ciudades que según las crónicas existía en la época de la Conquista española y que significa "amanecer". No se sabe con precisión la época de su construcción, existiendo diferencias ostensibles en las fechas que se manejan. Los edificios actualmente visibles en Tulum, pertenecen casi en su totalidad al último periodo de ocupación prehispánica de la Península de Yucatán: el postclásico tardío (1200 a 1550 de nuestra era). Sin embargo, la presencia y análisis con carbono 14 de algunas estructuras claramente pertenecen a periodos más antiguos, como la estela 1, y la estructura 59, que contiene algunos elementos estilísticos del periodo clásico temprano, del año 400 al 600 antes de nuestra era. No se sabe mucho acerca de los primeros pobladores de esta zona, sin embargo gracias a evidencias arqueológicas basadas en la cerámica, se puede fechar la ocupación más temprana en el año 300 antes de Cristo”
De acuerdo con los estudios arqueológicos publicados en los últimos años, existe evidencia suficientemente consistente para asegurar que Tulum habría sido una de las principales ciudades ocupadas por los descendientes mayas entre los siglos X y XIV. Se le considera como un asentamiento ineludible para cualquier ruta comercial y para la explotación de los ricos recursos marítimos de la costa de Quintana Roo, y habría funcionado políticamente como un asentamiento independiente del dominio de otras provincias, hasta prácticamente la llegada de los españoles en el siglo XVI, cuando fue definitivamente abandonado. Nos dice don Marcial Ay: “Tulum, al igual que Chichen Itzá, fue una ciudad dedicada al planeta Venus, considerado como una deidad dual con el nombre de Kukulkán, y su culto fue introducido primero a Chichen Itzá, viniendo del Altiplano Central donde se originó la religión de dicho Dios, solo que con el nombre de Quetzalcóatl. Los mayas conocían el ciclo venusino de 584 días. Este conocimiento matemático y astronómico fue tomado por los sacerdotes de Xochicalco para crear al Dios Quetzalcóatl. Con esta deidad se elaboró una religión casi monoteísta, la cual pronto comenzó a propagarse en todas direcciones, unificando temporalmente a muchos pueblos mesoamericanos; y su imagen fue llevada y reproducida como un hombre pájaro-serpiente. Kukulkán estaba asociado al comercio y al cacao y por esa razón era frecuentado por los mercaderes y mantenía la solidaridad del dominio mercantil. La principal actividad económica de los pobladores de Tulum era la pesca, que podía ser individual con anzuelos y arpones o grupalmente con redes y embarcaciones. Otra ocupación era la recolección y captura de moluscos, la cacería y la agricultura, la actividad constructiva que requería de canteros, albañiles, escultores y pintores. Otras actividades menores eran el tejido de palmas y fibras vegetales, la preparación de las pieles, la navegación y el comercio a larga distancia. La jerarquía social estaba dividida en tres grandes grupos: Una clase dominante encargada del gobierno, de los actos públicos y religiosos, de las observaciones y registros astronómicos, de las transacciones comerciales, de las campañas bélicas, formada por políticos y sacerdotes astrónomos. Una clase ocupada en realizar actividades necesarias para el funcionamiento de la sociedad: burócratas, funcionarios menores y artesanos diversos como escultores, pintores, talladores de madera, tejedores, carpinteros, talladores de piedra, etc. Estos gozaban de los privilegios que les permitía su relativa cercanía a las altas autoridades. Y una clase trabajadora encargada de la agricultura, la cacería, la pesca y la explotación forestal. Esta clase social era la más numerosa y la que de menos privilegios sociales gozaba. Sin embargo, lo que daba especial riqueza a Tulum era su privilegio de tener una Escuela de Astronomía que fue famosa en la antigüedad, sobre la cual se han escrito libros enteros, y que daba especial abundancia de comercio por la frecuente visita de forasteros que cruzaban los caminos marcados en la selva o llegaban en sus naves del mar. Tulum, por estar ubicada en la planicie costera y a una altura en que podía contemplarse el horizonte natural en todas direcciones, era un punto ideal para observaciones astronómicas, sobre todo relacionadas con Venus cuyo paso era seguido matemáticamente con pruebas a la vista”.
De todos los sitios de la costa caribeña de México, Tulum ha sido estudiado como uno de los ejemplos notables de lo que debieron haber sido las ciudades mayas arrasadas por la Conquista española para luego ser olvidadas y cubiertas por la selva original de esta zona que comprende además lugares como Muyil, Tancah, Xelha, Akumal, Xcaret y Cancun, que formaban un emporio marítimo comercial con las islas adyacentes de Cozumel y Mujeres, cuyas influencias culturales y tratos llegaban a grandes distancias. Es notorio en la zona arqueológica de Tulum la muralla que la rodea por tres de sus lados, y que encierra los principales edificios que suman alrededor de cincuenta; la muralla forma un rectángulo cuyo cuarto lado es el acantilado que baja hasta el mar, lo que hacía de Tulum una ciudad muy sofisticada. Recorrimos la muralla y mide unos trescientos metros por su lado oeste y alrededor de doscientos metros por los lados norte y sur, tiene un promedio de seis metros de espesor por tres a cinco metros de altura, está compuesta de una plataforma interior y un parapeto; desde el interior se podía ascender a la plataforma por medio de escalinatas en algunos lugares; tiene cinco pequeñas entradas que servían de acceso al sitio y que forman los extremos de los ejes que dividen a la ciudad.
Tulum no es la única ciudad maya amurallada, Mayapán, Chacchob y la sección tolteca de Chichén Itzá estaban también rodeadas de murallas, como otros sitios mayas: Utatlán e Iximché en Guatemala fueron erigidas en lugares naturalmente protegidos y reforzados por sus pobladores. La forma más simple de protección eran barricadas de madera; según algunos relatos de la Conquista los mayas erigían de un día para otro barricadas de madera al paso de los españoles; estas barricadas podían también reforzar murallas de piedra como la de Tulum, elevando su altura a ocho o diez metros, lo que haría de ellas formidables barreras. Algunos investigadores creen que esta y otras murallas de ciudades mayas sólo tenían una función ritual, que servía para delimitar el espacio sagrado del centro ceremonial, tal sería el caso de los sitios cercanos de Xelha y Xcaret en donde claramente las murallas no funcionaban como defensas; yo creo que es posible que las dos funciones, religiosa y defensiva, se combinaran. Aquí, una muralla menor se desprende del ángulo suroeste de la gran muralla de Tulum, delimitando un recinto triangular que se cree debió haber servido para alojar a la población civil.
Dice Alberto Ruz: “La arquitectura. escultura y pintura de Tulum corresponden a un estilo bien definido en el área Maya, característico de toda la costa oriental de la península de Yucatán; este estilo a diferencia del puro Maya clásico presenta fuertes influencias del altiplano mexicano y de la región mixteca; lo que se observa en los vestigios arqueológicos se confirma con informaciones que proporcionan fuentes históricas aztecas y mayas como los Libros de Chilam Balam, que narran invasiones en el área Maya de grupos mexicanos de ascendencia Tolteca, influencia que creó un estilo que hoy se conoce como Maya-Tolteca”.
En Tulum los edificios son templos, palacios, adoratorios y plataformas. Los templos tienen siempre un altar contra la pared posterior; como en muchos otros casos de edificios mayas se observan varios sobre posiciones que producen efectos interesantes, como el Templo de los Frescos que tiene tres niveles de construcción o el Templo del Dios Descendente cuyo basamento es un antiguo edificio de techo plano que fue rellenado y al que se le adosó una escalinata provista de alfardas; los templos generalmente no descansan sobre grandes subestructuras como en otras regiones mayas, porque las subestructuras de Tulum son pequeñas y no están compuestas de terrazas como en otros sitios, quizás debido a que el lugar mismo es un observatorio natural, razón que convirtió al sitio en escuela formal de astronomía, con torres redondas de observación que en gran número hoy se ven destrozadas en el sitio, quedando como único rastro de su estancia el basamento circular que les servía de base. Este tipo de rastro arqueológico, con el mismo tipo de basamento en forma circular se ha encontrado en Tancah, Xelha e Isla Mujeres; en Paa-Muí, al norte de Tulum hay un edificio circular llamado El Observatorio, y en Xcaret existe un templo circular sobre una pirámide truncada; he visto estos edificios circulares en todas las ciudades mayas entre México y Honduras, lo que denuncia el interés máximo que tenía el pueblo Maya por el estudio de las estrellas en el cielo.
Los edificios conocidos como "palacios" en Tulum no tienen tantas cámaras como en otros sitios del área maya; generalmente son de dos cámaras, la interior tiene un pequeño santuario o templo completo dentro de la cámara, de techos planos y columnas en los pórticos y en el interior. Esta característica distintiva de la arquitectura del lugar es el uso en edificios de techos planos sostenidos por vigas, en lugar de las clásicas bóvedas mayas; estos techos se supone que son uno de los elementos arquitectónicos introducidos por invasores aztecas a partir del siglo XIII. Un elemento que no se encuentra en los grandes centros mayas clásicos y que existe tanto en Tulum como en casi todos los otros sitios de la costa oriental mexicana, es la columna: columnas en forma de serpientes, como las de Chichén Itzá, se encuentran aquí y en otras ciudades de la costa. Algunos investigadores creen que por sus características, tamaño y posición, los palacios de Tulum servían como residencias, lo más probable es que hayan sido templos para algún culto determinado y que las habitaciones tanto de sacerdotes como de la población civil se encontraran fuera del centro ceremonial y consistieran en habitaciones de troncos y palapa. Los "adoratorios", estos edificios peculiares de la costa Maya mexicana, se tratan de pequeños templos cuadrados con unas tres o cuatro puertas; los de Tulum descansan sobre pequeñas plataformas, en Tancah y Xelha sobre pirámides truncadas, y se les han atribuido diversas funciones, entre ellas la de servir para quemar copal; estos adoratorios son también comunes en las islas de Cozumel y Mujeres, hay quienes suponen que con fuego o humo alertaban a los pobladores del interior sobre la proximidad de navíos; efectivamente por los relatos españoles sobre los primeros contactos con los mayas sabemos que estos hacían hogueras sobre estas estructuras a manera de señales, y que también ponían señales en los árboles para indicar los caminos a seguir en los esteros y marismas de la costa; autores modernos afirman que había incluso un servicio organizado de faros para el tráfico marítimo y que los adoratorios de la costa oriental, pintados de brillantes colores, servían sobre todo para indicar los lugares aptos para desembarcos, que los diferentes colores además de hacerlos visibles desde el mar, posiblemente significaban diferentes posiciones en la costa; el peligro que representa el arrecife de coral y la falta de referencias geológicas explicaría esta función de dichos edificios que desde luego deben también haber tenido una función ritual.
Las estructuras conocidas como "plataformas", son también un rasgo frecuente no sólo en Tulum, sino en toda la costa e islas del Caribe Maya; algunas como la que se encuentra en el centro del recinto interior de Tulum, rectangular y con escalinatas en dos de sus lados, servían seguramente para espectáculos religiosos y recuerdan a las de Chichén Itzá; son más comunes las grandes plataformas de altura variable que sostenían estructuras de materiales perecederos, más de la mitad de los restos arquitectónicos de Tulum corresponden a estas plataformas y también se han encontrado en otros lugares de la costa como Tancah, Xelha, Xcaret y la isla de Cozumel; considerada la estratégica posición de los sitios e islas de la costa oriental como puntos importantes en la ruta marítima de tráfico entre los grandes centros comerciales, y el hecho de que las plataformas se encuentren, tanto en Tulum como en los otros sitios mencionados, en lugares altos y protegidos del interior, a salvo de inundaciones y huracanes y conectadas con desembarcaderos con sacbés, se ha supuesto que funcionaban como grandes almacenes, no sólo para proteger y almacenar mercancías, sino (según algunos investigadores) para no saturar el mercado y mantener los precios estables; los peregrinos que sabemos por fuentes históricas concurrían en gran número a los santuarios oraculares de las islas y ciudades de la costa, realizaban transacciones en estos lugares que tendrían así además de una función religiosa, una comercial.
La escultura aquí está generalmente subordinada a la arquitectura: figuras en relieve o completas de estuco, se encuentran o encontraban (porque muchas se las han robado) en nichos verticales encima de pórticos de templos y palacios, representaban figuras humanas sedentes o "dioses descendentes"; una de ellas se encontraba en uno de los nichos del edificio conocido cómo "El Castillo", y fue enviada por el explorador inglés Thomas Gann que alrededor de 1920 realizó excavaciones en la zona, al Museo Británico, en donde hoy puede admirarse; este mismo explorador declara haber encontrado otro ídolo sobre un altar en el interior de otro de los templos de Tulum, en el mismo estado y en la misma posición en que fue dejado por sus adoradores, lo que confirma que el sitio estaba ocupado y fue abandonado en la época de la Conquista. La figura más frecuente en los nichos de templos y palacios es el "dios descendente", deidad con cola de ave y alas en hombros y brazos, representada en actitud de descender y que parece haber sido la deidad tutelar de Tulum y otros sitios cercanos como Tancah y Cancun; generalmente se considera como un símbolo del Sol poniente, también se le ha asociado con la lluvia en el acto de fecundar a la tierra, el rayo o la abeja, y el objeto que lleva en las manos se ha interpretado como una mazorca o símbolo del maíz o un panal (la miel era y sigue siendo uno de los productos típicos de zona). Se ve decoración también en molduras y paneles, paredes, techos y esquinas de los edificios, generalmente pequeñas estatuas, representaciones de animales o máscaras de rara belleza como todo el arte Maya.
También en Tulum y otros sitios de la zona se encuentran muchas pinturas murales tanto en el interior como en el exterior de los edificios, en muchos casos con varias capas de pintura: la iconografía es de tipo religioso y está asociada al mar, siempre Venus y la luna (Ixchel) que son también deidades importantes en el área; el estilo muestra influencias mexicanas y se relaciona con el de códices mixtecos y murales de Mitla, en Oaxaca; ese estilo era común en Mesoamérica en el periodo posclásico.
La información histórica fidedigna sobre Tulum se remonta a la época del descubrimiento y la Conquista. Sabemos que en 1518 una expedición comandada por Juan de Grijalva y que había salido de Cuba, recorrió esta costa; en un relato del capellán de dicha expedición, Juan Díaz, se compara a Tulum con Sevilla y se describe toda la costa como un lugar densamente poblado. Durante los siglos XVII y XVIII no sabemos nada de Tulum ni de los otros sitios de esta costa mexicana y no es sino hasta mediados del XIX que volvemos a encontrar menciones de Tulum en la literatura arqueológica y de viajes. Así, el redescubrimiento del lugar para el mundo se debe a dos notables viajeros: John L. Stephens y Frederick Catherwood, que iniciaron la exploración de algunos de los más importantes sitios de la civilización Maya y dieron a conocer en dos libros que sirvieron para llamar la atención de posteriores exploradores y arqueólogos: “Incidents of travel in Central America” (1841) e “Incidents of travel in Yucatan” (1843). Desde las exploraciones de Stephens y Catherwood, hasta principios del siglo XX, ocasionales viajeros estudian Tulum y otros sitios de la costa: August y Alice Le Plongeon en 1877-78, Teobert Maler en 1891, William H. Holmes en 1895, pocos años después Channing Arnold y Frederick Frost: de todos ellos conocemos reportes y relatos. Sin embargo, la verdadera investigación arqueológica se inicia en la década de 1920 con la intervención del citado Sylvanus G. Morley, que da por resultado la publicación del hasta la fecha mejor estudio, el de S.K. Lothrop: “Tulum, an archaeological study of the East Coast of Yucatan” (1924). Thomas Gann que había acompañado a Morley en las expediciones de la Carnegie de 1916 y 1918, regresó a Tulum y otros centros de la costa en 1925-26 para continuar explorando: los resultados de sus exploraciones están descritos en varias publicaciones. A partir de la década de 1930 y hasta la fecha instituciones mexicanas como el INAH, y de otros países, han continuado las investigaciones, de manera que cada vez contamos con más información y se aclara nuestra visión sobre lo que debieron haber sido Tulum y los demás sitios mayas.
La información arqueológica, etnográfica e histórica, nos permite reconstruir el papel que jugaba Tulum y otros sitios de la costa oriental en el siglo XVI cuando llegan los españoles. Por un lado eran lugares de concentración de culto, de iniciación, de renacimiento y revelación: a la manera de los oráculos clásicos del Viejo Mundo tenía su escuela, que en Tulum era de Astronomía, donde estudiantes y peregrinos acudían desde lejanos sitios. Por otro lado, era un sitio de activo comercio, formando parte de una elaborada red comercial marítima del Caribe. Su ubicación era privilegiada: este aspecto era de gran importancia en Tulum por su posición estratégica, ya que desde su ubicación en la planicie costera y a una altura en que podía contemplarse el horizonte natural en todas direcciones, era fácil observar la salida y puesta de varios cuerpos celestes, y en la práctica tener un perfecta visión de quienes entraban y salían cruzando sus paredes.
Exámenes realizados aquí con carbono 14 indican que el año 300 antes de nosotros existía un centro con intervención humana. De esa época no sabemos nada, sin embargo, se está de acuerdo en considerar desde siempre a Tulum como un santuario con escuelas que estudiaban las estrellas del día y de la noche. Varios templos irradian todavía su presencia ritual. Uno de ellos, el Templo del Dios Descendente, de los más singulares, se asocia sin dudas al culto de Venus, por los dibujos diversos en que se consignaban especialmente los movimientos de Venus, la refulgente estrella vespertina que, luego de sumergirse en la negra oscuridad del poniente, el mundo de los muertos, renace como pura luz, la esplendorosa estrella de la mañana, el Señor del Alba anunciando que podemos seguir adelante, que su fuerza poderosa continúa alumbrando. Parecen haber existido por lo menos dos nombres para Venus: Noh ek, la “gran estrella”, y Xux ek, la “estrella avispa”. Los astrónomos sacerdotes mayas dejaron consignados en Tulum los cuatro períodos de la revolución sinódica de Venus: 1) después de su conjunción inferior es estrella matutina durante 236 días; 2) luego desaparece por espacio de 90 días, durante su conjunción superior; 3) reaparece como estrella vespertina por espacio de otros 250 días, y 4) desaparece de nuevo 8 días durante su conjunción inferior. Cruzando su ciclo durante un tiempo total de unos 584 días. A esta misma conclusión llegaron los astrónomos europeos cientos de años después. También sabían que la tierra era redonda y en forma circular azul la representan en sus pinturas y tallados en la piedra. Por supuesto que la deidad en el templo del Dios Descendente, como indica su nombre, es la figura que baja de un dios alado que simboliza a Venus. Esta escultura es muy similar a las del Templo 25 o Casa del Halach Uinic y en la página 58 del Códice Dresde puede verse también a Venus como una deidad semejante con alas que salen de los brazos y también con una cola ligeramente redondeada o puntiaguda, como si volara hacia abajo o descendiera, la cual ha sido comparada con una abeja como se la cita.
Este Templo del Dios Descendente, que consta de una plataforma que sostiene una estructura de una sola pieza con banquetas adosadas a sus muros laterales, aún conserva restos de pinturas. Otra estructura, el Templo de la Serie Inicial también está compuesto de una sola pieza. En su fachada aún se aprecian figuras de estuco que la adornaban. En su interior se halló la estela que registra la fecha más temprana de la zona. En el Templo de los Frescos son evidentes varias etapas de construcción, aunque sólo hay una habitación, profusamente decorada con frescos, que pertenece a la primera fase, y en la Casa de las Columnas, estructura tipo palacio, se ven dos habitaciones adosadas en el lado oeste.
La entrada principal de Tulum se encuentra en el Sur y está compuesta por los cinco espacios que forman cuatro columnas que soportan la "techumbre" de una gran sala. La muralla protege la zona por los lados norte, sur y oeste. El este queda abierto al mar. Todas las construcciones que conforman el centro ceremonial de Tulum se encuentran distribuidas dentro de un espacio rectangular de unos 380 metros de norte a sur y 165 metros de este o oeste, mismas que quedan encerradas por la citada muralla y formando fundamentalmente cuatro grupos o conjuntos, de acuerdo con los puntos cardinales.
El azul del cielo y del mar, el verde de la vegetación y del centro, el amarillo del sur y el blanco del norte, así como el rojo del oriente y el negro del poniente, son colores simbólicos de Tulum, y quedaron plasmados en las imágenes religiosas y astronómicas de las bellas pinturas murales de sus templos. Anoto que los colores mejor preservados se observan en el pasillo de El Castillo, en los corredores norte y oeste del Templo de los Frescos, en las paredes interiores y exteriores del Templo del Dios Descendente y en cuartos de los edificios o estructuras 20, 21, 25 y 55. Todos los relieves estaban pintados de vivos colores y los muros decorados con motivos en que las figuras se extienden en fajas horizontales, recordando los códices mayas.
El sitio es maravilloso. En lo que respecta a quien esto escribe uno de los más hermosos que conozco en América, idílico creo. Nos preguntamos cuál sería la impresión de los sacerdotes maestros de astronomía de Tulum cuando vieron salir del mar a los barbados españoles de las profecías, intentando explicarles su ciencia a un grupo de mercenarios que a penas sabían escribir su nombre; el terror debió haber sido mutuo.

© Waldemar Verdugo Fuentes
FUENTE: Artes e Historia-México
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